Capítulo 13

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Melisa

—¡MUY BUENOS DÍAS, QUERIDOS OYENTES...!

Mi despertar es brusco, debo cambiar la configuración de la alarma o en una de esas despertare con un paro cardíaco.

Martes.

Adoro los martes ¿quien no?

La semana avanza, mis proyectos expositivos estan listos, y hoy toca sesión en la guardería, adoro a esos niños y apuesto mi sueldo a que ellos igual.

El aire esta gélido, asi que me pongo un buzo, una sudadera y mis cómodos tenis, y salgo a correr. Es rutina, es disciplina.

Antes de salir pongo en reproducción una de mis bandas favoritas.

El frio acelera mi circulación sanguínea, lo cual hace que me mueva con más agilidad y termine mi sesión en tiempo record. Corro devuelta a casa, hace un frio soportable para el humano promedio, pero soy muy friolenta asi que prefiero la calidez de mi hogar en estos instantes.

Con la capucha encima a dos cuadras de llegar, recuerdo que se me acabaron los cereales, y como estoy cerca del supermercado vuelvo sobre mis pasos a por ellos.

Con las cajas ya conmigo, voy devuelta a casa; se me hizo un poco tarde, asi que acelero el paso.

¡Juro por todas la figurillas del mundo que ese auto sigue ahí!

Pero esta vez es diferente, hay una persona al lado del coche, y por su apariencia se podría decir que esta muy ofuscada mientras habla por telefono, luego entra al coche y arranca.

Que raro.

Entro a casa, y díganme loca pero siento algo raro, reviso mi habitación, la cocina y la sala, aparentemente todo sigue en su lugar...pero no sé. Es como si alguien hubiera estado aquí.

Creo que estoy delirando.

Sin más procedo a alistarme para otro día de universidad y tarde en la guardería.

(...)

La mañana pasa, literalmente, volando. Ahora estoy en la guardería, ha pasado más de una semana desde la última vez que vine, los niños han de querer contarme mucho.

Escucho, analizo, juego, rio y pregunto. Hasta que llega la última del grupo, Elena. La cual solo se sienta en el sofa sin dcir nada. Normalmente me siento con los niños en la alfombra y hablo con ellos mientras comemos dulces.

—Hola, ha pasado mucho tiempo ¿a que no? —empiezo un poco efusiva.

No responde.

—Lamento si estas enojada, pero estuve un poquitin delicada de salud —hago una mueca de pesar, pero no rie— ¿Gustas chocolate, caramelos?

—Odio el azucar —responde seca.

Vaya que la rubia es grosera.

—Pues yo lo amo —respondo con una sonrisa y empiezo a comer sin decir nada más.

Silencio.

Sigo saboreando los dulces, paciente a que Elena diga algo, los niños son muy hiperactivos, someterlos a períodos de silencio largos es estresante para ellos.

No soy adivina, soy psicóloga... bueno, psicóloga en proceso. Pero se mucho sobre psicología infantil para saber que los niños  tienen unas mentes impresionantes y conmovedoras. La mente de un niño es simplemente espectacular, del como se moldean a medida que pasa el tiempo, sus diferentes formas para protegerse del hostil mundo y crear otros de la nada.

Mundos imaginarios.

Amigos imaginarios.

Risas sin sentido.

Obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora