Capítulo 35

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Capítulo 35


Melisa

Incertidumbre.

Eso era lo que sentía en estos momentos. Tenía un aturdidor en mi escote, pero no sabía si realmente funcionaria, en caso de que lograse aturdir a Lucas, no podría esquivar toda esa seguridad que se cargaba alla afuera . No podría evitar que el me diera caza después.

—Podemos hacer esto en unos minutos o quedarnos toda la noche —mete su mano dentro del chaleco y saca un arma—. No quiero sobresaltarte, quiero que veas cómo cae, como es igual a todos y te deja; así que le pondré un silenciador. Después de que el muera seré el único a tu lado.

¿Debo sacarlo ahora y aturdirlo o convencerlo de que suelte el arma primero?

—Te odiaría —respondo. En un intento de hacerle cambiar de opinion—. Si lo haces, nunca te lo perdonaré. Nunca. 

—El tiempo le dará la razón a mis acciones y comprenderás que todo es por tu bien.

Dorian seguia impasible arrodillado en el suelo, se que pensaba mil y una formas de sacarnos de aquí, el decía que en momentos de pánico lo mejor es mantener la mente despejada para solucionarlo. Me sorprende que sea capaz de eso cuando su vida este en riesgo.

—Eres un cobarde —murmura Dorian. Lo dice tan casual que Lucas finge no haber escuchado bien.

—¿Como dijiste? —Lucas muestra una sonrisa maliciosa.

—Que eres un grandísimo cobarde —responde con más firmeza—. Quieres que Melisa te ame, pero no puedes obligarla a hacerlo, así que matas a quienes ella ama. Eres un cobarde.

Lucas estalla y avanza hacia el con el arma en alto, veo los movimientos muy claramente, tan solo son segundos, cortos pero cruciales, el alza el brazo para darle con la parte trasera del arma, pero Dorian se adelanta y golpea su brazo haciendo que la suelte, Lucas se da cuenta e inmediatamente en un movimiento veloz rodea con un brazo su cuello.

Todo ha sucedido tan rápido. No había pensado al tomar el arma tras que Lucas la habia soltado. Se sentía fría y ligera entre mis temblorosos dedos.

Segundos cortos pero cruciales.

Lucas tenía reducido a Dorian, que empezaba a ponerse rojo. Su cabello cubría parcialmente uno de sus ojos, pero estaba pendiente de mi, ahora con el arma, y apuntando hacia el. 

—Todo acabará si disparas —dice Lucas. No hay miedo en sus ojos, solo satisfacción.

—Sueltalo —ordeno, mi voz un poco tambaleante.

—¿Porque debería? No tienes buena puntería, puede que me des a mi, pero también a él —señala a Dorian—. A él le quedan unos minutos, a nosotros toda una vida.

Miro a Dorian que mantiene una clara expresión de dolor por la falta de aire, veo sus ojos que, a pesar del dolor, me envían un mensaje claro.

Dorian había asistido conmigo a unas clases de defensa personal, cuando aún éramos novios, pero lo había dejado alegando que no le gustaba la violencia. Lo dejamos pero aprendimos algo.

Dorian dio un codazo hacia atras, Lucas que estaba pendiente de mí y el arma quedó sin aire por el golpe, soltando el agarre en Dorian, el giro hacia un lado dejando expuesto a Lucas. 

No lo pensé. 

Era una oportunidad.

Cerrando los ojos jale el gatillo repetidas veces.

Solté el arma y me cubri el rostro con ambas manos mientras caía sobre mis rodillas.

¿Que he hecho?

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