Cap. 6. Praderas Y Kensington Gardens

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Más que una futura relación apresurada, pesados pensamientos divagaban por la mente de JungKook, pensamientos bastante perversos que alguien le imponía desde su llegada a Londres. Sea lo que sea que el pensara, no era motivo para que el joven JungKook llegara a cumplir, por ahora se centraría en que es lo que piensa verdaderamente Luis, tener a un niño como su amigo, claro, además de los que tenía en la taberna, los demás caballeros de compañía.
Era mediodía, claramente Luis se había acostumbrado a tomar él té a esas horas en Francia, pero Joseline no le daba demasiada importancia, solo era una norma tonta y vacía, más bien un pretexto de sirvientas chismosas que solo querían tener un chisme entre dientes para enemistar a sus "amistades" que más bien se sostenían de espantosos y vengativos rumores de dudosas procedencias que alteraban la total galantería de una reina y su corte entera.
- Joseline, que te parece si llevamos a Luis a las praderas de Kensington Gardens – Dijo JungKook con una leve sonrisa
- ¿Kensington? ¿Gardens? Estaría bien, me gustaría que mi pequeño hermano conozca las maravillas que nos ofrece la naturaleza, pero dime ¿Por qué ahí?
- Es el lugar donde la monstruosa maldad del hombre no se atreve a llegar, solo lo ve como un pastizal seco sin nada más que hacer, apuesto a que si tuviera petróleo o tuviera buenas minas ese Kensington Gardens seria historia y solo viviría en la memoria
- Me parece bien, Luis, puedes ir a vestirte, yo pediré que acomoden nuestra carroza.
En una leve reverencia, Luis se despide momentáneamente de sus compañías para ir por algo cómodo a su habitación, raro era ir a un campo con intenciones simples y vanas que a distraerse, en Paris eso no era muy permitido, la única diversión seria para la gente y la corte, ya que al visitar los campos solo seria para tomar una pintura expresando tus temores y tristezas y exhibirlos de manera grotesca ante todos, dejando en prueba la presión y amonestación de las claras exigencias de quien mandara a Luis.
Después de un rato, Luis llego con un pantalón de un blanco intenso como la lana de una oveja, una camisa del lienzo más fino y ligero, además de un transparentado que dejaba ver su pequeño y débil torso, sin olvidar unas botas que usaba en Francia para caminar por las hierbas y no le permitían resbalarse con ellas, por último, un enorme sombrero de azul marino del que colgaban dos listones gruesos y profundos sujetados por un moño acompañado de plumas blancas. Por otro lado, Joseline llego con un traje de montar, era raro, porque se trataría de un paseo, no de una cabalgata de lo que claro, Luis desconocía por completo.
Por último es triste decir que JungKook no se iria a cambiar, la excusa de JungKook justificaba del todo sus pobres ropas y trapos, esa ropa le servía para desayunar, tomar el té, ir a exposiciones de arte, hacer sus deberes, en fin, de todo, y en este caso, para ir de paseo. Peque tristeza sintió Luis al ver que a pesar de su pobre ropa, JungKook continuaba sonriendo ignorando lo que dirían de él. Joseline estaba orgullosa de ello, JungKook había llegado a otro nivel mental, ignorando el dirán de las personas o lo que digan de él, cabe decir que las únicas prendas que tenía JungKook eran esos pobres trapos, y el traje negro como la noche que usaba para acompañar a sus clientes. Luis tomo por el brazo a Joseine, para salir de la casa y vaya sorpresa del pequeño Luis, lo que estaba en la calle no era una carroza como se había ordenado, había un par de caballos, pensando un poco más a fondo, Joseline y JungKook los habían mandado a traer mientras Luis se había ido a cambiar, por una parte debería estar bien, ya que el pequeño aprendería dos cosas nuevas ese día, el primero es conocer Kensington Gardens, y el segundo seria aprender a montar a caballo. La idea lo aterraba, no le era permitido subir a un caballo en Francia por más extremo o urgente sería el caso, pero ¿Qué habría de preocuparle? Aprendería del par de desbocados jóvenes de Inglaterra que crecieron entre tacitas de té y caballos, le enseñarían a un citadino que acostumbraron a disfrazar sus penas y tristezas bajo un enorme vestido y moda del rococó, a socializarse en fiestas, a callarse bajo tutelas y ocultar sus labios en abanicos adornados con pedrería y pintados artesanalmente.
La mano de Luis bajo a la mano de Joseline, para bajar las escaleras y dirigirse al par de caballos que Luis se acercó de manera lenta para acariciarlos y sonreír, no había estado tan cerca de uno, era algo completamente nuevo para él, tanto, que en ese momento quería regresar a su habitación para escribirlo en su pequeño almanaque. Joseline tomo por la cintura a Luis y lo subió al lomo del caballo como si fuese una pluma.
- Eres muy ligero Luis... - El rostro de Joseline se había vuelto bastante serio en ese momento.
- P-Pero no he hecho nada...
- Más tarde hablaremos
- Joseline, ¿Me darías el enorme honor de enseñarle a Luis a llevar un caballo?
- Bastante has hecho por mi pequeño hermano JungKook, me sentiría mal, siento que te estoy dejando todo a la mano y no me hago responsable de el
- Al contrario, me sentiría altamente halagado de enseñarle a Luis
- Y yo me sentiré muy bien de que JungKook me enseñe – Sonreía Luis desde el caballo.
- Está bien, solo cuídalo mucho ¿Esta bien?
- Así será Joseline, descuida – JungKook toco el hombro de Joseline de manera tranquilizadora y reconfortante.
Ambos jóvenes subieron a sus caballos, Joseline subió a un caballo blanco, hermoso, elegante, de cabellos finos, el caballo era el reflejo del alma de Joseline, puramente hermoso.
El caballo de Luis y JungKook era marrón, con las patas traseras blancas y sus cabellos eran rubios y brillaban cuando los rayos de sol chocaban con ellos, alto y de buen cuerpo, lo suficiente como para que los 3 pudieran subir a él. Lentamente los caballos iniciaron su caminar, Joseline segura de sí misma y aun contenía su alegría por su hermanito y su nuevo amigo, JungKook cuidadoso de Luis y como le enseñaría a tomarlo, Luis permanecía totalmente quieto, tomando las cuerdas del caballo y mostraba serenidad, pero por dentro daba gritos de ayuda y estaba altamente asustado. Pero sus temores se habían escurrido como torrentes de agua al sentir que los brazos de JungKook rodeaban la cintura de Luis para apegar sus manos a las de Luis y explicarle de manera sutil del como tomar al animal.
Luis miraba el rostro de JungKook mientras le explicaba, pero él no estaba atento a nada, ni un sonido le llegaba a los oídos, solo eran ellos dos y el fuerte palpitar del corazón de Luis, pero ¿Por qué sucedía? ¿Por qué Luis se fijaba en los movimientos de los labios de JungKook al pronunciar cada palabra? ¿Por qué fijarse en cada parpadeo de su nuevo maestro de cabalgar? ¿Por qué se fijaba en cada facción de este joven? Sienta lo que sienta, Luis no podía dejar de sentir eso, la gente, la familia. Sus padres, no consentirían ni mucho menos aceptar de alguna manera que Luis...
- Aquí es – Dijo en un tono triunfante Joseline, al escucharse la voz, ambos caballos se detuvieron al sentir un leve jalón de cuerdas.
La vista era muy hermosa, de una pradera amarilla, verde por la hierba naciente, que la iluminaba durante la noche. El pastizal se movía al compás de las corrientes de aire, que en él, se plasmaba como este viajaba. Al recorrerse las nubes, el sol sacaba luz a las piedras, irisaba todo de colores, se extasiaba la mirada y jugaba con el aire dándole brillo a las hojas con que jugaba el aire; al dirigir la mirada hacia arriba se podía ver una parvada de aves que emigraban hacia el sur por temporada, mientras tanto, un par de juguetonas mariposas salían de un árbol, bellamente revoloteando descendían al sombrero de Luis y se posaban unos segundos en sus plumas, para volver a emprender su vuelo. Al bajar de los caballos, se escuchaban caer las pisadas sobre las piedras redondas con que empedraban las costas de la pradera, repitiendo su sonido en el eco de los arboles teñidos por el sol del mediodía.
- ¿Es aquí? - Pregunto Luis contemplando el paisaje
- Si hermanito, bienvenido a... - En ese momento, el mismo viento soplo sobre los rostros de los visitantes, como para silenciar sus palabras.
- Mucho gusto Kensington Gardens – Sonrió Luis sujetando su sombrero, cuidando que no se volara.
Los lugareños caminaban como si fuera la misma madera con que estaba hecho el suelo de sus casas, por otro lado no se podía decir nada de Luis, le resultaba extraño caminar por renacientes montones de tierra y temía caerse, pero para eliminar sus nervios, vio tendido frente a él un par de manos distintas, de diferentes tamaños y grosores, pero su semejanza era que ambos le brindaban la seguridad que el necesitaba, que otras manos más protectoras serian sino de su hermana y su acompañante que lo ayudaban a descender y emparejarlo al ritmo de sus pasos. Luis tomo las manos y bajo cuidadosamente, con pasos lentos, tanto que cualquier desesperado podría contar sus pasos miniatura y se confundiría con su delicadeza o su cuidado de sus ropas.
Joseline hizo que Luis tomara su brazo y ayudarlo a caminar, pocos pasos habrían de transcurrir para que Luis pudiera mirar al cielo y perderse en él, pensar en lo que había sucedido en el caballo, pensar, reflexionar, y llegar a conclusiones para saber a ciencia cierta de lo que se trataba, que significaba ese fuerte palpitar de su corazoncito, de esas miradas perdidas a su acompañante, del porque se fijaba así con él y no con su hermana ¿Por qué solamente con él? Nuevamente, Luis pensó que de ninguna manera el mundo y sus padres aceptarían que Luis...
- ¿Qué quieres hacer hermanito? – Joseline se inclinó para hacerse visible bajo el sombrero de Luis.
- Oh... Pues... Realmente no sé cómo pueden divertirse... Recordaras que en Francia si salía a lugares así tenía que llevar un libro, es raro salir y no tener algo entre manos.
Luis movía sus manitas, abriendo y cerrando cada que lo recordaba, los ojos de JungKook se habían percatado de ello, lo cual hizo que buscara afanosamente entre el piso, como si hubiera perdido algún tipo de alfiler.
- Joseline, JungKook a veces es un poco extraño, no me desagrada ni mucho menos me asusta, pero a veces no entiendo lo que trata de decir o hace en cada situación, ¿Es normal en él?
- Realmente no lo sé, pero creo que si es nuestro amigo deberíamos entender lo que hace, no sabemos mucho de él pero en ningún momento se ha portado grosero con nadie
- Y aunque quisiera no podría hacerlo, lamentablemente su vida depende de lo que digan de él, su trabajo como acompañante depende de lo que las lenguas digan sobre él, es una verdadera pena que le haya tocado vivir de esa manera
- ¿Sientes lastima por él?
- No sé si se trate de lastima, lo que se, es que me duele ver que alguien tan atento, lindo y tierno tenga que vivir con eso día a día.
- Lindo ¿Eh?
- ¡No! Bueno, sí, o mejor... Sí, pero no... O... tal vez... No... Bueno... Si...
- Hermanito, ¿Piensas que él es lindo?
- Lo que pienso de él, es que...
Las palabras de Luis habían sido interrumpidas por una acción inesperada, se trataba de JungKook, en esta ocasión, le ofrecía un ramillete de florecillas, que raramente se podrían encontrar en la pradera, pocas, pero lindas flores.
- Toma, asi podras tener algo entre manos, y no debes sufrir por entender páginas de libros, es otra... Bienvenida a Kensington Gardens... - JungKook se sonrojo un poco, al no tener palabras que explicar.
- Oh... Cielos... Muchas gracias... Gracias JungKook... S-Son muy lindas...
- No hay de que Luis – JungKook trataba de sonreír para olvidar su descuido de lenguaje.
Por un momento, Luis olvido de con quien venía, se centraba en inhalar el exquisito aroma de su ramito de escasas flores que el buen JungKook le había obsequiado. Joseline y JungKook solo miraban a Luis alejarse de manera lenta.
- Oye JungKook, ha pasado poco tiempo, y verdaderamente muy poco tiempo y te has encariñado con el
- Absolutamente, Joseline
- Pero ¿Qué harás cuando Luis tenga que regresar a Paris? ¿Podrás vivir con ello?
- ¿Regresar? ¡¿Luis va a regresar a Paris?!
- No lo sé JungKook... Mis padres quieren que Luis tenga una buena educación, y que los mejores tutores de Francia instruyan su educación
- Pero no puede ir hasta allá por una educación que puede tener aquí, puedo instruirlo yo, si no quieres... P-Puedo hacer que los mejores maestros lo eduquen, trabajare más noches y conseguiré más citas para pagar esos maestros, pero no puede irse... No ahora...
- Por favor JungKook, no digo que lo hará ahora, pero si pasa debemos estar preparados... Pero dime, ¿Por qué no quieres que se vaya? Por qué ¿"No ahora"?
- Pues... Veras... Joseline, si permites decirlo, Luis a mi...
- ¡¡AYUDA!! ¡¡JOSELINE!! ¡¡JUNGKOOK!! ¡¡AUXILIO!! ¡¡¡POR FAVOR!!!
Profundos y desgarradores gritos lanzaba el pobre e indefenso Luis, si fuera grave el caso lo único que tendría para defenderse sería un sombrero, y un ramito de flores escasamente escogidas.
Asustados, Joseline y JungKook dejaron la conversación y corrían a Luis. Joseline, preocupada por su pequeño recién llegado.
JungKook, solo pensaba: "Dios por favor, si algo le pasa jamás voy a perdonármelo, no debimos dejarlo ir solo, no debí...dejarlo solo..."

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