Prologo

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Bailaba al son de la música estridente. Movía mi cuerpo junto a los demás...una forma sutil de hacer el amor.

Y se preguntaran (hasta yo me lo pregunto) ¿como diantres terminé en el club más afestado de la ciudad?

Pues ¡salud! Acababa de enterarme de la infidelidad de mi prometido, nada más y nada menos que con una rubia que apenas si aparentaba ser legal. Menudo bastardo.

Lo que me llevo al hecho de romper todas mis normas de ética y moral y beber como una alcohólica rehabilitada, bailar como striper y coquetear como una puta.

¡Viva la noche loca!

Hice amigos, me invitaron las bebidas a mi y a mi amiga, mientras charlabamos cosas banales y reíamos como desquiciados llego un último integrante.

Lo primero que sentí fue frio, o algo parecido al ver sus penetrantes ojos grises. Y lo segundo que pensé fue:

—Pero si estas mamadísimo.

¡Ups! Creo que lo pensé en voz alta.
A lo cual los demás rieron y yo igual. Pero me me arrepentí al instante porque el tipo estaba en shock.

No se veía como el tipo de hombre asustadizo. Asi que me disculpe, pero el seguía mirándome con los ojos abiertos muy sorprendidos, asustados quizá.

Un susurro salio de sus labios, una clemencia, una oración —Mónica.

Quize rebatir diciendo que no me llamaba así, y lo iba a hacer hasta que todos los de la mesa creyeron que ese era mi nombre y que el me conocía. 

La música era muy alta asi que decidí ahorrarme el trabajo de sacarlos de su error y disfrutar la noche.

Y más con el moreno de ojos grises que se había sentado a mi lado sin dejar de mirarme y sonreirme.

La noche prometía.

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