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No fue la primera vez que lloré por Jimin desde que Namjoon y yo decidimos intentarlo. A veces lloraba de la nada o me quedaba bastante distraída. En todas esas ocasiones Namjoon solo me abrazaba y posteriormente me hacía reír incluso cuando le gritara que me dejara sola. Él nunca dejó que cayera, ni que renunciara a él, pues en una ocasión le grité que era una pésima idea salir con él aún sin superar a Jimin, él solo me había cerrado la boca con un beso.

A veces pasaba las noches en su departamento cuando él salía de su consultorio y me iba a recoger, simplemente porque quería verme. Sentía que a veces me secuestraba o yo absorbía mucho su tiempo pues él tenía que avanzar con unas investigaciones, pero aún así, estaría a mi lado, al menos haciéndome compañía o escuchando sobre mi día.

Rara vez discutíamos y prácticamente era cuando o él tenía un mal de día y estaba estresado, o yo simplemente tenía ganas de gritar o porque en tanta broma él soltaba algo bastante rudo y yo le lanzaba la almohada en la cara o lo que sea. Normalmente nos amistábamos a los minutos antes de que él explorara mi cuerpo.

Sí, fue rápido, pero la vida sexual de uno era algo tan... Para nada tabú ni algo sagrado. Él inclusivo como mi doctor sabía de mi actividad sexual y yo de él, pues él también era activo, aunque había bajado su actividad desde que me conoció.

No éramos pequeños y tampoco éramos descuidados. A veces nos habíamos quedado con las ganas, puesto que no habíamos más condones, y él se maldecía enormemente de no comprar más o qué me separa una cita con él, para que vea que método era mejor para mí, teniendo en cuenta mi historial clínico pasado.

Él decía que el método correcto para mí sería la T de cobre, y pues yo no dudaba de su juicio, lo único que dudaba es que no quería que me lo pusiera.

—No, Namjoon. ¿Dónde está tu ética profesional? Nunca se atiende a familiares ni personas cercanas.

—Pero yo quiero ponertela— él insistió.

—¿Y si te distraes por mi vagina o tienes una erección?

Él empezó a reírse con ganas mientras se cubría el rostro con unas hojas. Oírle reír así era bonito. Poco después me miró. —No tendré una erección, por dios. Nunca he tenido una erección al atender a alguien, ni siquiera tuve una cuando te la vi y me parecías guapa.

Dios mío

—¡Cállate! — le lancé un cojín, pero terminé mordiéndome los labios. —Sabía yo que había algo raro en ti.  Dios, no puedo olvidar que la primera vez que lo hicimos y le dijiste: hola, una vez más campeona. Te odio.

—Oh sabemos que no me odias y esa campeona tampoco.

—¡Namjoon!

Él solo se rió.

Ese tonto me volvía loca de amor.

Ghostin + knj ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora