Juegos Mentales | KTH [+18][✔] ©

|Cap ₉|Pʀᴏʜɪʙɪᴅᴏs sᴇɴᴛɪᴍɪᴇɴᴛᴏs.

Había vivido en mis fantasías. Las más hermosas y fantásticas fantasías, en las que ella me besaba, y hasta llegar al punto de decir un Te quiero.

Todo lo que había vivido era un sueño o una alucinación, al menos algunas cosas, porque aún así, muchos de esos momentos se sintieron reales.

Toda mi vida había sido una mentira. Estaba loco, obsesionado, porque aunque no lo quería admitir, lo estaba y locamente por ella.

Me encontraba aislado de las personas. Las paredes, como el piso, eran de un color blanco. Todo demasiado claro para mi gusto.

La habitación se componía de nada más por un largo sofá al lado del gran ventanal. Esta misma, me permitía ver el exterior, una especie de jardín, todo ahí a fuera era verde y repleto de vida.

Observé la especie de cama en la que me encontraba recostado. Mierda, hasta el maldito cobertor de la cama era blanco.

Me fijé a mi lado, en una esquina del tablero de la cama había un pequeño cartel que decía...

"Paciente con Limerencia. Sala 65"

Estaba obsesionado, demente, y no lo sabía.

¿Hasta qué punto había llegado?

Me sentía raro. Era como si estuviera en otro mundo, tal vez en el futuro. Simplemente no comprendía con inmensa claridad todo lo que pasaba a mi alrededor.

Llevé las manos a mis ojos, restregué estos con mis nudillos. Dejé de hacerlo al oír la puerta abrirse, había entrado al parecer un Doctor, lo deduje por su delantal blanco.

—Kim Tae Hyung. —Se acercó a mi lado y se sentó en una silla, sacó una pequeña libreta de su delantal, tras eso, una pluma.

—No estoy loco como ustedes piensan. —Fue lo primero que se me vino a la mente. No estaba loco, sólo amaba con pasión a una persona.

Porque eso era lo que sentía, yo amaba a ___.

—¿Cómo formulaste esa respuesta? —Cuestionó, junto a una ceja enarcada.

—Soy bastante listo. —Sonreí irónico. —Por favor... —Mi semblante se transformó en algo serio. —Estoy en una maldita camilla y a mi derecha hay un maldito cartel en el que dice que padezco de Limerencia —alcé la voz.

—Tranquilo. —Trató de calmarme.

—¿Cómo quiere que me calme? —Reí, nada amigable. —¿Amar a una persona me transforma en alguien demente?

—Espera... —Puso una mano en mi adelante, como diciendo stop. —¿Qué...? ¿La recuerdas?

—¿Se está burlando de mí? —Me apunté a mi mismo y fruncí el ceño.

—Para nada. —Negó reiteradas veces con la cabeza, como retractándose de lo que había dicho con anterioridad. Acomodó sus lentes y habló nuevamente. —Sólo digo... ¿De quién estamos hablando específicamente? —Me miraba con algo de inquietud, como si esperara una única respuesta por mi parte.

—De ella. —Alcé la voz, nuevamente. —¡De ___! —Revolví mis cabellos. Frustrado.

—Algo está mal... —Dijo para sí mismo. Se le veía nervioso.

—¿Qué? ¿Qué está mal? Yo no estoy mal. Estoy bien, perfecto. —Me reincorporé en la cama.

—Tú... —Fijó su mirada en unos papeles que traía consigo, luego me apuntó con la pluma que traía en mano. —Tú no deberías recordarla.