Capitulo 8: Canuto y Sirius Black

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-Le diría que no me esperaba esto de usted Grenui, pero estaría mintiendo.

La voz irritada del profesor Snape, retumbaba por las paredes de piedra de su despacho. El hombre de cabellos como la noche, se paseaba alrededor mío, y sinceramente, yo solo quería que mis temblores desaparecieran.

-Profesor…

-¡Calle, Grenui! ¡Desde ahora, no le quietaré el ojo de encima, ni a ti ni a tus amiguitos! Y pensar que se ha estado restregando por ahí como una cualquiera…

Aquello activó la bomba.

Me daba igual lo que ese hombre pudiera hacerme, ¡quería matarlo con mis propias manos ahí mismo! ¿Cómo que una cualquiera? Algo en mi corazón me oprimía, y honestamente, no me gustaba esa sensación de asfixia y opresión, justo en el pecho.

-Vallase de mi vista, Grenui.

No me moví, ¡no podía dejarme así, por mucho profesor que fuera! Mi corazón cada vez se hacía más molesto, y las lágrimas en mis ojos se acumulaban desastrosamente entre mis pestañas ya aguadas.

-Vallase, ¡ya! ¿No tiene que ir a besuquearse con Longbottom o Zabini?

-¡Es un insensible! ¡¿Cómo sin saber nada del amor va a poder compararlo con la zorrería, de las que sus “brillantes” alumnas de Slytherin tienen hasta en las orejas?! ¡Yo no soy una cualquiera de sus asquerosas alumnas!

Antes de que el hombre que se había acercado a mí con la varita en mano, lanzara cualquier hechizo o maldición para dañarme lo más posible por mi “insolencia”, corrí hasta la puerta, y con un portazo salí de allí corriendo por los desiertos pasillos.

Mis mejillas eran recorridas por las lágrimas que no habían aguantado las duras palabras que a pesar de no ser lo peor que he oído contra mí, me habían dañado como dagas en el corazón. ¿Por qué? ¿Por qué lo que diga un maldito e insensible profesor me debería de afectar tanto? Ni con los insulto de la asqueroso panda de Malfoy había llegado a llorar, nunca en mi vida mi corazón se había oprimido a tal nivel como para asfixiarme.

Mis pisadas contra el brillante suelo de la escuela resonaban contra los cuadros que parecían interesados, o más bien preocupados, por mi estado. Transpiraba y las lágrimas no dejaban de salir bajo mis parpados entre cerrados. Corrí  por las escaleras de piedra hacia la parte trasera del gran jardín que rodeaba Hogwarts, y seguí corriendo hasta llegar al Bosque Prohibido.  

-Maldito Severus Snape…

Paré de correr al sentir un pequeño dolor en mis costillas, y le di una patada al primer árbol que encontré. Otra, otra y otra, hasta que paré al darme cuenta de que aún tenía desnudos mis pies ahora magullados por tener que lanzar mi furia contra el pobre árbol que no tuvo nada que ver con la palabras de ese maldito…

-Le odio…

Que equivocada estaba.

Me tiré al suelo y me acosté sobre la tierra cubierta por algunos brotes de hierba algo seca, y coloqué mis brazos tras mi cabeza, elevándola un poco. Y fue ahí, cuando distinguí el cielo azul oculto por aquellas gigantescas manchas grises llamadas nubes, que me retracte de lo que acababa de decir. Yo no odiaba a Severus Snape. Simplemente me irritaba, me desesperaba, no veáis como me desesperaba el tener tanta curiosidad y no poder saciarla. ¿Qué demonios habrá pasado en la vida de ese misterioso hombre como para que se comporte de esa forma? Sinceramente, si fuera otra persona simplemente pensaría que fue así, es así, y siempre será el profesor gruñón que castigaba e hacía la vida imposible de todo aquel que cruzaba su camino. Pero yo sabía que no era así, que si lo tratabas con sutileza y de la única forma que no se pusiera contra ti, sería el hombre que se esconde tras esa mascara de soledad. La pena era que yo aún no había encontrado esa forma. Estaba el año pasado cuando me contó lo de la mujer a la que amaba, que para mi sorpresa y casi la causa de un infarto, fue la madre de Harry, Lily Evans. Sabía que el amor perdido de aquella forma tan atroz debía de ser horrible, pero sinceramente, no creo que aquello fuera la causa de que anteriormente fuera mortifago y que ahora fuera de esa forma. No, el amor causa estragos, pero no destroza vidas de esa manera. Tuvo que haber algo más, no solo un amor imposible, tiene que haber algo. Su vida pasada no se puede resumir con solo un corazón roto, ¿no?

La Flor del Príncipe Mestizo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora