Capitulo VI

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—¡Terry! —Pronunció su nombre con voz temblorosa. —Había regresa. —Había regresado de verdad—. ¿Co... cómo has entrado?

—Por la puerta trasera. —Terry frunció el ceño—. No estaba cerrada. —Es un peligro dejarla así.

—Es verdad, por alguna razón, Amapola se empeñó en salir por ahí esta mañana...—Debí de olvidarme de cerrarla cuando volvió a entrar.

Candy sintió el impulso de correr hacia Terry, de estrecharlo entre sus brazos.—Pero se quedó quieta.

—Pensé que tenía sus propios recursos para entrar y salir. Dijo él.

La gata acudió a restregarse contra la pierna de Terry. Él se agachó para acariciarla.

—Según le convenga. Hoy le ha parecido bien utilizar la puerta.

Santo cielo. Estaban hablando como si fueran dos desconocidos. Debía acercarse a él.
Pero fue incapaz. Sentía como si se extendiera un gran abismo entre ellos. Si Candy se quedaba en su lado, su vida se mantendría tal y como había sido durante los últimos diez años. Si se acercaba y lo tocaba, todo cambiaría.

—Me enteré de la muerte de Susana. Lo siento mucho —dijo.

Terry siguió mirando al suelo, mientras no dejaba de acariciar a Amapola.

—Pensaba que no leías las secciones de chismes de los periódicos.

—No solía hacerlo. —Se mordió el labio, no quería parecer una entrometida, pero pensó que sería una grosería no hablar de aquello—. Espero que Susana....no haya sufrido.

—No creo que sufriera, aunque no lo sé con certeza. Respondió él.

Candy percibió algo distinto en su voz que no pudo definir con exactitud y sintió una punzada en el corazón.

Terry se incorporó...—Por la forma de vida que Susana llevaba debí haber supuesto que ocurriría algo así, pero a pesar de todo no deja de sorprenderme. —Se pasó una mano por el rostro—. Supongo que creemos que la vida va a seguir siempre el mismo curso hasta que de repente todo cambia.

—Sí, claro lo supongo..

Los dos personajes en la mente de Candy comenzaron hacer de las suyas:

Por feo que se escuche, la muerte de aquella mujer ha ocurrido para bien, y vaya que fue una sorpresa su muerte..El pequeño diablito decía...

Las sorpresas duelen. .—Ahora que la esposa de Terry había muerto, él regresaría a New York o tal vez se marche a Inglaterra y... comenzaba a decir el ángel cabizbajo.

Sin embargo está aquí, en Pittsburgh ..lo interrumpió el diablillo.

La cabeza de Candy estaba hecha un lío, miro al suelo en un intento de escapar de aquellas voces que gritaban en su interior y vio que Amapola la estaba fulminando con la mirada.

Candy abrió los ojos como tratando de mantener un charla visual con la gata.

Tú no lo entiendes. Eres un gato, por amor de Dios. No puedo hacerlo. Sé que dije que podría, pero eso fue antes, cuando Terry estaba fuera. Ahora que ha vuelto... Si me acerco a él, no seré capaz de soportar su parida, apenas y pude soportarlo hace diez años.

La gata pareció entender aquel lenguaje visual porque no apartó su mirada y siguió mirándola fijamente, retorciendo la cola..Candy frunció el ceño y se dirigió a Terry.

—¿Cuándo regresarás a New York?

Terry la miró, con los ojos achicados en un gesto de aflicción, de abatimiento.
A Candy le dio un vuelco el corazón..Terry dejó escapar un sonoro suspiro y torció el gesto.

Mientras Tengamos Vida Nos EncontraremosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora