Capítulo 1

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Me niego rotundamente a la idea de volver a clases, no me importa cuanto tiempo estuvimos de vacaciones, necesito recuperarme de ellas y no, no estoy lista para volver al instituto.

¿Soy pésima amiga por no querer ver a mis mejores amigas y contar todo lo que hemos hecho durante las vacaciones de verano? Probablemente. Da igual, llámenme como quieran, pero que la alarma comience a sonar cada dos por tres en las mañanas siguientes no es mi mejor plan.

-¡Sonia, cariño, tu desayuno está listo! -grita mi madre una vez más para que baje a desayunar junto a ellos.

Me miro nuevamente al espejo y le brindo una tregua a mi cabello. Es que ni siquiera sé porqué lo peino si cuando la gente me ve piensan que voy despeinada, o al menos es lo que suelen decirme. Total, es mi karma por llevar rizos.

Me voy a saltar la parte de describirles a mi familia con puntos y comas, porque créanme, van a deducir sus personalidades con facilidad, así que me limitaré a decirles que somos una familia de cuatro; mi madre, mi padre, mi hermano y yo.

-¡Buen día familia! -saludo con una sonrisa.

-¡Se despertó la princesa de esta casa! -exclama mi padre posando un beso sobre mi frente.

¿Lo ven? Soy una consentida sin remedio.

-No lo digas tan alto que despiertas celos... -respondo, sintiéndome superior a Enzo, mi hermano. Lorenzo, para ser exactos, pero por alguna razón que desconozco lo llamamos Enzo.

-Que obsesionada estas con llamar mi atención... pobrecita-expresa de inmediato mi hermano, contraatacando.

-Enzo, deja que tu hermana desayune tranquila -le regaña mamá.

Y yo cual inmadura le envío un beso volado... es que vamos a ver, ser la hermana menor trae sus ventajas siempre.

De todos modos, no crean que somos los típicos hermanos odiadores de su parentesco y que pasamos discutiendo todo el tiempo, porque no lo somos. Enzo me adora y que yo recuerde nunca hemos tenido un fuerte motivo de discusión. Lo amo como a nadie y aunque no sea monedita de oro para los demás, para mí es el mejor de todos.

Luego de dejarle claro a mi padres que este año sacaría mi carnet de conducir cueste lo que me cueste y en su defecto fallar en el intento de convencerles, mi hermano intenta estacionar entre los coches de dos joyitas. Mis mejores amigas.

-Como toques el coche de Sofia se te arma una grande.

-El que tenga miedo a morir que no nazca, además, los que no tienen carnet no tienen derecho a opinar-replica, logrando aparcarse.

Me es inevitable reírme. -¿Tú también? Ya les dije que este año lo haré, solo es cuestión de ponerme en ello...

Me mira fijo y casi leyendo su expresión sé lo que ha pensado: "vamos viejo nos conocemos"...

-Que pesado eres.-Agarro mi bolso y salgo del auto. -Nos vemos luego, acuérdate de hacerme el bizum de lo que me debes.

Negocios son una cosa y la familia otra.

Mientras me pierdo por los pasillos revisando el horario de clases, la voz chillona pero entrañable de mi mejor amiga resuena a mis espaldas. -¡Sonia, al fin llegaste, pensé que este año no te vería!

-Deberías dejar de exagerar un poco-le respondo, abrazándola-te extrañé mucho.

-Sofia... dichosos los ojos que te ven y que honor que sean los míos-escucho a Enzo aproximarse. Romeo le queda corto. -Es un deleite verte por estos pasillos...

-Lo sé, se te agradece el buen gusto. -Ella le responde altiva y sin interés.

Sofia siempre ha creído que mi hermano es un mujeriego y no la culpo, es la fama que tiene en este instituto luego de salir con una de las más odiosas de este lugar. Luego de terminar esa relación, aquella chica se encargó de desprestigiarlo mintiendo sobre su ruptura, alegando que Enzo la engañó con varias chicas a la vez; y aunque yo he intentado remediar cierta parte de esos rumores, la gente cree lo que quiere y no está bajo mi control. Creo que Sofia tiene derecho a dudar.

Naciste para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora