Capítulo 32

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—¿Cómo está Polonia? —le preguntó Reino Unido al francés una vez este último llegó a la casa ubicada en territorio británico.

Francia dejó las llaves sobre una de la mesas de noche marmoleadas en color salmón e hizo una mueca indecisa comenzando a pasearse por la habitación.

—Se siente mucho mejor ahora —respondió con simpleza—. Se le abrió el apetito en casa de USA, me sentí bastante aliviado en cuanto le volvió el color a la cara y dejó de estar tan pálido. Además paró de vomitar.

—Oh, qué bueno —se limitó a decir UK dejándose caer en uno de sus sillones impecables, pequeños y adecuados para combinar con las sabanas pasteles de la cama—. ¿Sabes? Estoy un tanto inquieto —confesó jugando con sus manos—, aquí me huele a gato encerrado.

—¿Por qué lo dices? —cuestionó el francés dirigiéndose hacia una pared de papel (de estas que se usaban para el cambio de ropa) y dispuesto a descasar del viaje, comenzó a quitarse la camiseta a rayas blancas y negras que siempre llevaba consigo.

UK no supo como responder.

—No lo sé —dijo el inglés—, es que es extraño que ONU decida traerte a casa, dejar a Polonia en casa, pero no dejar al resto de esos chicos —opinó Reino Unido.

—Hmm, es cierto. Pero creo que olvidas que esto ONU comenzó a hacerlo con la intención de reforzar los lazos internacionales —comentó Francia buscando entre los cajones de la cómoda algo que pudiera usar para dormir—. ¿Te preocupa que estén todos en casa de USA?

—No, claro que no. Bueno, tal vez —respondió UK pensativo y luego suspiró pesadamente recostando su cabeza contra el respaldar del sillón.

El francés sonrió enternecido y pasó sus manos por los espacios de la parte superior de su pijama para después salir de detrás de la pared de papel florado; sin falta alguna, Francia notaba como Reino Unido se preocupaba frecuentemente por sus chicos, en especial USA (aunque este intentara disimularlo).

—Él está bien, UK —dijo el chico que solía usar boina, pero que en ese momento no la llevaba puesta—; la vida le está tratando bien. De hecho... Canadá también estaba ahí, ¡y vaya que se a puesto robustito! Hablamos muy poco mientras veíamos televisión, me habría gustado hablar con él más tiempo. Y me complace decirte que no ha olvidado hablar mi idioma tal y como se lo enseñé de niño.

—¡No digas tonterías! —saltó a decir el inglés—. Canadá habla mejor mi idioma, no pienso decírtelo más.

Francia soltó una dulce carcajada por lo bajo.

—Claro que sí, UK. Ellos siempre tendrán tu personidad reflejada de alguna forma.

↠↞

—Si vuelves a sentir malestar, no dudes en llamarme —dijo ONU delante del polaco aferrándose un poco a su propio abrigo—, en ese caso vendré a cuidarte o enviaré a alguien para que no estés solo.

—De acuerdo —asintió Polonia con aire pesado y luego con la ida de ONU, el chico de suéter cerró la puerta delantera de su hogar bajo llave y cadenas de por medio.

Se llevó las manos al rostro para soltar un quejido basado en crisis existenciales y con mal aire deslizó una de sus manos a su bolsillo izquierdo; debía llamar a alguien, quien sea, alguien que le comprendiera y apoyara en ese tipo de situaciones.

Alguien como Lituana.

Así que, el polaco alzó su celular pensantivo con la ficha del contacto del lituano abierta en la pantalla y se apresuró a presionar el botón de llamada. Si alguien podía aconsejarle sobre sus inestabilidades, era Lituana.

¡BOOM! ★ Country humansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora