Capitulo II

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No podía creerlo, simplemente no podía. Miles de preguntas se formaban en mi mente.¿Qué hacía Grahim aquí?¿Por qué me ayudaba?¿Quiénes eran estos tipos?¿Qué querían?¿De qué jefe hablan?

Si bien tenía mis dudas y preguntas, me ví obligado a prestar atención a los que estaba sucediendo.

Para mí suerte, Grahim se las arregló solo contra esos tipos. A los hylianos los había dejado casi inconscientes, mientras que el líder decidió dejar la pelea cuando descubrió la fuerza de su oponente, vaya cobarde resultó ser.
-Vámonos, no nos pagaron suficiente- dijo el líder, a continuación salió corriendo, seguido por sus compañeros, que no podían dar ni dos pasos sin caer al suelo.

Observé a ver a mi salvador.

Mi corazón latía con fuerza. Grahim, él me había salvado.

-Gra-gracias- dije. Grahim vestía con un pantalón de mezclilla, tenis negros y una camisa roja. Se acercó a mí y se detuvo a menos de un metro.

-No es nada- me miró -¿estás bien?¿no te hicieron nada?- preguntó, parecía preocupado. Me perdí un momento es sus ojos antes de responder.

-No, estoy bi- ¡ah!- sentí una punzada de dolor en mi brazo izquierdo, debió ser por la torcedura de hace un momento. Grahim tomó gentilmente mi brazo y lo inspeccionó.

-¿Te duele?- preguntó, asentí.

-Solo un poco, no es para tanto- él me miró y levantó una ceja, soltándome.

-Ven- se giró y empezó a caminar hasta la banqueta, ahí se paró y volteó a verme. Comprendí que esperaba a que lo siguiera y así lo hice- Está es mi casa, tengo vendas y crema para los moretones- explicó -Vamos- y sin más entro y yo lo seguí.

Por fuera la casa de por sí ya parecía enorme e imponente con ese color rojo sangre, bastante llamativa. Pero por dentro, el recibidor estaba finamente decorado. Era una sala  rectangular; a la derecha de la entrada se encontraban una escaleras de cristal que daban al segundo piso, a la izquierda había una puerta que, presumiblemente, llevaba a la cocina, en la pared del frente se encontraba recargado un sofá negro, también había varios sillones del mismo color, colocados en forma de media luna, a los pies de estos se encontraba una alfombra circular de color rojo brillante, en el centro de ésta había una mesita de madera de caoba, en la cual había un juego de té que parecía de porcelana.

-Voy por las vendas, siéntete como en tu casa- terminado eso, desapareció tras la puerta. Decidí sentarme en el sofá y esperar hasta que volviera.

La habitación estaba bien iluminada y tenía un olor peculiar, no me disgustaba pero era raro, parecía té. Me preguntaba dónde estarían los padres de Grahim. Tal vez vivía solo.

Cuando regresó llevaba en sus manos las vendas y un pequeño bote, la crema, supuse.

Colocó todo en la mesita y volteó a verme.

-Quítate la camisa.

-¿Eh?

-Vamos, sino ¿cómo te pondré ésto?- la cara se me puso un poco roja, pero hice lo que me indicó.

-Y-yo puedo hacerlo, no tienes que molestarte- objeté. Él solo sonrió.

-No te preocupes por eso.

Sentía mucha vergüenza. Grahim no me quitaba la vista de encima mientras yo me desabrochaba primero el saco y luego la camisa. Cuando termine el empezó a aplicar la crema y colocar las vendas. Se sentía muy bien sus manos en mi piel.

-¿Sabes a qué se referían esos chicos al decir que no les pagaban lo suficiente?- me preguntó. Negué con la cabeza.

-Es la primera vez que los veo, pero...- decidí callarme. No quería meter a Grahim en un asunto que solo le traería problemas, de por sí ya había sido tan amable conmigo.

Con un vistazo (Ghiralink, AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora