CAPITULO 7. El alcohol y sus efectos.

51 2 0
                                    

No fueron muchos los pasos que di hasta llegar a un puente, me quedé observando aquel río caudaloso que transcurría por debajo. Me detuve a oler, sentir y escuchar la brisa que se fundía con el río; era fría, suave y húmeda, un sonido tan natural y relajante que solo se aprecia en escasos momentos, y somos unos tontos por no hacerlo. Todo esto era nuevo para mi, pero lograba recordar algunas cosas básicas, cosas esenciales para la vida; para sobrevivir. 

Intenté recordar algo sobre el accidente que había tenido pero forzar mi mente hizo que me doliera la cabeza. Es desesperante tener la información que uno quiere, la que uno busca pero no poder acceder a ella. 

Estaba tan metido en mis pensamientos que no escuche la voz de una mujer llamándome, era una voz dulce y familiar. 

- Gracias al cielo que no te has ido. Dijo jadeando.

Tengo rato buscándote. 

- por favor, tome aire enfermera. 

- quería saber que estaba bien.

Con ojos de sorpresa. -gracias, pero sí, estoy bien. No recuerdo nada, pero sé que será algo momentáneo.

-¿Tienes a dónde ir, dónde te quedará?

-No le mentiré. Eso era algo que no me había pasado por la mente hasta ahora. Supongo que al no recordar nada, no tengo donde quedarme; al parecer tampoco conozco a nadie, no supe que alguien haya ido a visitarme cuando estaba en el hospital, así que muchas gracias por devolverme a la realidad.

- Sí, es una imprudente. Escuché una queja en mi cabeza. Simplemente la ignoré. 

- Dígame, ¿Por qué, por qué se preocupa por mi?

- Claro que me preocupo, te estuve cuidando por un mes. Además, me ayudaste mucho.

- ya va, creo que no estoy entendiendo, ¿Cómo pude ayudarla?

- Sí, no hizo falta que estuvieras consciente. Yo pasaba por una situación terrible con mi novio y tú fuiste el único que me escuchó y ayudó a desahogarme. 

- me alegra haberte ayudado, pero aún no me dice a qué vino, ¿Qué quiere de mí?

- te queria preguntar si quiere quedarse conmigo, por lo menos hasta que te sientas mejor o hasta que recuperes la memoria.

De verdad no lo esperaba, me tomó tan de sorpresa que enmudecí; mi rostro se avergonzaba por aquellas palabras.

- enferme...

- Mía, me llamo Mía. Dice interrumpiendo.

- bueno, Mía, ¿Estás loca? ¿Cómo pretende meter a un completo desconocido a su casa?

-No eres un desconocido para mi. No siento que seas una mala persona.

-No puedo discutir contra eso, de verdad. Sólo agradecerte por el hermoso gesto que tienes conmigo. 

-no hay de que... ¿Nos vamos?

- ¿Está segura? pienselo bien.

- Para no tener donde quedarte, te haces de rogar. Sólo quiero ayudarte.

- Esta bien, muchas gracias, de nuevo; Mía.

-No te preocupes, vamos...

- Pero, ¿Vamos al hospital nuevamente?

- Sí, es que, con el apuro de encontrarte no pude buscar el auto. 

Su vehículo era un kia 500 color negro. A ella le Lucía bien. Condujo hasta llegar al Luxury on the River, de la Calle Lungotevere dei Mellini. lugar donde ella vivía.

Todo el Tiempo a tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora