Capitulo 1 - Prólogo

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Aquel verano lo había pasado en Francia, pero como su madrina no quería que volviera a su antiguo hogar, la mandó un pequeño postal muy acogedor junto con su hermana menor.  Después de su segundo año en aquella escuela “especial”, necesitaba un descanso, ¿y qué mejor que volver a su tierra natal? Respiró hondo, para volver a soltar el aire en forma de un suave silbido, perfectamente confundible con el viento. Ese viento que la había recibido con tanto fervor con su llegada. Su llegada… Rió. Al llegar al hostal donde tendría que quedarse, le pareció todo demasiado lujoso a como lo recordaba, no se comparaba en nada con el ambiente trabajador y tranquilo de Francia. Así que fue a consultar al ama de llaves de aquel lugar, que Minerva le había encomendado como la persona que resolviera cualquiera de sus dudas, respecto al tema de lo “especial” que era. Si, aquella ancianita tan modesta y verdaderamente agradable se llamaba Florence, un nombre totalmente acorde  con su profesión, no en el mundo muggle, pero si en el mágico. Lo primero que preguntó Giselle fue en qué lugar de aquel mismo pueblo podría practicar algo de su… bueno, magia. Ella gustosa, le enseñó un sitio que según la anciana, era el más mágico que conocía por aquellos parajes, un lugar que desde niña la había cautivado, y que muy pocas personas sabía de su existencia. Se refería a un gran claro en medio de un espeso bosque, donde si te acercabas y según la anciana Florence, poseías magia, podrías ver las miles y maravillosas flores que cubrían el lugar, hasta detenerse en una pequeña cabaña en medio del floreado. Ese era el hogar de Florece, y también era donde algunas personas trabajaban recolectando y plantando las “especiales” flores. Y digo especiales, porque eran mágicas. Cada una tenía un poder distinto, al igual que su aspecto, tanto si seguías un protocolo de plantación, recolección y preparación, como si no. Aquel lugar maravilló a Giselle, que corriendo, trajo a su hermanita Julie, de cinco añitos, para que lo viera. Desde entonces, las dos se pasaban los días allí, bueno, más bien la mayor de las hermanas, pues la pequeña siempre se encontraba con las hijas de los trabajadores de por allí. Giselle fue rápidamente conocida por los alrededores, pues los pocos clientes que iban a por flores hablaban de ella con su familiares y amigos, además de cuando se presentara un encargo a domicilio, ella siempre se mostraba lo más amable posible. Así pasó sus vacaciones, hasta que llegó el día de regresar, pero no podría irse sin una invitación de la señora Florence por volver, y un pequeño pero totalmente significativo regalo de su parte…     

La Flor del Príncipe Mestizo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora