5. Questione di sopravvivenza

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Ma non c'e' ne
un'altra che sia uguale a te
una che riempie la giornata
una con la tua voglia di vita

Aitana estaba en medio de una sesión de fotos en México cuando la noticia se hizo, por fin, pública.

El reportaje tenía que servir para promocionar diseñadores del país centro americano y, si era posible, conseguir crear algo de expectación ante la salida de su nuevo disco.

Ya llevaba unas cuantas sesiones de fotos a sus espaldas y seguía las instrucciones del fotógrafo con soltura intentando acabar lo antes posible y retirarse al hotel a descansar antes del siguiente compromiso.

La diferencia horaria con la península siempre la ponía de mal humor unos días cuanto le tocaba viajar al otro lado del Atlántico.

Tampoco es que hubiese recuperado el ánimo desde que había vuelto de su última escapada a Positano, hacía ya tres meses.

Esbozó una sonrisa de agradecimiento casi mecánica cuando el fotógrafo dio por terminado el trabajo y se bajó de los tacones incluso antes de hacerlo de la plataforma en la que estaba posando.

Incluso en la distancia pudo comprobar que Olga se ponía pálida con lo que fuera que había visto en la pantalla su tablet y aceleró el paso pensando que algo malo podía haberle sucedido a alguien de la familia.

Pero el gesto nervioso de su prima y la forma apresurada y brusca de apagar la pantalla le hizo sospechar que se trataba de otra cosa.

- ¿Qué?

Olga no tenía idea de la razón de su extraño mal humor pero podía imaginarse que la exclusiva que acaba de hacer pública una conocida revista del corazón no iba a contribuir a animarla.

Impaciente, Aitana extendió una mano hacia su prima pidiendo, más bien exigiendo, el dispositivo. Solo tuvo que encenderlo para que la noticia que había estado leyendo Olga apareciese a todo color.

"La inesperada nueva pareja de Luis Cepeda"

El reportaje estaba acompañado de fotos a todo color.

En la primera foto reconoció perfectamente el barrio en el que vivía Luis. En una acera aparecían un hombre y una mujer. Él le pasaba el brazo por los hombros y le besaba en la sien.

En la segunda, la misma pareja salía de un restaurante con bolsas de comida para llevar y se reían de algo, ajenos a quien les observaba desde la distancia.

En la tercera, por fin, simplemente caminaban por la calle. Podían ser simplemente amigos, si no fuera porque sus dedos meniques se entrelazaban en un gesto que delataba una cierta intimidad.

Las fotos estaban ligeramente borrosas, como todos los robados, pero quedaba claro que los protagonistas no se habían molestado en esconderse.

El hombre era Luis Cepeda. Alto, atractivo y sonriente. Se quedó prendada de aquella sonrisa de Luis que parecía iluminar su rostro entero.

Y no cabía la menor duda sobre quien era ella.

Se había negado a conocer más detalles en Positano sobre la persona con la que él estaba empezando una relación.

De ninguna forma podía haberse imaginado que se trataba de alguien que ya conocía.

Nerea Rodríguez.

Concentró toda su energía en no alterar el gesto lo más mínimo, ni ante Olga, ni ante nadie.

Afortunadamente hacía ya mucho tiempo que nadie relacionaba automáticamente su nombre con el de Luis en cualquier artículo sobre ambos.

TIEMPO ROBADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora