Aitana despertó destemplada con el frío. La noche anterior se había quedado dormida llorando sobre la colcha sin sacarse siquiera la ropa que llevaba en la cena.
Luis no había vuelto tras la discusión y tampoco le extrañaba. Comprobó que tampoco tenía mensajes en el móvil. No le creía capaz de marcharse a Madrid sin despedirse siquiera pero tampoco podía descartarlo después de lo sucedido entre ellos.
Se levantó con dificultad, sintiendo cada hueso de su cuerpo entumecido. El suelo de cerámica estaba frío bajo sus pies y a juzgar por la luz azul que entraba a través de las cortinas aún era muy temprano.
Se acercó a la ventana deseando contemplar el mar para calmar sus ánimos y respiró aliviada al ver al objeto de sus desvelos sentado con los pies metidos en la piscina a pesar del frío.
Tenía que estar aterido. No tenía encima más que la camisa con la que había cenado la noche anterior. Recogió la chaqueta de donde había quedado tirada y después de ponerse ella misma una sudadera bajó a su encuentro.
El hotel aún estaba en calma. Solo al pasar junto al comedor se podían escuchar el sonido de los cubiertos y palabras sueltas en napolitano mientras el personal preparaba el desayuno para los más madrugadores.
Salió al patio de la piscina procurando no hacer ruido, observándole en silencio. Solo tras unos minutos carraspeó a su espalda logrando llamar su atención. Sus ojeras delataban la falta de sueño, los ojos rojos quizás las lágrimas.
Automáticamente sintió algo similar a un puñetazo en el estómago. Aquello era obra suya.
Odiaba hacerle sufrir y en lo que se refería a Luis ya no tenía claro si se estaba protegiendo para no sufrir ella o saboteando lo que podía llegar a haber entre los dos.
La noche anterior estaba siendo perfecta. Demasiado. Se estaban comportando como en una primera cita.
Excepto que hacía nueve años que se conocían, excepto que acababan de tener sexo varias veces.
Excepto que no era, en absoluto, una primera cita y le dio miedo salir al mundo real.
Un mundo en el que Luis seguía casado, Aitana vivía a caballo entre dos continentes y todo el mundo se sentiría con derecho a opiniar sobre lo que había entre ellos. Propios y extraños.
En ese aspecto no habían cambiado tanto las cosas desde la primera vez que lo habían intentando y le daba pánico pensar que todo pudiera acabar como la primera vez.
El problema de tomar decisiones sobre su futuro era que le obligaban a analizar su pasado y, sobre todo, su presente.
¿Qué coño era lo que había entre ellos?.
Había atracción, desde luego, y lealtad inquebrantable.
Pero no estaba segura de que esos dos ingredientes fuesen suficientes para construir una vida juntos.
Ponerse frente a la misma sociedad que había arrasado con todo lo hermoso de su relación años atrás y exponerse a críticas, comentarios y burlas.
Claro que en esta ocasión sería aún peor, porque para el mundo entero serían dos adúlteros que habían traicionado la confianza de la dulce Nerea.
Los comentarios del 2018 iban a parecer literatura para niños al lado de lo que se iba a decir ahora si decidían hacer pública su relación.
Dejó la chaqueta sobre sus hombros y experimentó el familiar cosquilleo con el mero contacto con su cuerpo. Aquella sensación había llegado a ser algo tan intrínseco en su vida que no siempre era consciente. Pero allí estaba. Su corazón se aceleraba, su estómago se llenaba de mariposas y sentía la sangre abandonar su cabeza y correr por sus venas hacia lugares menos apropiados para tomar decisiones racionales.
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TIEMPO ROBADO
FanfictionA lo largo de ocho años un hombre y una mujer se encuentran todos los años, durante cuarenta y ocho horas, en un rincón perdido del mundo que es solo suyo. Se prometen que no habrá promesas. El resto del año tienen sus vidas. ¿Y si no fuese posible...