Cap. 4. La Mañana, La Imprudencia Y La Visitas

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Ambos hermanos bajaron las escaleras unidos por las manos, la hermana mayor tomaba con sus protectoras manos a las del delgado muchachito, para enfrentar al insolente que pisaba las suaves alfombras de la sala, se trataba del conde Lozano, un hombre del que se rumoran muchísimas cosas que dañarían por completo su persona.
Era un hombre que luchaba por verse interesante, inflaba el pecho para verse lleno de músculos, esta acción solo hacia enaltecer el ridículo de sus pensamientos y creencias que la vana apariencia lo es todo en el mundo, era moreno y usaba unos lentes demasiado desgastados, entre tantos rumores el más sobresaliente y aceptable es que es una persona de muy bajos recursos económicos que trataba de encajar en las clases sobresalientes, lo único que conseguía eran lastimas y desprecios por tratar de llegar a una posición imposible.
- Señora mía, creo que ya sabéis el motivo de mi visita, vengo por su.... Por la segunda descendencia de su padre.
- Compórtate, ese acento tuyo y esos movimientos profanan de manera salvaje esta casa y la presencia de mi hermana – El pequeño Luis dijo con tal molestia de ver a alguien tan petulante como este conde, quien rápidamente se levantó de su reverencia.
- ¿Qué quiere? – Joseline interrogo con cierta curiosidad y molestia.
- Su padre me encargo de hacer un buen hombre a su... Hermano... Un buen heredero de la fortuna de los Frotingflosh Underhud. Un hombre que deje de usar vestidos como lo hace ahora, un hombre que este rodeado de mujeres y no duerma en una sola cama, sino en la cama de todas la jovencitas de Londres desobligándose de cualquier responsabilidad.
- Puede decirle a mi padre que no acepto la ayuda de un tipo tan arrogante como tú, prefiero quedar mil veces sin un quinto a tomar tu ayuda y convertirme en un ignorante de tu magnitud.
- Avisare a su padre de esta manera tan grosera de recibirme.
- ¿Y qué espera? ¿Cómo esperas que recibamos a un hombrecillo al que todo el mundo le tiene lastima y no sirve más que para perder el tiempo? Yo mismo afrontare las consecuencias que esto conlleve – En seguida Luis tomó la tacita de té que la buena Nana había traído en una bandeja dorada. – Es bien sabido que tú no eres más que un muerto de hambre que se la vive de mensajero ocasionando problemas y estragos por donde sea, pero en esta casa y esta familia no lograras hacer que tus enredos y escrúpulos causen problemas – Luis arrogo con fuerza a los pies del conde la tacita de porcelana, frágil y llena de furia estallo contra el suelo, haciendo que el líquido hirviente se derramara en las rodillas del hombre petulante. Luis levanto cortamente su ligero vestido blanco para caminar sin ningún remordimiento a su habitación.
- Mi buen intento de hombre, será mejor que se retire y si no quiere más problemas de los que ha causado a tan altas horas de la noche le voy a exigir que se vaya de aquí, no le damos caridad a hombres tan prejuiciosos como usted que aún conservan esa clase de moral y principios.

El conde Lozano fue bruscamente retirado de la casa de los Frotingflosh Underhud, tal brusquedad que probablemente hubiera roto su débil vestidura que daba lo mejor de sí para lucir bien. Era una buena razón para hacer algo de esa naturaleza, un hombre que cree que un muchachito debe instruirse para meterse en la cama de cualquier jovencita, enamorarla, obtener lo necesario y luego esfumarse como el humo del tabaco al viento.
El trance se rompió cuando el reloj sonó marcando las 12 menos 11 y la hermana mayor camino tranquilamente a la habitación de Luis, debía cerciorarse de que todo estuviera en perfecto orden.
- ¿Hermanito?
- Voy a dormir... Buenas noches...
La pequeña respuesta fue exclamada en un tono bajo... Triste... Quebrado... Tanto que logro erradicar en el sano juicio de Joseline para que la charla continuara al día siguiente.
La mañana estaba llegando, el viento se encargaba de llevar los suaves y finos trinos que los pajarillos cantaban con dulzura, el sol entraba suavemente penetrando las cortinas de satín blanco en la habitación de Joseline, abrió lentamente los ojos y miro el techo durante muy pocos minutos, reflexionando sobre lo ocurrido con su hermanito, su salud mental acababa de salir de un desequilibrio como para que un hombre estúpido llegara a alterar el orden. Se levantó con brusquedad para ir a la habitación de Luis, la puerta permanecía abierta, lo que aumento el estrés de Joseline. Al llegar a su habitación sus nervios se relajaron al ver que su hermanito contaba historias de París a los hijos pequeños de las sirvientas quien amablemente hacía el cuarto, preparaban el agua y la ropa para que Luis iniciara su día.
Los niños yacían sentados en el suelo con las piernas cruzadas y Luis un poco somnoliento sentado sobre la cama contaba dulcemente anécdotas de su país, mientras que las sirvientas miraban de reojo la escena y sonreían tiernamente.
Joseline se recargo levemente sobre el marco de la puerta y sonreía de manera tenue al ver a su hermanito tan sonriente, esa escena la comparaba como un angelito de ropas blancas lánguidas sentado sobre una blanca y hermosa nube.
Luis, al darse cuenta de la presencia de su hermana la invito a pasar, para que ambos se sentaran en la cama. La servidumbre junto a los pequeños abandonaron el lugar con las cosas necesarias ya listas.
Joseline tomo posición al lado de su hermanito y le sonrió de manera suave. Esto significaba para Luis más que un gesto simple, su hermana no era de muchas expresiones, pero Joseline estaba dispuesta a dejar su orgullo de lado para serlo todo para su hermanito.
- No cabe duda que a medida que creces eras más lindo hermanito – Exclamo Joseline tomando la mejilla de su menor.
- Oh basta... ¿No tuviste demasiado con molestarme cuando éramos más niños?
- No son mentiras, las mentiras a la larga se les cae la máscara que llevan puesta, esto ya lleva tiempo, ¿No crees que ha dejado de ser mentira?
Luis sonrió con un leve color rojo en sus mejillas, el color era tan ligero y natural que ningún maquillaje de París podría igualar.
- ¿Por qué...? ¿Por qué tus hermosas palabras no podrán igualar el acervo de mis tutores de literatura y poesía en París? ¿Quién te ha enseñado tanto?
- Mis maestros fueron la vida, el esfuerzo, la experiencia... Y el mejor de todos... El amor que le tengo al único miembro de la familia, tu mi hermanito lindo.
Ambos hermanos frotaron la punta de sus narices de manera suave, después, Joseline se levantó para que Luis pudiera vestirse de manera cómoda y no hacerlo sentir abrumado por cambiarse frente a una mujer o a alguien que pudiera turbar la pena de ver su cuerpo sin ninguna tela que cayera sobre su débil cuerpo.
Joseline bajo las escaleras hasta llegar al comedor, un comedor de paredes de madera de roble, roble del bueno, lleno de cuadros elegantes con una chimenea al fondo del que colgaba el cuadro principal, la pintura de la familia Frotingflosh Underhud, en el cual, la madre lucía un vestido no abultado como los de Luis, un vestido delgado y apretado a su cuerpo neutro y cabello chino arrebolado en una coleta sujeta por un listón negro, el padre, con un pecho amplio y en su cara reflejaba total seguridad e impotencia a cualquiera que lo mirara fijamente, lucía un traje de saco rojo y pantalón negro, Joseline ya había declarado que no le gustaban los vestidos, por lo que en la pintura usaba un traje dorado pastel, tenía una postura de persona sabia pero no engreída, segura pero no engrandecida, una persona totalmente neutra pero no ordinaria, la pintura no era nada a lo que es la hermosa Joseline, y al último Luis, era un niño pequeñito que la madre lo sostenía de sus hombros, Luis fijaba una mirada seria, pero en el fondo cualquier persona diría que Luis estaba encerrado en una burbuja de tristezas. Ahora Luis ha sonreído, mucho más que en esa pintura, quien sabe que había sucedido el día en el que se hizo creación de esa pintura.
Joseline observo pocos segundos la pintura, cualquier persona diría que no le agradaba del todo ver esa mirada lasciva de su hermanito.
Luis bajo al desayuno con un vestidito de tela totalmente liviana, con camisita y faldita que le brindaban total libertad de movimiento de blanco resplandeciente y su cabello nuevamente lucia alborotado, Nana se refugió en la excusa de que estaba peinado.
Nana y las sirvientas servían en bajilla de porcelana fina decorada con espirales azules y puntos amarillos, sobre la mesa ponían toda clase de alimentos, frutas, carnes, mariscos, vinos, zumos, vegetales... En fin, esos exquisitos manjares dejarían en ridículo los alimentos de las familias engreídas que muy en el fondo y con suerte tenían comían salsa de riñones podridos, era justo, tragar comida podrida como todos sus chismes, podridos.
Y tocando el tema del entorno exterior, alguien se acercaba a la casa de los Frotingflosh Underhud, era JungKook, que se acercaba de manera elegante pero no esforzada, una camisa blanca remangada y corbata negra un poco floja, un pantalón negro al igual que sus zapatos. Caminaba de manera nerviosa mientras en sus blancas manos llevaba un ramo de rosas, rojas y blancas envueltas en papeles coloridos, el argumento de JungKook era que los colores de esos papeles es lo que sintió al ver a Luis, colores, colores que inundaron el interior de JungKook.
Al llegar a la casa, empuño su mano para tocar sobre la gruesa madera de la puerta, a la que una sirvienta abrió amablemente.
- ¿Si?
- Oh, Hola, soy Jeon JungKook, y vengo a buscar al joven Luis.
- Permítame un momento
La muchacha se encamino al comedor levantando sus faldas negras con la cabeza baja, al llegar se acercó a Joseline.
- Disculpe, el joven Jeon JungKook viene a ver a Luis
Joseline se encargó de que Luis no se hubiera fijado en aquellas palabras y al ver que no fue así asintió con la cabeza permitiendo la visita con la cabeza, Luis de manera inocente continuaba comiendo, por hambre y por la promesa que le hizo a su hermana de alimentarse bien. Mientras los hermanos comían la sirvienta hizo pasar a la visita, quien fue guiado por la sirvienta hasta llegar al comedor y el silencio interrumpido por palabras alegres.
- Provecho Joseline, Luis.
El joven dijo el ultimo nombre en medio de una sonrisa abierta dirigiéndose a él ofreciéndole el ramo de rosas, Luis, al ver quien era no pudo más que atragantarse y ahogarse con la comida que se alejó de la mesa bruscamente, las sirvientas se apresuraron a limpiar el desorden pero JungKook se acercó de manera rápida dejando el ramo de lado y arrebatándole el pañuelo de las manos de las sirvientas limpio el pecho y contorno de los labios de Luis.
- P-Perdón n-no era mi intención hacer esto... S-Solo me dio gusto verte...
- Tranquilo JungKook, creo que mi hermanito no aprendió a controlar sus impulsos. – Joseline se hecho a reír mientras acercaba una copa de vino a sus labios.
- No no no eso no es algo de que reírse en serio ¡perdóname Luis...!
Luis, alejo de manera suave la mano con el pañuelo tratando de recobrar la respiración.
- Estoy bien... S-Solo... N-Nadie me había traído unas flores tan hermosas....
- No lo son tanto como tu presentación ayer en la fiesta
- ¿G-Gustas comer algo...?
- ¿Puedo...?
- Nana prepara un plato más para JungKook. – Dijo Joseline mientras observaba a su hermanito con su nuevo amigo. Tal vez sea un buen término temporal para el joven JungKook.
Las sirvientas llevaron los platos y dieron vía libre para que su paladar se deleitara con los alimentos previamente servidos.
- JungKook, a Luis y a mí nos gustaría que te quedaras después del desayuno a dar un paseo y a tomar el té en el almuerzo.
- ¿Eso es cierto? – JungKook dijo con una impresión totalmente alegre mirando a los hermanos.
Joseline se mostraba furtiva por sus palabras y su atrevimiento, Luis se sentía morir por la invitación y JungKook realmente feliz de poder convivir con unos hermanos de una familia de alta alcurnia y prestigio, era lo que menos le importaba a JungKook, lo único importante era que podía estar más tiempo con su futura y nueva amiga y su futuro ser más cercano, Luis. O quizá el destino no estaría de su lado y no favorecerá a JungKook, tendrá que conformarse con ser su simple amigo, eso también sería suficiente para él, devastador, trágico, insuficiente, pero el buen JungKook debería tratar de soportar.

He Was Looking A PrincessWhere stories live. Discover now