Me dirigí hacia mi cuarto para descansar, así que, me puse cómoda y me eché en la cama para dormir un poco.
-Bueno, como mañana tengo que irme con Arthur en la madrugada para hacer las dichas actividades, con que me empiece a levantar en el despertar del gallo, podré llegar puntual. -Me rasco los ojos mientras me quedo dormida poco a poco con aquellos pensamientos.
Al día siguiente, por la mañana, escucho el gallo cacareando mientras me iba desvelando poco a poco.
- ¿Ya es la hora? -Estirándome mientras bostezo. - Si no fuera porque tengo que ayudar estos paletos, ya hubiera escapado de aquella vez, o tal vez, me hubiera ido aquel día que me trajeron. Pero claro, como montaron aquella fiesta, ahora no sé cómo puedo escaparme de aquí. -Pienso.
Arthur entra en mi cuarto sin pedir permiso alguno.
-Venga levántate dormilona. - Me pega un achuchón con el puño en el brazo.
-Pero vamos a ver... ¡¿Tú estás loco?! ¡¿O estas bien de la puta cabeza chaval? Pregunto. -Le grito mientras me levanto rápido de la cama. - Y, además, todavía no son ni las seis, espabilado.
- ¡Ah! ¿Qué no lo son? ¿Quieres que te lo demuestre? -Saca su reloj del bolsillo.
Lo saca y me lo muestra en la cara mientras me quedo embelesada por unos instantes.
-Pero tampoco iba a llevar tan tarde, solo era por cuestión...-Levantándome del todo mientras le pongo una excusa buena.
-El tiempo es oro, y, además, por cada minuto que pierdes, es un minuto perdido en tu vida que podrías invertirlo en algo productivo para luego no lamentarlo en el futuro. -Coge mi vestido y me lo lanza. - ¿O no sabias eso?
-Bueno, por lo menos, podías picar a la puerta al menos, ¿no? -Mientras cojo el vestido en el aire. - Porque si me pillas como paso la otra vez, ¿qué? Te tengo que matar o hacer algo similar, ¿no?
Arthur ríe.
-No creo, ya que, hubiera intentado actuar más rápido que tú, para que no ocurriese eso. - Bromeándome.
-Si claro. Y encima todo, te ríes, ¿no, listillo? - Mientras me enfurezco. - Que pena, que, todos los guaperas y los listillos como tú, lleguen a creerse mucho, y luego, no llegan a ser la mitad de lo que son.
- ¡Oh! Por lo menos, por una parte, te debería de dar las gracias por el insulto, y por el otro lado, te debería de dar las gracias por el piropo que me has hecho. - Mientras sigue bromeándose de mí.
En ese momento, suelto el vestido en la cama y me dirige hacia él con los puños cerrados para dirigirme a agredirle.
- ¡Eh, eh! -Dando pasos hacia atrás mientras me echaba la sonrisa. - Espérate leona, que vas de valiente y no tienes tantos cojones ni para pegarme.
Cuando ya Arthur no podría ir más hacia atrás, decidí intentar pegarle un puñetazo, primero, a la altura del estómago y luego en la mandíbula. Pero antes que pudiera racionara para agredirle, Arthur me cogió del puño e intento darme vuelta para no recibir el golpe, a lo que, por consiguiente, le fue en vano, ya que, intente agacharme para dárselo en sus partes.
-Joder, si que eres lista y astuta. - Poniendo sus manos en sus partes algo dolorido.
-Te avise, o por lo menos, te estaba explicando indirectamente que no me ando con tonterías, y mucho menos, con las tonterías de un gilipollas como tú. -Le cojo de la camiseta de un tirón mientras le pongo en pie.
-No, si ya veo... - Quejándose del dolor.
- ¡Ah! Se me olvidaba. -le remato pegándole en el estómago. - Esta va por no dejarte que te pegara en el estómago. Es más, si te hubieras dejado que te pegara, a lo mejor, te ahorrarías el doble dolor que has recibido en poco tiempo.
-Gracias por las hostias. -Tose un poco del golpe.
- ¿Y ahora serías tan amable de irte a fuera, por lo menos unos cinco minutos, hasta que haya vestido? Por favor. -Me dirijo hacia el vestido.
-Si anda. - Se dirige hacia la salida. - Pero que no pase de los cinco minutos, que, si no, entro a la habitación a por ti y te llevo. Y que conste, que me da igual si estas preparada para irte o no. -Me apunta con su con su dedo índice mientras se apoya desde el umbral de la puerta.
-De acuerdo. - Sin mantenerle un contacto visual hacia él y manteniendo mi concentración en el vestido.
-Vale, es más, te voy a esperar aquí afuera en la puerta, aunque luego tenga que cerrar la puerta, para que ni siquiera se te ocurra ni escaparte.
- ¡Qué si! -Le grito.
Arthur cierra la puerta y me espera afuera de la habitación.
-Que pesado es...-Susurrando sin que Arthur se enterase.
Me desnude y me cambie por completo de ropa con toda la rapidez que pude para que Arthur no volvía a incordiarme de nuevo.
- ¿Has terminado? -Pica en la puerta.
Miro en un reloj de pie que había en la habitación, fijándome que aún faltaba unos dos minutos para que pasaran los cinco minutos.
-Joder, ¿ya quieres qué salga? - Manteniendo una actitud seria con Arthur mientras me reía para mis adentros.
-Soy muy impaciente. -Apoyando su espalda en la puerta mientras sonríe.
-Ya veo. - Sonrió mientras le hablaba seriamente. – Y ante tu duda de antes, si, ya he acabado de vestirme.
-Vale.
Pongo la ropa en la cesta de la ropa sucia que me había dado Abigail el día antes para echar todas mis prendas sucias, para que luego, pudiéramos juntarlas ambas con las otras ropas de todos los vaqueros y mujeres del lugar y llevarlas al río a lavarlas.
-Listo. - Tiro de la puerta.
En ese momento, Arthur no se esperó que abriese la puerta en ese instante y se cayó de espaldas contra el suelo de la habitación.
-Joder, podías avisar antes. - Dolorido mientras se levanta.
-Joder, pues mira que lo he dicho con tiempo -riéndome a carcajadas- para que hubieras reaccionado con tiempo.
-Si, eres tú muy graciosa riéndote de mí. - Sacudiéndose la ropa.
-No si al final es lo que yo dijo. Por una parte, eres un hombre bastante atractivo para la edad que tienes, la verdad, no te voy a mentir, pero luego, tienes una mentalidad bastante infantiloide y chulesca para los años que tienes - Mientras me rio.
-Si anda, que tienes tu mas faena que un día tormentoso. - Algo serio. – Anda, vámonos ya.
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