XIII

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Al parecer, desde el pequeño percance que tuvimos los tres, nos hemos vuelto más unidos, salimos a cualquier parte, comemos juntos...

De igual forma, desde ese tiempo no me he topado con Rod, sin embargo mi curiosidad sigue siendo enorme, por lo cual, recostada en mi cuarto, decido buscar la caja que me obsequió.
Muerdo por milésima vez mi uña, mientras desenvuelvo la caja con la otra mano, enciendo el móvil esperando el sonido de mensajes, pero en cambio, se vuelve a apagar por falta de carga.

-Hija- grita mi madre- necesito vayas a comprar unas cosas
-Si madre.

Encuentro el cargador y enchufo el celular.

-Enana- lanzó el aparato a mi cama, volteo y me observa burlón.- así debes tener la conciencia.
-Eres un animal, me asustaste
-Vamos, te acompaño...
-No es necesario, está en la esquina.
-No importa, mamá me ha dicho lo que ha pasado aquí en la colonia, ¿Sabes algo sobre la chica desaparecida?
-Por supuesto que no, al parecer los asaltantes no piden nada, sus padres ya perdieron las esperanzas, al igual que yo- bajamos los escalones y tomo el dinero y la lista de la mesa- ¡Regresamos má!

La luz impacta intensamente al salir, parpadeo varias veces para adaptarme, mientras mi hermano toma la delantera con su sonrisa. Platicamos sobre su mala suerte en la vida amorosa, ya que hace dos días tuvo una cita con una chica de una calle más abajo, todo iba bien, hasta que ella confesó que era lesbiana, y si había salido con él, era para que no sospecharan sus padres. Me reí un poco de él, pero a la vez sentí un poco de pena, siempre le ocurre lo mismo, dice que no le importa, pero lo conozco tan bien que sé que si lo hace, le molesta ser el segundo plato según sus palabras.

Entramos juntos y saludamos a la señora Estela, se nota envejecida a pesar del maquillaje, pedimos nuestras cosas y salimos.

-Chinitas, se me olvidaron los limones, espera un momento, ¿Va?

Asiento y me recargo en un árbol que hay delante de la tienda. Bostezo, y al abrir los ojos brinco al notar la cercanía de alguien que no quería ni ver, aún no.

-Mira que hermosa sorpresa- maldigo el no haberme cambiado el short y notar su mirada en mis piernas.
-¿Que haces aquí?, Claro, si puedo saber.
-Solo venía a verte, al parecer aún no te pondrás lo demás que te dejé-dice al ver mi muñeca aún con la pulsera.
-Esto es menos ostentoso que lo otro-me encojo de hombros- además, no me gustan ni los anillos o collares, es como si tuviese collar de perro.
-Deja de ser tan mimada, y acéptalo. Por cierto, te he llamado varias veces al celular que te dí.
-Tampoco lo he encendido, ya tengo un celular, así que no lo necesito.
-No lo necesitas aún, es un regalo especial de mi parte.
-Pero si esa cosa es una reliquia-bufa y rueda los ojos-, a duras penas y le debe funcionar el WhatsApp.
-Pues a ti no te interesa eso, lo vas a ocupar cuando yo te lo ordene- abro los ojos asombrada, de reojo veo a mi hermano que se acerca con cautela- ni se te ocurra comentar algo de eso a tus amigos cuando lo ocupes.
-Pero...

Sin dejarme responder se va con prisa, mi hermano toma mi mano y jala en dirección contraria, su agarre es fuerte, pero no digo nada, se que no lo conoce, pero al igual que yo, desconfía de él. Llegamos a la puerta de nuestro hogar, me suelta y observo mi mano adolorida, hace un gesto de disculpas pero lo ignoro, entrando primero a mi casa. Escucho que deja las cosas en la mesa y me sigue, su presencia es fuerte, corro a mi cuarto y cierro la puerta antes de que pueda entrar, suelta una maldición por lo bajo y empieza a pegar en mi puerta.
Minutos después al ver que no cederé se marcha, me quedo con un nudo en el estómago de los nervios por no saber excusarme. Resopló y con manos temblorosas tomo de nuevo el celular, lo enciendo al ver que tiene un cuarto de carga.

Sé que no debo hacerlo, pero mi curiosidad es enorme, y más con lo que me dijo en la calle.

Regresaré por TíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora