P.O.V. Blaise
<<Jamás pensé que un Torneo permitido por el propio Dumbledore pudiera llegar a matar a alguien, aunque ese viejo loca no está es su cabales…>>
Iba caminando por un tranquilo pasillo hacia las mazmorras, esperando poder descansar aquella noche.
Suspiré y fue entonces, al oír un trueno a las afueras del castillo, que recordé la extraña entrada en el Comedor del que sería mi nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.
Alastor Moody, mejor conocido como Ojoloco por su ojo mágico que era capaz de percibir la más mínima amenaza visual. Dicho hombre, de baja estatura y con u pelo que la verdad no parecía pelo, era el mejor auror que poseía el ministerio, pues él solo había encerrado a casi la mitad de Azkaban, o eso decían los rumores.
Seguí caminando por el pasillo hasta llegar a las escaleras que bajaban a la entrada de la sala común de Slytherin, pero unos fuertes brazos me rodearon la cintura atrayéndome hacia un delgado cuerpo.
Al principio pensé que era la ridícula de Daphne que no paraba de acosarme desde que el año pasado le pedí que fingiera ser mi novia para librarme de una alumna de Ravenclaw que parecía haberse obsesionado por mí, pero ya la había avisto salir del vestíbulo para ir con Draco a pasar seguramente un buen rato, aunque debo de admitir que Draco ha estado bastante distraído en estos días que me he quedado en su casa. Posdata: Los peores días de mi vida. Una piel morena que se posaba en mi cuello me indicó que era nada menos que Giselle, pero no era la Giselle que yo conocía.
La Giselle Grenui que conocía no estaría agarrándose desesperadamente del brazo y llorando contra mi hombro.
<<Nunca la había visto llorar…>>.
-¿Giselle?
Una pequeña tos salió de su garganta, y separándose de mí, no hizo ningún intento de limpiarse el mar de lágrimas que corría por sus mejillas.
-Blaise… Algo pasó cuando me quedé en Francia este verano…
-¿En Francia?
-Sí, allí… -paró de hablar para respirar hondo y mirarme a los ojos con aquella mirada oscura que poseía, ahora rojiza por el llanto.-Julie… Mi hermana Julie fue al Mundial de Quidditch y cuando ocurrió el ataque mortifago, no la encontraron…
Respiró fuertemente y un jadeo desesperado salió de su boca.
-No podía más, tenía que decírtelo… Soy patética por aparecer con una sonrisa cómo siempre y luego venirte así, lo siento…
-¿Qué lo sientes? ¡Pero Giselle, lo que deberías sentir es el habérmelo ocultado! ¿Cómo puedes venir aquí y ocultar tu dolor con una sonrisa?
-¡Solo quería parecer fuerte! –me gritó Giselle apartándose de mí volviendo a llorar, pero esta vez paró y se limpió las lagrimas.
Estuvo a punto de irse por el pasillo, pero la agarré del brazo y la tiré contra mí, dándole un abrazo que hasta yo mismo reconozco que fue algo brusco.
-Giselle, no conozco a nadie que perdiendo a una persona tan cercana como lo es Julie para ti, haya podido superarlo en tan poco tiempo, simplemente no puedes…
-¿Y qué hago Blaise? –me preguntó con la voz entre contada.- Nunca me habías visto llorar excepto ahora, ¿verdad? Por qué crees que es ¿eh?
-¿No tienes confianza en mí? –le pregunté susurrándole, apartándola un poco de mí para mirarla a los ojos ahora sin irritación.
-No es eso… -me susurró negando con la cabeza.- Solo… Solo es que nunca me he sentido tan débil cómo en este verano, nunca, y…