2

669 40 2
                                    

Habían pasado dos días desde aquella fiesta y ya tenía ganas de ir a otra, no era de aquellas que disfrutaba mucho la sobriedad, así que la mayoría de las veces llevo conmigo una pequeña botella de wisky o vodka para no estarlo. Vi la hora, mi turno terminaría en tan solo cinco minutos, empecé a guardar mis cosas en mi bolsa y me levanté del escritorio, apagué el computador y salí al baño; me sentía relajada hoy, además salía más temprano, lo cual agradecía. Limpié mi rostro con un poco de agua, y salí, vi nuevamente la hora, ya era tiempo de salir, tomé mi bolsa y entré al elevador presionando el número uno.

Debatía mentalmente a qué lugar ir hoy, podría invitar a alguna amiga a una fiesta, o quizás a otros más. Ya me daba igual, solo quería salir, aunque sea saldría sola. Llegué a mi departamento, dejé mi bolso en el sofa de mimbre y encendí la televisión, no vería nada, pero odiaba el silencio que se creaba, abrí el ventanal que daba a mi pequeña terraza, tenía unas cuantas plantas ahí, en su mayoría flores y otras hierbas medicinales.

Caminé hasta la cocina y saqué algo de comida que me sobró del día anterior, la metí en una pequeña olla y la dejé calentando a fuego lento, fui a mi habitación y me saqué el abrigo, tomé mi celular y llamé a mi casi hermana versión rubia, Piper siempre había sido un gran apoyo, aún cuando mis padres fueran una mierda, ella siempre estuvo para mi, siempre intentó ayudarme, pero no era una madre o médica para poder hacer algo al respecto, al menos está cuando la necesito.

—Hola preciosa, ¿cúal es tu plan de hoy? —dijo con su dulce voz, sin embargo me hizo reír.

—Demonios Pip, pasaré por ti a las ocho de la noche, iremos a tomar algo y después a alguna disco.

—Me parece perfecto, no lleves algo tan apretado, no vayas a morirte.

—Está bien, nada apretado del pecho, lo prometo, nos vemos.

Corté la llamada y fui a la cocina a verificar mi comida, simplemente quería ya ir de fiesta, pero tenía mi día para relajarme.

Ya ibamos borrachas a la disco, no era la gran cosa, pero era segura para mantenernos un buen rato ahí. Nos encontrabamos en pleno centro de Londres, donde la ciudad no descansa por la fuerte música y las luces neón. Pagamos nuestra entrada e ingresamos, estabamos ya bastante alcoholizadas, no era necesario ir a beber algo más, solo nos dirigimos a bailar a la pista.

Dejé que mi cuerpo se guiara por el ritmo de la música y las luces, me sentía libre, sentí una mano en mi hombro, giré y me encontré con Piper junto a una chica rubia, solo la señaló y le asentí, me acerqué a su oído y le grité que le mandaría un mensaje para saber que iba a hacer. Se fue a través de toda esa gente para dejarme ahí, caminé hasta la barra para sentarme un rato, saqué entre mis pechos una bolsa con pastillas al verlo acercarse, suspiré, sonreí, sabía lo que debía hacer, metí una pastilla a mi boca y las otras las dejé en mi mano. Me bajé de la silla y me acerqué a él, lo besé y metí la bolsa dentro de su pantalón, sentí su toqué en mis pechos y la pastilla pasó a su boca, mordí su labio inferior y me alejé sonriendo, saqué el dinero y lo conté, perfecto.

Caminé nuevamente a la pista de baile, no había nada que me detuviera, me sentía mareada, con nauseas, pero me sentía bien, feliz. Unas manos comenzaron  a invadir mi cuerpo, su cuerpo iba al compás mio, mordí mi labio  y giré, me atrajo a su anatomía, quedando muy pegada a él, sonreí al volerlo a ver otra vez, al saber que lo había vuelto a encontrar.

—No esperaba verte aquí —me dijo al oído, apenas pude escucharlo —, y tu peluca casi me distrae totalmente.

—Al menos no olvidaste mi cara Francis.

Seguí bailando, rozando mi cuerpo con el suyo, quería irme en este momento de aquí e irme con él, sonaba una locura total, pero lo quería ya, aunque fuese en los baños estaría más que conforme, pero no quería parecer desesperada, así que seguí disfrutando del baile. Me giré para rozar todo mi cuerpo contra el suyo, sus manos paseaban tranquilamente por mi cuerpo, sus labios besaban mi cuello, me sentía tan relajada y ansiosa que no sabía como podía estar así tan solo con la música retumbando en mis oídos y sus suaves besos en mi piel, simplemente hacian una combinación perfecta en mi cuerpo.

—Vamos a mi casa —dijo ronco en mi oído, haciendo estremecer cada músculo de mi cuerpo, solo asentí y tomé su mano, saliendo del recinto, caminamos hasta la avenida principal y tomamos un taxi. Saqué mi celular y le avisé a Piper que me había ido, ella al instante me dijo que se iría con esa chica también.

Me acerqué a él, no me importó que el taxista nos viera, así que llevé mis labios a su cuello y empecé a besarlo, él acariciaba mi pierna, sabía que no podíamos llevarlo a más aquí dentro, tampoco me quejé, simplemente seguí inhalando su aroma y disfrutando de su sutil toque, no me sentía nada adormecida, tenía mucha adrenalina en mi cuerpo, tanta adrenalida y excitación que tan solo un roce ya me haría delirar.

Llegamos a su casa, tomé mi cartera, bajé con él, me quité los zapatos y caminé a su lado, abrió la puerta, pasamos al vestíbulo, dejé caer mis zapatos a un lado y tomé su mano, subimos las escaleras y caminamos hasta su cuarto, abrí la puerta y giré sobre mi eje para encontrarmelo de frente. Lo atraje a mi, lo besé, dejé que tocara cada parte de mi, y yo cada parte de él, me sentía tan extaciada que me creía capaz de perder mi orgullo por pasar todas las noches teniendo sexo con él, cada vez es diferente, y aún sigue sorprendiéndome.

CENSORED +18 | Robert Sheehan | Alissa LindbergDonde viven las historias. Descúbrelo ahora