-Oye, ¿acaso eres sordo? Debemos irnos ahora- insistió el Nad Ki, levantando levemente la voz para enfatizar la necesidad de moverse.
Arthur estaba en trance, pero no porque el sujeto sea de una raza diferente a la suya, sino porque hacia años que no veía a otro ser vivo inteligente, mucho menos había hablado con nadie. En ese momento se dio cuenta lo solo que se había sentido múltiples ocasiones. La necesidad de expresar todo lo que sentía con alguien que pudiera escuchar y entender. El poder oír algo mas que el sonido del viento en las mañanas desde su cobertizo, y los ruidos extraños que provocaba la noche en los campos desolados. Desgraciadamente, el felino no tenía paciencia para que el chico terminara de procesar toda la situación. Se acerco manteniéndose agachado, pero a su vez tratando de hacerlo rápido, tomo a Arthur de la mano y lo atrajo hacia donde se encontraba él. Pero ya era tarde. El chico salió del trance al ser empujado por el Nad Ki, y luego de mirarlo un segundo, giró su cabeza hacia donde se encontraba el equino espectral y su amo. Su corazón se aceleró, con un miedo indescriptible. La criatura sobre el caballo los miraba fijamente a ambos. Su rostro era inexpresivo, pero emanaba una sensación de peligro jamás antes vista. Arthur creyó distinguir un cráneo como rostro, pero no estaba seguro, ya que parecía que su cara cambiase de forma constantemente, siempre manteniéndose aterradora y enloquecedora.
Lo siguiente sucedió con una rapidez increíble. El chico creyó escuchar que el felino gritaba algo inentendible hacia él, pero estaba demasiado aterrado para entender que era. Acto seguido intento ponerse de pie y correr hacia el lado contrario del espectro, trastabillando en el proceso y perdiendo el equilibrio. El gato lo agarro del hombro de su vestimenta, y lo ayudo a recuperarse antes de que cayera al suelo, y ambos salieron por una puerta trasera del lugar que Arthur no había visto, pero el felino tenía ya vista, con una velocidad que era impulsada solo por su miedo.
Dicha puerta dio a un callejón, donde el chico vio a ambos lados analizando donde podrían correr, mientras su compañero cerraba la puerta y la trababa con un trozo de madera hecho para eso.
-Buena manera de conocernos humano- dijo el Nad Ki- Soy Qereth, pero dejemos los detalles para cuando no peligren nuestras vidas. ¡Vamos! Conozco un lugar por donde escapar- y acto seguido comenzó a correr hacia la salida izquierda del callejón.
Arthur lo siguió, observando de reojo hacia la puerta por donde habían salido. Cuando estuvieron al final del pasadizo, pudo ver la forma espectral del corcel y su fantasmagórico amo atravesando dicha puerta como si no fuera la gran cosa.
-Oh genial, no se como pensamos que eso lo detendría- espetó Arthur sin dejar de correr.
-Ah si, supongo que fue el temor del momento- respondió entre jadeos Qereth.
Sin detenerse en ningún momento, giraron en numerosas esquinas, ingresaron a varias casas destruidas solo para salir por sus ventanas o puertas traseras, siempre vigilando si el ánima los seguía y , efectivamente, allí estaba, cabalgando a toda velocidad y cada vez acercándose mas. Arthur seguía escuchando los sonidos extraños y susurros estremecedores que ingresaban en su mente como taladros y causándole un dolor punzante en la sien, pero no se detuvo porque sabía que si los atrapaban, sufrirían un dolor mucho peor del que sentía.
De repente el chico chocó con gran velocidad la espalda de Qereth al éste detenerse abruptamente. Se encontraban frente a una cabaña en mejor estado que la mayoría de los hogares del pueblo. Delante de ellos, se encontraba una puerta asegurada con una cadena oxidada y un gran candado en igual estado.
-¡DEMONIOS! Esto no estaba cerrado cuando salí de aquí, debemos ganar tiempo mientras trato de abrirlo- dijo el felino nervioso, mientras sacaba unas ganzúas de su bolsillo con las manos temblorosas.
ESTÁS LEYENDO
Aezerune: La Voluntad de los Rechazados
Fantasi"Las peores decisiones en la vida son las que tomamos basándonos en el miedo." -Sherrilyn Kenyon-. No hay profecías. No hay un elegido. Ya no quedan caballeros en brillantes armaduras ni nadie que se oponga a la oscuridad. El mundo ha sido devastado...