10

23 3 0
                                    

Domingo, despierto en el sillón con la televisión encendida. Dejé de jugar y me puse a ver la tele anoche, pero olvidé apagarla.

Me levanto y me voy a la cocina, tengo mucha hambre, así que hago unos hot cakes.

Decido hacer la comida de una vez, porque sé que mi madre y mis hermanas volverán en la noche y quisiera ahorrarles el trabajo. De pronto, llaman a la puerta y resulta ser mi vecino. Ángel, es un chico callado, tiene 17 años y vive solo, se nota que no le gusta mucho socializar, ya que solo vino a darme el correo, no acostumbro recogerlo y por eso siempre me lo trae, lo invito a desayunar como buen vecino que soy. Inusualmente acepta, no me lo esperaba, ya que comúnmente me rechaza.

Entra a mi casa y lo invito a sentarse en la sala, me obedece, pero para mi sorpresa después de un rato entra a la cocina y se acerca mirándome hacer los hot cakes. De pronto me dice:

-¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?- moviendo la cabeza.

-¿Eh? No, no te preocupes, ya casi termino- ya llevaba el penúltimo hot cake.

-Es que estoy aburrido...

Lo miro extrañado y accidentalmente dejo caer un poco de la mezcla de hot cakes haciendo que se queme en la estufa.

Diablos.

Noto que se acerca a mí.

-¿Estás bien?

-Sí, descuida- suspiro, apago la estufa y comienzo a limpiar lo que se derramó.

-Eh... Ok- se va a la sala.

Después de limpiar, voy a la mesa con un plato repleto de hot cakes y dos tazas, los pongo en la mesa y le sirvo café. Mientras tanto, me mira.

-Listo- me siento.

Se sienta enfrente mío y comienzo a comer. Me percato de que sólo disimula mirarme mientras come poco a poco.

¿Por qué? No lo sé pero me resulta algo raro. Termino de comer y lo miro.

-Espero que te guste.

Me escucha pero no responde a mis palabras, sólo sigue comiendo. Por fin termina y se levanta con sus utensilios, los lava y me mira.

-Gracias. Estuvo delicioso.

Al escuchar eso sonrío.

-No hay de qué.

Casi nunca hablamos, por eso me alegró haber desayunado con él y que le gustara lo que preparé.

Pero bueno, a partir de aquí continué con mi rutina, salí por el mandado, vi la televisión, jugué videojuegos, hablé con algunos de mis amigos, Andrés, Mika, Aylen... Evitaba a Ámbar, desde lo de ayer. No quiero hablar con ella.

Acostado en el sillón me quedo dormido.
Alguien de voz dulce y aguda me despierta.
Es mi madre.

Me agradece por haber hecho la comida y me dice que me vaya a la cama. Me levanto y besa mi frente.

Me voy a la cama.
Me comienza a doler el estómago, de nuevo...

No hago nada más que abrazarlo hasta volver a quedarme dormido.

Entonces me preparo y me voy. Me acerco al periódico mural y veo que hay una convocatoria para el Club de Rock and Roll, como pueden ver, no hay mucho que decir sobre mi rutina así que me inscribiré, debo asistir una hora antes de clases a partir de mañana.

¿Sabes?
Extraño a Ámbar.
(Quiero estar con ella ahora...)
Pero sé que no debería.
Debo ahogar las mariposas en mi estómago rápido.

Pasan las horas de clase hasta que por fin terminan. Pero minutos después recibo un mensaje, de Ámbar.

–Necesito hablar contigo, es importante.

¿En serio?
¿Me trata como un juguete y encima quiere que la ayude? Debe ser una broma. Será la última vez que la ayude con sus problemas, porque ya estoy harto.

Voy a su escuela y la espero, me percato de que ya sale pero, no está con Mika, parece que ya no andan juntas.
S

e acerca a mí, la miro serio y suspiro.

–¿Qué pasa?

–Vamos– me toma de la mano y me lleva a su casa.

–¿Qué es lo que quieres?– la miro cansado. Entramos a su casa y me mira feliz.

–Romperé con mi novio.

–¿En serio?– me sorprendo un poco.

–Sí, tú lo dijiste, es un imbécil.– se acerca y acaricia una de mis mejillas –Yo merezco a alguien mejor...

–¿Eh?

Entonces me besa. Diablos, sólo provoca cosquilleos en mi estómago.

Espera.
¿Romperá con él...?
¿Tengo oportunidad?
No.
¿Qué demonios estás diciendo Adrián?

Me separo y ríe.

–Vamos Adrián, sólo dejate llevar– me abraza del cuello.

La miro por un segundo sin saber qué decirle. Hasta que añade:

–Yo nunca tuve intenciones de jugar contigo... Me diste curiosidad cuando te conocí, pero al final me terminé enamorando de ti... Perdóname si llegaste a pensar mal.

Me alegra saber eso. Ahora ya no tengo dudas...

La amo.
Estas mariposas en mi estómago son muy insistentes.

Entonces la beso, corresponde y después de un rato, me separo.

–Te amo.

–¿E-entonces... Vamos en serio?– se sorprende.

Me sonrojo al escuchar aquellas palabras, pero  confirmo su pregunta asintiendo con la cabeza, para volverla a besar.

A partir de este momento, dejamos de actuar y nos dejamos llevar.

(Me siento mejor)

¿Mariposas en el estómago? Ahógalas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora