Capítulo VIII

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Al final terminé durmiendo en la cama de Grahim.

Antes de bañarme me enseñó un poco la casa, aunque la verdad casi no recuerdo nada, y eso fue hace... ¿tres horas? No importa.

La casa, como mencioné una vez, era de dos pisos. Las escaleras llevaban a un gran corredor, este tenía tres puertas. La del fondo a la derecha era un baño, la del frente a esa era el cuarto de Grahim, la del medio de la izquierda era de sus padres (eso no lo entendí, parece que venían a visitarlo de vez en cuando) y la primera a la izquierda era para huéspedes, pero según Grahim, el cuarto estaba vacío. No puedo comprobarlo pues la puerta estaba cerrada con llave.

La primera puerta de la derecha conducía a un cuarto lleno de estantes de libros, papeles, un escritorio y una lámpara de mesa.

Al despertar el día comenzó y transcurrió con normalidad.

Igual que el siguiente.

Y el siguiente.

Y el siguiente...

-

Meses después.

-

Habían sido unos grandes cinco meses.

Las vacaciones de primavera estaban a la vuelta de la esquina

Hace dos meses que Impa se le declaró a Zelda, y está por supuesto que la aceptó.

Me sentía muy feliz por ellas, llevaba años esperando que esto pasara.

Las había acompañado de paseo al bosque a petición de Impa, ella me contó sus planes para pedírselo a Zelda. Por supuesto que la ayudé.

Cuando el sol estaba en el punto más alto, yo me inventé una excusa y las dejé solas, rápidamente fui por lo que Impa había dejado en el auto, flores (princesas de la calma, las favoritas de Zelda) y un anillo de plata con un pequeño diamante (¿mencioné qué a Impa se le da encontrar minerales valiosos y gemas preciosas? De eso vive).

Nos reunimos dónde quedamos y le entregué todo.

Lo demás lo dejé en sus manos... y salió bien.

En lo personal, mi relación con Grahim iba muy bien, nos conocíamos bastante, podíamos saber cómo se sentía el otro sin la necesidad de palabras.

Una vez lo ví tan enojado que no podía controlar su ira y empezó a lanzar cosas por todos lados. Logré esquivar la mayoría pero al final me alcanzó una mochila, dándome de lleno en la cabeza.

En cuanto solté un quejido bastante alto Grahim se detuvo, la ira desapareció inmediatamente de su rostro y me miró con preocupación y culpa.

Rápidamente hizo que me recostara en el sofá. Me trajo almohadas, una bolsa con hielo, medicinas y lo más importante, no paraba de disculparse, excusándose de que su temperamento hacía que se saliera de control.

Cuando le dije que estaba exagerado él hizo caso omiso de mi comentario y siguió con sus cuidados.

Ya no dije nada al respecto. Si bien me sentía muy dependiente, me gustaban sus mimos...

-

Todo estaba llendo tan bien...

Una semana antes de vacaciones, Grahim me acompañó, como siempre, a mi apartamento pero...

El dueño del edificio, un señor hyliano de edad ya algo avanzada, me esperaba fuera de la puerta que daba a mi apartamento.

-Oh, Link- saludo en cuanto nos vio llegar, parecía nervioso y en sus mirada pude notar cierta preocupación, no dejaba de mirar a todos lados -Muchacho, debemos hablar- volteó a ver a Grahim -Puedes ser en privado, si prefieres.

-No así está bien.

Confiaba en Grahim, sabía que él no diría nada, era muy bueno guardando secretos.

El dueño suspiró, seguía con mucho nerviosismo.

-Mira, ehh, Link, verás... sabrás que la señora Class se fue hace tiempo.

-Si, dijo que encontró un departamento más convencional.

El viejo se rasco sus cabellos grises.

-En realidad, yo la ehh, corrí. Me debía muchas rentas y ya no podían dejar que siguiera viviendo tan a sus anchas.

-¿Por qué me cuenta todo esto?- lo interrumpí.

Me miró, pude ver en sus ojos cierta tristeza.

-Te doy una semana para que encuentres otro lugar y te devolveré el dinero de este mes- dijo con gran pena. El alma se me fue a los pies, ¿me estaba... corriendo?

-P-pero, ¿por qué?

-Link, por favor, solo házlo- sus ojos tenían una pocas lágrimas, ¿qué estaba sucediendo?

Dejé marchar al anciano y entre a mi “antiguo” apartamento. Me senté en una silla y cerré los ojos, pensando en lo que acababa de suceder.

-¿Estás bien?- oí preguntar a Grahim. Abrí los ojos y lo miré, intentando ocultar mi frustración, pero no funcionó.

-Si, es solo que...

-Tranquilo, yo te apoyo, solo dime lo que necesites

-Gracias, pero no te preocupes, ya lo solucionaré- intenté forzar una sonrisa, pero la verdad, el estrés me estaba ganando.

Solo quería recostarme y revolcarme en mi propia autocompasión, pero debía ser fuerte, no puedo depender de nadie más.

Grahim me seguía mirando, pude notarlo por el rabillo del ojo y juraría ver una chispa pasar por sus ojos.

-Link, podrías quedarte conmigo- dijo, se oía entusiasmado con la idea, y me contagió un poco.

-¿En serio?- volté a verlo y el asintió con una sonrisa tímida en su rostro -Gracias, no te preocupes, conseguiré lo más rápido que pueda un nuevo departamento para no causarte inconvenientes.

La sonrisa de Grahim vaciló.

-En realidad yo... me refería a algo...- su voz fue bajando de tono y sus mejillas se empezaron a teñir de rosa -me refería a algo... per-permanente.

Me quedé sin palabras.

Me estaba ofreciendo vivir con él. Nosotros, dos, solos.

Ahora me tocó a mí ponerme colorado.

¿Que debía contestar?

La respuesta era obvia, pero...

Pensé por un momento la mejor manera de responderle.

-Pues, yo... si no es mucha molestia, y te prometo que te ayudaré con los gastos- dije lentamente.

-Claro, es un trato.

-

Bueno, durante los siguientes días estuvimos llevando todas mis cosas personales a la casa de Grahim.

No era muy lejos y no eran muchas cosas, por lo que no tardamos mucho, en especial con la ayuda de Zelda, Impa y Eitan.

Sip, el orni amarillo, mi amigo. Regresó de su viaje y se quedará unos días.

Por lo visto, sus padres encontraron que era mejor ir a vivir al sur, pues por allá hay mejor mercado, por lo que se irá a vivir muy lejos.

Prometimos que una vez graduados iríamos a visitarlo.

Al final terminamos de mover todo y mi nueva vida en la casa de Grahim comenzó... al igual que mis problemas.

Jaja, me quedó bien x

Con un vistazo (Ghiralink, AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora