[ C A P .1 ]

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[ E L  H I J O  D E  L O S  V E C I N O S ]
[ h c / p o v ]

Odio esto. Odio mi puta vida ahora mismo.

Estoy sentado en la rectangular mesa del gran y moderno comedor de mis nuevos vecinos. Mis padres y yo a un lado y la pareja de vecinos al otro junto a su hijo.

Su hijo.

El chico no ha hablado prácticamente en toda la cena, solamente respondiendo a lo que los adultos le preguntan con sonidos o respuestas cortas. En cierto modo su actitud me está irritando bastante.

Tal vez es sencillamente un chico callado, pero sus toscas y secas respuestas hacia todas las conversaciones que he intentado comenzar me dificultan la tarea de intentar llevarme bien con él.

Mis padres y yo nos mudamos al vecindario hace más o menos una semana. Sabiendo que ellos dos son abogados y mi padre además es un empresario de éxito, podréis más o menos intuir a que clase de vecindario me han arrastrado con ellos. No es tan extravagante como los de la gente realmente rica, pero tampoco es un lugar que cualquiera se pueda permitir.

Este está plagado de casas de 2 o 3 pisos, con jardines quilómetros y tal vez piscinas o jacuzzis. Si tienes un vecino extravagante que ame fardar del dinero que tiene en su posesión (la mayoría de aquí, honestamente) tal vez encuentres alguno de esos jardines con arbustos tallados o alguna mierda de ésas.

¿Que cómo coño hemos acabado cenando con los vecinos?

A mis padres les encanta eso de ser simpáticos con todo el mundo. Siguen religiosamente ese dicho, ya sabéis, ese de "Hay que tener amigos hasta en el infierno" y llevan repitiéndomelo toda la vida. Así es como llegamos a estar cenando con los vecinos a los que les dimos un regalo el primer día que llegamos. Vaya, ¡Qué cosa que mi madre comentara su oficio y el de su marido en ese instante! Y ¡Vaya! ¡Qué coincidencia que la pareja de vecinos sean también abogados metidos en el mundo empresarial! ¡Vamos a cenar juntos y conocernos mejor y de paso arrastramos a nuestros hijos en esto!

Bah... Puta mierda.

Para que mentir, pienso que razón no les falta, pero digamos que las amistades que mis padres forjan o las razones detrás de su simpatía no son precisamente para formar una relación de amistad. Las relaciones son más bien empresariales. O si no llega a eso, como mínimo intentar aprovecharse de algo que la persona te pueda ofrecer (O de la misma persona).

Y que mejor oportunidad de poner en práctica esto que hacerme venir a esta puta cena a hacerme amigo del inteligente, guapo, con un grado en derecho y en último año de especialización hijo de los vecinos.

Siguiendo el típico patrón de padres que quieren que su hijo estudie y se dedique a lo mismo que ellos, mis padres se han pasado mi vida esperando que estudie Derecho. ¿Me molesta? No realmente, ya que es algo a lo que estoy tan acostumbrado, algo que tengo tan asumido que me hace hasta ilusión hacer la carrera.

El problema viene porque este año voy de culo en el instituto, y mis padres no se pueden permitir que su hermoso hijo saque esas notas, ya que no hay forma de fardar de un hijo que no ha conseguido pasar del 2.3 en matemáticas y su media general es un 5.1.

Y aquí es donde entra Til, o Tail o como se llame el tío este. Al parecer siempre ha sido un niñato prodigio de esos, y a sus 23 años le lleva 2 (como mínimo) de diferencia a la mayoría de su clase.

Mi madre me pellizca disimuladamente el muslo y me saca de mi ensoñación. Me froto los ojos con una mano y pongo mi atención a la conversación que están teniendo los adultos en este instante.

𝖭 𝖤 𝖨 𝖦 𝖧 𝖡 𝖮 𝖱 [ taehyuck ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora