Capítulo III.

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Paso un tiempo largo, cuando comenzaba a despertarme de aquel trance provocado por aquel el golpe tan fuerte en la cabeza que me habían pegado.

- ¿Qué ha pasado? - Me pongo la mano en la cabeza mientras me siento a lo largo de la cama. - Em... ¿Dónde mierdas esto? - Pienso para mis adentros mientras miro mi alrededor.

- ¡Oh! Estas bien. Me alegro, enserio. - Entra una joven muchacha de unos veinte picos de años entrando en la misma habitación donde estaba.

Me percato de su presencia y me quedo mirándola por unos segundos mientras mi miraba se guiaba por su presencia. Entre sus brazos sostenía un pequeño barril de y varios elementos para curar.

-Te he traído esto para desinfectarte algunas heridas que tienes en la cabeza, ya que, tras el golpe que te dieron se te infecto en estos días, hasta el punto que tuviste algo de fiebre. Así que, durante estos tres días te estado cuidando. -Sentándose en una silla que había a mi lado. - También te recomiendo que te tumbes y descanses, puesto que, con dicho golpe no puedes hacer muchas tonterías ahora. Principalmente, porque te puedes desmayar de nuevo, y mucho más en este momento, ya que, además, llevas unos días sin moverte apenas. - Me posa su mano en mis brazos forzándome a echarme de nuevo.

Inmediatamente, sin discutir con aquella mujer que me estaba sanando, decidí obedecerle y acostarme en la cama al unisonó con sus manos.

-No suele a ver muchas mujeres vaqueras, ni muchas forasteras....

- ¿Quién eres? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué quieres de mí? - Le interrumpo algo asustada por la desconfianza.

- Son muchas preguntas para responderte en un momento. -Mientras me pone el trapo.

-No tú verás. Si quieres espero al espíritu santo a que me las responda. -Siendo un poco fría y borde.

-Bueno, bueno.... No hace falta que te pongas así. - Siendo cívica. - Déjame que te comience a contar todo desde el principio, y así, ambas salimos de dudas. ¿No crees?

-Tienes razón y perdón por mi actitud. Pero usted podría ir al grano directamente y ser algo más directa. -Siendo un poco razonable. - Es más, en cierto modo, es normal obtener esta actitud a primera impresión un poco, ya que, no la conozco demasiado y no sé qué intenciones tiene, ¿no cree? Además, si usted estuviera en mi pellejo, ¿cómo reaccionaría ante esta situación?

-Bueno, cuanto antes te calles y aprendas un poco, antes sabrás la respuesta. -Siendo aún más razonable.

Inmediatamente, mantuve un silencio rotundo para escuchar aquellas palabras de la mujer que estaba a mi lado.

-Para empezar. - Mientras me pone una venda en la cabeza para proteger un poco la herida. - Mi nombre es Abigail y pertenezco a este clan desde hace tiempo....

-Mi nombre es Anastasia. - La interrumpo. - Y, por cierto, gracias por el servicio de sanidad.

La muchacha me ofrece una sonrisa de agradecimiento que había tenido ante ella.

-Bien, me alegro que te haya salido del apuro. - Se sienta cómodamente en la silla en dirección hacia mi mientras intenta ser amable.

-Si no es mucha molestia...

-Si, te las voy a responder ahora mismo. -Me interrumpes.

Algo seria continúo mirándola.

-El otro día, algunos chicos del grupo te trajeron a este lugar en un estado inconsciente, ya que, por error, uno de ellos te había golpeado accidentalmente en la cabeza creyendo que eras uno del bando contrario, pero se percataron de que se equivocaban. Así que, corriendo para salvarte te trajeron aquí y te atendimos todo lo rápido que pudimos y con todos los recursos que tenemos para poder salvarte. Incluso, en estos días te dimos por caso perdido, ya que, no despertabas.

- ¿Quién fue el que me dio el golpe? ¿Cuántos días llevo así? -Quejándome un poco del dolor de cabeza.

-Tres días y medio. - Me toca un poco la cabeza para tranquilizarme. - Lo que pasa, es que creíamos que habías muerto o algo similar al ver que no despertabas, como te he dicho anteriormente.

-Pues ya he demostrado que no. - Arqueando una ceja.

- ¡Mamá, mamá! - Grita un niño por el pasillo, hasta que, entra en la habitación donde estamos Abigail y yo.

- ¡Jack! - Grita algo enerva. - ¿No te he dicho qué no...?

Mientras la madre del chico le regaña, pude observar, que, el chiquillo estaba cabizbajo apunto de llorar.

-No pasa nada...-Siendo comprensible con el niño. - Déjalo, es más, ya se supone que estoy despierta. Además, todos hemos sido niños alguna vez, así que, es normal que a su edad este así de enérgico. -Miro a ambos.

Abigail me mira asentando la cabeza mientras me pide perdón a mí y al niño.

-Ven muchacho. - Me siento en la cama mientras hurgo en mis bolsillos.

El niño con cierto temor se acerca a mí.

-Mira, en este caso soy de confiar, y te lo voy a demostrar. Pero, esta situación no lo puedes hacer todos los días, por el simple hecho, que, no sabes con quién te puedes encontrar en este mundo de mierda. -Le entrega un caramelo.

-Mamá, ¿lo puedo coger? - Mira a Abigail.

Abigail asienta.

- ¡Bien! -Grita el niño de alegría.

Le toco cariñosamente el cabello.

- ¿Cómo te llamas? - Me pregunta con ternura.

-Mi nombre es Anastasia. - Siendo amable con el chaval. - ¿Y tú?

-Jack. - Me sonríe y me abraza. - Y, por cierto, gracias por el caramelo. - Se lo mete en la boca. - Mmm... Esta muy bueno, ¿Dónde lo has conseguido?

Me río un poco.

-Encantada de conocerte Jack. -Mientras le sonríe. -Me agrada que te guste. Por cierto, a lo de tú pregunta sobre de dónde lo he conseguido, pues, un día te llevaré por ese comercio y te comprare unos pocos, ya que, ahora es un poco difícil de decirte su ubicación. -Haciéndole un gesto cariñoso.

-Pero...-Responde algo desconfiada la madre.

-Tranquila, - la miro- me gusta los niños, incluso, he sido varias veces niñera, es más, soy de bastante de confiar. Incluso, si no tienes bastante dinero no pasa nada, te lo podría hacer gratis, ya que, como has podido observar me gustan bastante los niños.

-Bueno, creo que deberíamos de decirle al pueblo que has despertado. -Intentado coger el niño para despacharse.

-Bueno, si quieres, puedes indicarme la bañera y me puedo dar una ducha rápida antes de poder ver los demás y así voy de limpia, ¿no? -Sentándome serenamente en la cama.

-Si, tienes razón. - Haciéndome un gesto de que la siga. -Ven, te indicare el lugar y te traeré algunas prendas.

-De acuerdo. - La sigo. 

Mr. Morgan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora