PRÓLOGO 💖

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Estar rodeada de tanta gente no debe ser tan malo para algunos, quizá los nervios te ataquen por unos milisegundos, pero para Shelmy es más que eso; simplemente detesta y teme estar rodeada de tanta gente, que no dudarían en voltear hacia ella tan...

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Estar rodeada de tanta gente no debe ser tan malo para algunos, quizá los nervios te ataquen por unos milisegundos, pero para Shelmy es más que eso; simplemente detesta y teme estar rodeada de tanta gente, que no dudarían en voltear hacia ella tan pronto pusiera un pie en la entrada del salón cívico. Se puso un millón de excusas para no asistir a la inauguración del tercer año de su instituto, no es tan exigido, pero con la insistencia de sus padres de que era necesario, pues no había visto a sus amigos desde hace unos meses, no le quedó de otra más que aceptar con el fin de que no hicieran preguntas, que ella evadía a toda costa.

Quería armarse de valor, lo hizo, no obstante, todo se va de picada tan pronto ve la imagen que se había presentado en su cabeza camino a la escuela; todos los alumnos y profesores de tercer año saludándose entre sí muy animados. Es algo normal, ¿verdad? Claro que sí. Ella sabe que todo lo que cruzaba en su cabeza era irracional, pero no puede evitarlo, solo quiere salir de allí para hacer que esa angustia que crece en su pecho desapareciera.

Camino a cualquier lado dónde pudiera sentirse cómoda, no deja de pensar en lo patética que se siente. Odia sentirse así, comportarse así. Sin embargo, el temor puede más con ella.

Las puntas rubias y onduladas de su cabello van de arriba hacia abajo con rapidez, al tiempo en que bambolea las caderas y deposita las manos sobre su pecho. Piensa en su único lugar que se había vuelto su refugio y escondite, pero este ya se encuentra ocupado por un grupo de muchachos que quieren huir de la ceremonia simplemente por pura diversión. Se siente cohibida, la miran con coquetería, saben perfectamente quién es ella. ¿Quién no? Toda la escuela conoce a Shelmy Ford. Pudo haber cambiado, pero nadie se olvidaría de ella.

Apreta los puños, odia esa clase de miraditas. Quiere ser capaz de contestar a semejantes miradas que parecen dar a notar que desean desnudarla más que otra cosa, pero no es capaz de soltar todos los insultos que logró pensar en un milisegundo para esos simios. Se limita a darles una mirada de enfado, a girar sobre sus talones y a marcharse de allí, con la clara idea de que esos tipos le miran el trasero. «Genial, Shelmy —piensa—. Pudiste haber hecho algo mejor».

La biblioteca de pronto se convierte en un lugar atractivo, todo está más callado de lo normal, no hay nadie más que la bibliotecaria que acababa de abrir el lugar. No la malinterpreten; leer le parece atractivo, pero no cuando la biblioteca parece llenarse como una lata de sardina.

Entra sin pena alguna —ahora sí puede sentirse segura—, saluda  a la mujer de edad con un asentimiento de cabeza y avanza hasta el fondo, donde cualquiera que la buscase se tomará al menos un poco más de tiempo de lo que lo haría si se sentase en las mesas que están a la vista de cualquiera. Deja su mochila a un lado, la idea de leer un poco del aquel libro que llevaba últimamente todo el tiempo le parecía tentativa, no obstante, sus pensamientos se van a lo más profundo de su cerebro. No debe comportarse así, es ilógico, nadie le hará nada, todo ya pasó; se dice a sí misma.

—Ese es mi lugar. —Busca la fuente de donde proviene esa gruesa voz. Simplemente tiene que levantar el mentón para encontrarse con un tipo de cabello rojizo que por un momento le pareció gigante si no fuese porque él está de pie y ella sentada. No recuerda haberlo visto en la escuela, tampoco en algún salón que solía visitar en las horas libres y mucho menos en una de esas fiestas a las que tanto iba.

Min Yoongi no es el tipo más social del mundo, de hecho, él mismo se considera alguien asocial. No le interesa todas esas tonterías de la popularidad y de ir a fiestas cada fin de semana. Le parece tan superficial y absurdo. Sólo quiere terminar la escuela, pasar desapercibido y dejar de ver a todos esos estudiantes que seguro terminarán en el tumulto de graduados mediocres

Shelmy no dixe nada por un largo minuto, está tratando de recordarlo, pero el chico de cara de pocos amigos interrumpe su rápida búsqueda mental.

—Muévete.

Oh, no, definitivamente odia ese tono tajante con el que se dirige a ella. Nadie puede ser más tajante que ella —aunque en muchos casos pareciera que no—. Bufa con arrogancia, cruza los brazos. Sí, es verdad, muchas veces Shelmy dejaba pasar toda clase de situaciones por temor, pero ahora que el chico se encuentra solo, y tal parece que no lo conoce, puede sentirse libre de cohibición y en toda la libertad de expresarse como quisiese. Solo son los dos, y eso sí le daba comodidad.

—Disculpa, ¿dónde está el documento que certifique que este pedazo de lugar te pertenece? —replica.

—Todo el mundo que visita este lugar sabe que este sitio es mío. Muévete.

—No creo que alguien te conozca. —Su mirada está recargada de superioridad, de esa niña que en aquel entonces no le importaba más que a ella misma. Por un milisegundo se siente mal, había dicho que ya no sería así, sin embargo, Yoongi tampoco parecía herido por esas palabras.

Culpa al muchacho de su reciénte y horrible actitud. Aunque tampoco va a desistir de quedarse en donde está.

El muchacho bufa, un poco más cabreado de lo que denota su aspecto. Shelmy piensa si ese era realmente su aspecto natural o simplemente no despertó de ánimos. Deduce que la primera opción, y se compade de él, aunque no lo suficiente como para moverse de ese sitio, que ahora más que nunca se dice a sí misma que nadie se lo va a quitar.

A Yoongi le parece llamativo las ligas turquesas que se ajustan en los brackets de Shelmy, le dan un toque adorable. El concepto de que sólo los nerds pueden usar brackets ya había pasado de moda. A él también le hubiera parecido adorable si no fuera por esa actitud solevada con que se maneja. ¿Por qué se queja? Él también está actuando igual. Es irracional, incluso para él, pero es de las personas que le da igual lo que pensaran los demás. “Trata como quieres que te traten”, llega a pensar en eso, pero al mismo tiempo lo deshecha. Todo le da igual. Las cosas con Yoongi tampoco van bien, así que la mínima cosa o persona que se le cruzase serviría para ser su fuente de desquite, aun cuando sabe que no era correcto.

Le arroja su mochila oscura en las piernas de la muchacha, como si fuera una orden de que se quitara, o como una última advertencia. Asimismo ella hace una mueca de ironía, como preguntándose si el pelirrojo realmente había hecho eso. Oh, sí, Shelmy, sí lo hizo. Min Yoongi toma asiento a su lado, al tiempo en que la pequeña rubia bota la mochila a un lado, demostrando enojo. Están tan juntos, sus brazos y hombros chocan, aun cuando hay más espacio del que podrían usar. La respuesta era simple: son tan orgullosos como para desistir uno del otro, ninguno de los dos piensa en moverse.

Shelmy piensa —a igual que él—, que de todos los lugares, a ambos se les ocurrió llegar justo ahí, en el último estante.

*****

Ese lugar va a matar demasiadas pasiones 7u7

Aún la herida de la partida de Seonmi está fresca, pero aquí estamos, para darle con todo 💪🏻

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El último estante » Min Yoongi [#1] [Completa] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora