Cap. 8. Buenos Dias Princesa

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- ¿Crees que pueda salvarse?
- Claro que sí, estoy segura de ello, es un gesto muy lindo que quieras salvarlo.
El pobre gato continuaba con pocas fuerzas, incluso para lanzar un último maullido, afortunadamente el agua tibia y trapos de las sirvientas podrían mantenerlo hasta mañana por la mañana para llevarlo a un mejor tratamiento. No habría problema de tener un gato en la mansión de los Frotingflosh Underhud, siempre y cuando Luis no quiera un perro, un ave, un conejo, un pato, un gallo, un cerdo, una cabra... Bueno, no ahora que no tenían espacio para ellos, pero no sería mala idea tener algunos en alguna casa de campo donde no puedan correr algún tipo de riesgo.
- Y ¿Cómo piensas llamarlo, hermanito?
- Pancho...
- ¿Pancho?
- Claro, es tierno, adorable, y dudo mucho que ese nombre puedas olvidarlo
- No lo hare hermanito... Ahora... Tienes que dormir
- ¿P-Puedo dormir contigo?
- Claro que si hermanito – Joseline acaricio el cabello de Luis- Pero antes debo escribirle a JungKook, le prometí escribirle en cuanto te sintieras diferente a cuando salimos de las praderas.
- Te espero.
Joseline dejo un momento a su hermano para ir a su estudio y sentarse frente a su escritorio, un buen escritorio del más hermoso roble, donde tomo su afilada pluma hundiendo la punta en el tintero y tomando papel expresó palabras de consuelo al joven acompañante:
"Amigo JungKook:
Como sabes por la tarde al regresar de Kesington Gardens Luis no tenía un carácter deplorable al encontrar a Pancho (nuestro nuevo gato) y te hice la promesa de escribirte en cuanto supiera algo nuevo del carácter de Luis, pues bien, él ahora se encuentra mejor, ya habla un poco más y para consuelo de él y mío, mandare a una sirvienta a que lleven a Pancho con un profesional para tratarlo, y me gustaría ofrecerte una sincera disculpa si te llegaste a sentir mal por mi pobre hermano, me ha explicado que la agonía de un pobre animal no debe pasarse por alto y no se lo reprocho, sus argumentos son buenos. Sin embargo permíteme como alguien que no sabe de invitaciones claro, que te estaremos esperando mañana por la mañana para tomar el desayuno, estoy segura que a Luis le vendría bien contarte lo sucedido después de dejarnos en la explanada de nuestra casa.
Atte. Joseline"
La carta fue enviada sin tardanza alguna después de haber sellado el sobre. Joseline tendrá que pedir un buen desayuno y un plato extra para el día siguiente y comodidades para una habitación donde dormirían los queridos hermanos.
Se supo a través de una sirvienta que la carta había sido entregada con éxito y que el joven JungKook había sido complacido en aceptar ir a desayunar con los Frotingflosh Underhud, y como un pequeño detalle, mandó a Luis como pequeño consuelo, una pequeña flor que se le había quedado atrapada en una parte trasera de su saco al correr para socorrer a Luis.
Una pequeña flor blanca con unas pequeñas hojas que la acompañaban en su travesía por las suaves corrientes de un aire acompañante de una tragedia de Luis y de gatos. Joseline al subir a la habitación de Luis, se complació mucho al ver la sonrisa de Luis dibujada en su rostro al saber que la flor era un detalle de JungKook. Luis, camino a su librero, tomando y abriendo un libro repleto de flores marchitas, la añadió junto a las otras.
Joseline comprendió que las demás flores muertas eran las que JungKook le obsequio a Luis cuando regreso de Francia. Era una parte tierna de Luis el haber conservado el obsequio, con Luis ya cambiado listo para dormir se acurrucó en una parte de la cama esperando a su hermana. Ella solo se quitó el saco, camisa y pantalón, lista para dormir, Joseline sabía que era realmente útil vestirse así, no como una señorita total como lo hacía Luis, Joseline lo resumía en: "trapo, trapo, trapo, joyas, trapo, trapo, trapo, metales, pulseras, collares, trapo, trapo, trapo"
Era bueno que ambos hermanos se entendían en un aspecto de ropa para llevarse tan bien. Joseline no hizo esperar mucho tiempo a su hermanito para acostarse a su lado, en un suave soplido las cortinas de las ventanas se levantaron, como si la misma noche recorriera los cabellos de los hermanos para decirles que descansen, y que la luna brillaba en todo su esplendor para unificar a Luis con Joseline, y a la vez con JungKook.
Sus cuerpos se habían unido en un fuerte, enorme y cálido abrazo imposible de romper, Joseline extrañaba su pequeño hermano en sus brazos, y Luis extrañaba tener el aura protectora y tibia de su hermana mayor, ya no tendría que abrazar muñecas como lo hacía en Versalles, ahora abrazaba a su hermana y nadie podía quitársela de nuevo, no por mucho tiempo.
Pero al día siguiente la servidumbre andaba de prisa por toda la casa, las viejas a la blanca y reluciente vajilla en la gran mesa, la adulta a preparar la ropa matutina para los hermanos, tanto las cómodas y holgadas ropas de Joseline a almidonar las mangas en las batas de Luis. Las jóvenes al jardín, cortando flores y hojas marchitas para evitar hojarascas en el verde y fresco césped, y por ultimo las niñas que juegan en los establos a ser damas de alcurnia y soñar a tener el mundo a sus pies.
Al otro lado de la fortuna, JungKook se levantaba como ave lista para abrir sus alas y emprender el viaje, a revisar su armario y buscar una ropa decente e ir con los Frotingflosh Underhud. Pero ¿Que podía ofrecer un pobre joven que solo tenía para comer durante la semana? Solo pudo tratar de combinar y ocultar su ropa que llevo para cabalgar con Luis, después de todo no era una fiesta en la cual debía jactar la vista de gente pretensiosa. Para JungKook no había sirvienta alguna que pudiera lustrar sus zapatos o abrir las cortinas de la taberna donde viva, no había muchacha que tendiera su ropa o prepare agua para que lavara su rostro y manos, no había mucama que peinara su cabello o lo perfumara y prepararlo para sus visitas, el buen JungKook pensaba siempre que él tenía dos brazos en perfecto estado para hacerlo y que no necesitaba de servicios innecesarios para que lo hicieran por él.
Lo único que procuraba JungKook era salir con anticipación de la taberna para ir a la mansión de Luis y Joseline, el camino ya era reconocible, la calle que era fija de guijarro y polvo, a los costados, los arbustos eran custodiados por altos faroles negros que mantenían encendida la flama de los cirios para iluminar la espesa noche y ayudar a cualquier pobre diablo que transitara las calles como alma en pena. Se puede pensar que la pasión por un ser querido para JungKook como Luis o Joseline no podía dar crédito a conocer la palabra "cansancio" para justificarlo y escudarse a no asistir a un desayuno fuera del interés del lujo, sino el único lujo a flote seria llenarse la boca decir que los Frotingflosh Underhud son hermanos decentes, y que valdría la pena conocer sus familias y sus bienes.
Mientras los rayos de sol penetraban los lienzos, encajes y diseños de las cortinas movidas por suaves corrientes de aire para llegar a los ojos de Joseline, y que ella respondiera con un leve abrir de ojos y sonreir al percibir el olor del cabello de su hermanito, se estiro un poco para volver a abrazarlo con más fuerza y esperar una respuesta o reacción por parte de Luis.
Luis no despertó por una fuerza aplicada, ni el final de un sueño ni la hora marcada para despertar, lo haría un suave suspiro de Joseline que acaricio el oído de Luis, un suspiro que más allá de ser solo aire exhalado sería el "hallelujah" más delicado en cualquier catedral del mundo, un eco que recorrió para parte, cada rincón y cada espacio de Luis para ser interpretado como un "despierta hermanito".
Luis al abrir los ojos fue asaltado y sorprendido con un beso en la frente por Joseline, que susurraba en un suave y delicado tiempo "Buenos días princesa".
Para Joseline, Luis no necesitaba tener la descendencia de un rey y reina, no necesitaba pertenecer a grandes y lujosas cortes de aristócratas, no necesitaba ser heredero de un reino y trono, mucho menos llevar una corona en la cabeza todo el día para recordar que era una princesa, si no que ya lo era, para ella, Luis nació siendo una linda y delicada princesa, por la hermosura y valentía que albergaba su corazón, su humildad que mostro al preocuparse no solo por personas, también de un pobre gato que su vida pendía de un hilo. Fue entonces que no fue necesario tener un gran título de nobleza, sino un corazón noble ante cualquier título.

He Was Looking A PrincessWhere stories live. Discover now