Capitulo III

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Terry salió a rastras de debajo de la aparatosa mesa de roble de la cocina de la casa en donde Candy vivía. —Había ido después de cenar para comprobar si Candy había descubierto el lugar por donde había entrado la gata. —No lo había encontrado, así que Terry insistió en echar un vistazo.

Miró brevemente hacia arriba para comprobar que la mesa no se extendiera ya sobre su cabeza, y sorprendió a Candy admirando su trasero.

Sintió un estallido de deseo y lujuria en las entrañas.

Candy había sido tan apasionada, tan intrépida de en aquellas cortas semanas que estuvieron juntos. —Con él, nada de esconderse en la oscuridad o debajo de las mantas. Él se empeñó en verla desnuda, al principio ella sentía vergüenza, pero él le enseñó a no apartar la mirada por vergüenza ni pudor, cuando estaban juntos. —Candy era hermosa, con esa piel blanca y suave, y esos pechos que...

Por Dios!.. estaba tan excitado de solo recordar aquellos maravillosos momentos que ni siquiera los pantalones holgados que llevaba puestos podían ocultar mi erección.

Si al menos aún llevara puesto el chaleco y el abrigo, pero se los había quitado junto con aquella ridícula peluca y los lentes para poder meterse bajo el mueble con comodidad.

—¿Piensas quedarte ahí toda la noche?

Al castaño se percató que Candy tenía la voz un poco entrecortada, pensó en ese momento que tal vez ella también hubiera sentido una oleada de deseo, y a él le gustaría, le encantaría ayudarla a resolver ese problema.

Seguirá Candy profiriendo ese ruidito extraño y gutural antes de alcanzar el orgasmo?..Su miembro se irguió todavía más con ese puro pensamiento y empezaron a dolerle los testículos que los tenia como rocas.

—¿Y bien, encontraste el agujero?

Su miembro dio un salto ante aquella inocente pregunta, era otro agujero el que Terry le gustaría encontrar....intentó pensar en otra cosa, pero su mente libidinosa estaba atrapada en unas ardientes arenas movedizas de lujuria, que la engullían a toda velocidad, y entonces la maldita gata aterrizó sobre su trasero, clavándole las zarpas afiladas con fuerza.

—Pero ¿qué...? —Aush!..Se irguió de golpe y se golpeó la cuello contra la mesa.

Se desplomó sobre el suelo, sin saber muy bien si agarrarse la cabeza o el trasero.
Finalmente se decidió por la sobar su cabeza.

—Uy, uy, ¿estás...? —Candy se atragantó en su intento por tomar aire, al tiempo que se reía a carcajadas—. ¿Estás bien?

—He estado mejor.

—Seguro que Amapola no quería hacerte daño. —Ha saltado desde la mesa y tu, eh... Es decir, tu...Terry se quedó mirándola...—Candy señaló hacia los cuartos traseros.—Te pusiste en medio.

—Ya me he dado cuenta.

La condenada gata se acercó para mirarle antes de sentarse y concentrar su atención en su pata derecha. —Terry tenía la impresión de que la gata conocía perfectamente el camino que estaban tomando sus pensamientos lascivos cuando decidió brincar sobre su trasero.

—¿Has encontrado algún agujero ahí debajo?

—No. —Terry retrocedió un poco más hasta que se aseguró de haber dejado la mesa atrás y después se levantó—. Nada.

Candy se cruzó de brazos..—Has buscado en todas las habitaciones y eso es lo que has encontrado: nada..—Déjalo, Terry, y márchate... —Candy frunció el ceño—. ¿Dónde te alojas?

¿Cuándo se habría vuelto Candy tan seca? Ese carácter tan dulce y amable que tenía había desaparecido, dejando a su paso una persona fría, ceñuda y mandona. El castaño tenía la impresión de que Candy iba a golpearle los nudillos con una regla de un momento a otro, Por Dios! Ese carácter tan seco y áspero le recordó a la hermana Grey.

Mientras Tengamos Vida Nos EncontraremosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora