Con un vistazo (Ghiralink, AU)

Capítulo XIII

Pensé a la desesperada en cómo abrir la puerta.

No tenía idea de lo que pasaba del otro lado, pero de dos cosas estaba seguro, uno, no era nada bueno y dos, Grahim estaba en problemas.

No solo se escuchaban los gritos de mi novio, sino también risas... risas maniática, risas que disfrutaban del dolor de otro. Distinguía tres voces diferentes a las de Grahim, una mujer y dos hombres.

No lo tendría nada fácil para liberarlo. Aunque eso era lo de menos, empecé a a sentir una ira en mi pecho, sentía como crecía y me llenaba de adrenalina. Esas asquerosas personas que trabajan con Ilian las pagarían caro...

Busqué rápidamente con la mirada  algo que me ayudara, cuando mis ojos pararon en un clip de papel en una esquina al lado de la puerta.

Lo sujeté y lo moví en donde se supone que iba al llave hasta que escuché un click.

Bingo.

El corazón me latía a mil por hora mientras habría la puerta lenta y cuidadosamente para asomar un poco la cabeza. Del otro lado de la puerta se encontraba un enorme y oscuro pasillo, a mi izquierda se veían unas sombras, además los gritos de quién amaba venían de esa dirección al igual que las risas de esos desgraciados. Debía ir.

A la derecha, el pasillo continuaba en línea recta hasta una sala, si alguien se asomaba era mi fin.

Cerré la puerta silenciosamente y comencé a caminar hacia esos sujetos, entonces reparé en que no tenía un plan establecido.

Ok, eso fue estúpido de mi parte, pero, entre la ira, el miedo y el temor a fracasar y perder al amor de mi vida, no estaba pensando con mucha claridad en ese momento, era imposible.

Me acercaba a paso lento y algo tembloroso. Todo mi cuerpo temblaba, la adrenalina estaba al máximo y el corazón me dolía de tan fuerte que palpitaba.

Seguí avanzando y no podía evitar ver detrás de mí cada tantos segundos, aunque viera a alguien, si esa persona me veía, estaba muerto.

Cuando estuve lo suficientemente cerca de la esquina, divisé una puerta en la pared contraria a la dirección de la abitación en la que me había encontrado momentos antes. Era negra y debido a la falta de iluminación del lugar, tenía sentido que no la hubiera visto antes, se camuflaba perfectamente.

Pegué mi oído a la puerta y para mí alivio, no escuché nada del otro lado, así que lentamente la abrí.

Mi corazón se detuvo cuando la puerta rechinó al abrirla provocando que las risas se callarán y los gritos se convirtieran en pequeños gemidos de dolor.

Sin dejar pasar un segundo, entré y cerré la puerta, echándole seguro.

Usé toda mi fuerza de voluntad para obligarme a aguantar la respiración y aplacar los latidos de mi corazón. Me senté al lado de la puerta y esperé.

Al principio solo escuché los pasos de los sujetos, pero después oí como intentaban forzar la perilla de la puerta.

–¿Tienes las llaves?– preguntó un hombre de voz gruesa.

–Se supone que las de es de tener tú, imbécil– respondió una voz de mujer bastante aguda, como de bruja.

–¿También lo escucharon, no?– preguntó un tercero de voz delicada pero imponente –El rechinar de la puerta, me refiero.

Un silencio.

–Bueno, yo escuché un ruido, pero no sé si fue la puerta, además, no guardamos nada en este cuarto, el señor debió haberla cerrado– dijo el primero.