E X T R A 4 | Ámbar Smith

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O T O Ñ O, 2 0 0 4

Otoño. La estación más hermosa de todas. Las hojas cambian su color llenando los caminos y las plazas de un paisaje rojizo anaranjado que logra enamorar a cualquiera y que hace perfecto juego con el cielo, que tal parece que se pinta cada tarde para no desentonar con la ciudad. Sin duda otoño es la estación más hermosa del año y aquellos paisajes no hacen más que generar sentimientos en las personas, especialmente en personas como Sharon Milder, o Sharon Benson, como se hacía llamar ahora, a quienes esos paisajes otoñales no le hacían más que revivir recuerdos del pasado que con mucho esfuerzo estaba logrando enterrar.

Tan sólo habían pasado meses desde la muerte de su hermana, de su cuñado y de su sobrina, pero Sharon Benson no hallaba la manera de dejar ir esos recuerdos que la atormentaban.

Era una tarde cualquiera, Sharon se encontraba sentada en el silencioso living de la mansión Benson, su mansión, ahora que su cuñado Bernie Benson había fallecido. Las tardes de otoño se sentían eternas y la única manera que ella encontraba para pasarlas era sentarse en el living a leer. Leyendo, el tiempo se hacía inexistente, leyendo podía olvidarse del mundo aunque sea por un momento, leer era uno de los pasatiempos favoritos de Bernie, y ahora de ella. Era una tarde más de otoño.

O eso creía Sharon.

El sonido del timbre de la mansión se hizo presente provocando que esta frunciera el ceño, no esperaba a nadie, de eso estaba completamente segura. Una vez más, el timbre sonó asegurándole que el sonido no había sido producto de su imaginación.

—¡Celeste!— Llamó Sharon a su mucama sin obtener respuesta de su parte —¡Celeste!

Repitió alzando más la voz obteniendo un silencio como respuesta. Bufando, se levantó dejando su libro sobre el sillón para dirigirse a abrir la puerta. Si algo detestaba era que el personal fuera incompetente y Celeste era un claro ejemplo de eso, quizá era momento de deshacerse de ella y conseguir alguien mejor.

Abrió la puerta revelando detrás de ella a una joven mujer rubia, de no más de veinte años, sosteniendo en brazos a una pequeña rubia que a su vez se aferraba con fuerza a la muñeca que sostenía.

—¿Quién es usted y qué quiere?

Escupió Sharon sin una pizca de amabilidad, ya era bastante malo que la hubieran interrumpido en su lectura como para que encima tuviera que haber sido ella quien atendiera la puerta.

—M-Me llamo Sylvana— Respondió la mujer tímidamente —¿Se encuentra Bernie?

Un escalofrío recorrió de pies a cabeza a Sharon al escuchar aquel nombre salir de la boca de la mujer. A pesar de pensar día y noche en él, escucharlo de la boca de otra persona aun le generaba esa sensación.

—¿Qué clase de broma de mal gusto es esta?— Demandó Sharon desconcertando a Sylvana.

—¿B-Broma?, no, no es ninguna broma. Bernie me dijo que cuando necesitara de él podría buscarlo en esta mansión y ahora más que nunca necesito su ayuda— Se apresuró a responder —Soy Sylvana, la prima de Bernie, acabo de llegar de Londres hace un par de horas con la esperanza de poder hablar con Bernie, ¿él está?

Suplicó Sylvana a lo que Sharon negó sintiendo un nudo formarse en su garganta. Esa pobre mujer no tenía idea de nada.

—Bernie falleció.

—¿Qué?— Soltó junto a una risa nerviosa Sylvana —¿Es esto un chiste?

—No lo es— Negó Sharon —Bernie, su mujer Lily... Mi hermana, y su hija Sol fallecieron todos en un incendio en esta mansión hace unos meses.

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⏰ Última actualización: May 27, 2019 ⏰

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