Parte Única

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Él siempre estuvo esperando a que llegara ese momento, y cuando llegó, no cabía en sí de alegría.Desde hacía tiempo que soñaba en el día en el que aquello ocurriría.

Se calzó las botas. Se abrocha el abrigo. Cogió la mochila en la que previamente había guardado todo lo necesario: lejía, guantes, cámara de fotos...Se puso los guantes de cuero, se ajustó las gafas y subió al coche.

Su TOC le obligó a comprobar que todo estuviera perfectamente y en su sitio antes de arrancar. Retrovisores. Ambientador con olor a bosque. Palanca para abrir puertas y compuertas. Volantes en su sitio y en marcha.

Pasó unos cuantos edificios antes de llegar. Entre ellos se encontraban su antiguo colegio y la residencia de ancianos que a menudo visitaba. Pasó de largo el hospital, giró a la derecha en el cementerio y se adentró por aquella carretera mal asfaltada que tan bien de conocía.

Bajó del coche, llevando encima todo lo necesario que había preparado antes. Abrió la puerta de entrada del edificio y allí se encontró a Barry el de mantenimiento. Lo saludó y continuó por el pasillo. Por fin había llegado.

Aunque ese era su lugar de trabajo habitual, nadie sabía lo que aquel trabajador de la morgue estaba a punto de hacer.

Al llegar a la sala de autopsias se encontró con el cadáver de aquella preciosa joven que había muerto el día anterior. Abrió la bolsa de cadáver y sonrió: aquella era ella, su amada, a la que tanto había esperado que apareciera en esa habitación.

Levantó su cuerpo inerte de la fría mesa de metal y la besó con pasión, frenéticamente, bebiendo de todo su ser. Mientras, se bajaba la cremallera de los pantalones con una mueca de deseo en su cara.

En ese preciso instante, una voz sonó a su espalda.
-¿Jerry? ¿Se puede saber qué cojones haces?
Mierda. Siempre tenía que ser Barry.

Aquella ChicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora