Tiempo. Es lo que muchos desean controlar pero está fuera del alcance de cualquiera. Solo queda acostumbrarse a él y jugar a no ser su prisionero, imaginar que podemos manejarlo a nuestro antojo, pero no es así. A Camila no le gustaba pensar en él como un enemigo aunque estaba consciente de lo inevitable que resultaba ser su repentino y espontáneo avance. Ella más bien prefería dejarse llevar por el tiempo sin necesidad de atormentarse al pensar en que tan rápido este transcurre y cuánto le pertenece a ella. Absorta en sus pensamientos, con la mirada perdida en el ordenador sobre su pequeño escritorio, se encontraba en su cubículo tratando de redactar una nueva columna. No había ideas, nada de inspiración. Y eso la frustraba a mil. Su mirada estaba clavaba en el reloj que colgaba de una de las paredes de su cubículo y el sonido que éste emitía con sus manecillas parecía estar produciéndose a milímetros de sus oídos.
Solo quiero ir a casa para poder relajarme, es todo. Ese llevaba siendo el único pensamiento que daba vueltas en su cabeza desde hace al menos dos horas, durante las cuales no había conseguido concentrarse en redactar. Soltó un suspiro y se dejó caer hacia atrás contra el respaldo de su silla viendo fijamente la pantalla del ordenador.
-¿Tienes algo, Cabello?.- Dinah apareció desde el lado izquierdo de su cubículo husmeando en su lugar.
-Nada.- Gruñó la castaña atando su cabello en una coleta alta.
-Pues será mejor que pongas el hámster a correr sobre su rueda porque Ágatha está exigiendo nuevo material.- Dijo la chica de brillante piel acomodando su melena rubia.
-No me lo recuerdes.- Se quejó Camila.
Apenas había puesto un pie al interior del edificio aquella mañana su jefa le había abordado para exigirle un nuevo artículo para la revista. Siempre se había caracterizado por originalidad y por darle sabor a chisme a sus redacciones, es por eso que le habían contratado luego de acabar su práctica, por su gran desempeño durante ésta. Pero ahora sentía que estaba perdiendo la chispa. No había nada nuevo y no podía simplemente empezar a inventar cosas, había jurado jamás convertirse en aquel tipo de periodista que vivía escribiendo a base de absurdas suposiciones. Ella quería algo real.
-Temo que me despida si no le doy algo bueno al acabar la semana.- Se lamentó mientras caminaban hacia el ascensor. La jornada había terminado.
-Eso no pasará.- La tranquilizó su amiga- Eres una de las mejores periodistas que conozco. Tus artículos siempre han sido increíbles y hasta creo que te mereces un ascenso y aumento.
-Es muy satisfactorio escuchar eso, y te lo agradezco pero......- Sacudió la cabeza ligeramente- Es ella quien toma las decisiones y sabes cuanto me aterra.
-Podrías seguir mi consejo e inventar un chisme acerca de Kim Kardashian o algo parecido. Eso siempre funciona.
-Sabes lo que opinó respecto a eso.- Dinah rodó los ojos frente a lo cuadrada que podía llegar a ser su amiga a veces.
-Su rostro se vería impresionante en la portada de Mirror. Yo sólo digo.- Se encogió de hombros la más alta concentrándose en su goma de mascar.
No lo haría. Saldría de aquel aprieto sin tener que recurrir a las mentiras. Esperaría a llegar a casa para hacer un par de llamadas y ver si podía conseguir acercamiento a algo bueno. Necesitaba algo que diera que hablar. Nada trillado ni repetitivo. Algo completamente fresco. Estaba jodida, era una tarea difícil. Se despidió de Dinah a las afueras del edificio, con la rubia repitiéndole otra vez que pensara en su consejo. Acomodó su abrigo y bufanda antes de esconder sus frías manos en sus bolsillos y ponerse a caminar por las frías calles de Chicago. El invierno había comenzado hace tan solo un par de días pero el frío ya comenzaba a ser intenso y las calles estaban ligeramente escarchadas.
Toda la piel se erizo bajo sus prendas pero ella decidió ignorarlo pues ya no quedaba mucho para llegar a su destino. Con la llegada del invierno, el restaurante de su abuelo perdió un poco de público pero aún así habían muchas personas disfrutando de la exquisita comida mexicana que ofrecía. Cruzó las puertas del pintoresco lugar llamando la atención de unos cuantos sonriendo a labios juntos con amabilidad. Quitándose la bufanda de alrededor del cuello, caminó por el lugar saludando a los ya conocidos empleados.
-Hola Mila.- Saludó Layla con una amplia sonrisa.
-¿Mucho trabajo?.- Preguntó Camila besando su mejilla y dando una rápida mirada panorámica al restaurante.
-Hemos tenido mejores semanas, pero ya sabes cómo es. Las personas le temen al frío.- La chica rodó los ojos haciéndola reír.
-Es intimidante.- Se encogió de hombros antes de continuar su camino hasta la cocina.
Justo a la vuelta de la esquina, sentada frente a una pequeña mesa instalada especialmente para ella, estaba su hija. Sonrió al verla tan concentrada coloreando y charlando con Shawn, quien estaba recargado con sus antebrazos contra el mueble poniendo especial atención a todo lo que la niña de cuatro años decía. Sus ojos marrones dieron con los de su amigo y éste le sonrió de medio lado.
-Mira quien está aquí, Cat.- Escuchó al castaño decir.
-¿Mami?.- Preguntó casi con un chillido la pequeña que se giró con rapidez luego de recibir un asentimiento por parte del muchacho.
-¿Estás coloreando sin mi?.- Camila hizo un ligero puchero observando a su hija correr en su dirección. La recibió entre sus brazos sintiendo como el cuerpo inmediatamente se le llenaba de calor.
-Solo unos cuantos dibujos. Shawn me está ayudando.- Dijo la niña sonriendo con complicidad- Pero no es tan bueno como tú.- Susurró cerca de su oído causándole gracia.
-Eso ya lo sé, pero no sé lo diremos ¿De acuerdo?.- La pequeña asintió rodeando el cuello de su madre con sus bracitos en señal de querer ser alzada.
-¡Hey! ¡Secretos no!.- Shawn le llamó la atención a Cat quien se llevó un dedo a la boca luciendo adorablemente culpable- ¿Qué tal tu día?
-Normal.- Murmuró con simpleza la morena dejando a Cat de regreso en la silla.
-¿Aún nada?.- Ella negó acariciando el cabello de su hija- Ya encontrarás algo de lo que hablar, ya verás.
-Necesito algo para el viernes o estoy muerta.
-Bueno, no sé cómo ayudar exactamente.- El más alto rascó su nuca frunciendo el ceño.
-Ideas me vendrían bien.- Bromeó Camila dándole un flojo codazo en las costillas.
-¿Qué tal deporte?.- Sugirió Shawn.
-¿Deporte?.- La castaña frunció el ceño intentando encontrarle lógica a su comentario.
-Los deportistas están dando mucho de que hablar, señorita Cabello.- Dio un divertido toque con su dedo en la nariz ligeramente enrojecida de ella- Y el invierno está aquí así que el Hockey es una buena opción.
-No suena mal.- Admitió mientras pensaba en ello- Puedo llamar a Liam. Es preparador físico de este equipo, ¿Cuál es su nombre?
-¿Las Chicago Blackhawks?
-¡Exacto, sí!.- Exclamó victoriosa- Le pediré un poco de información o tal vez algo de acercamiento a el equipo.- Dijo rebuscando en sus bolsillos por su móvil.
-¿No me agradecerás?.- Shawn la miró fingiendo estar indignado y ella se puso de puntillas para besar su mejilla antes de volver a lo de dar con el contacto- Bien, dejare de holgazanear porque ya estás aquí para vigilarla.- Señaló a Cat quien seguía concentrada en colorear- Le dire a tu abuelo que estás aquí.
Ella solo asintió antes de regresar su vista a la pantalla de su móvil en donde el contacto de su otro amigo relucía pidiéndole a gritos ser marcado. Dejó escapar un suspiro. Esa tenía que ser su salida.
***
Hola amigos! Bienvenidos a esta nueva aventura.
¿Están listos?
P.D: Como siempre disculpen los errores gramaticales y ortográficos.