Me desperté de un salto con el rostro empapado, ¿acaso estaba llorando? Seque con la manga del pijama el resto de mis lágrimas. Había sido un sueño, el cual no recuerdo pero que ha dejado un profundo sentimiento de vacío en mi interior, como si hubiera perdido algo y no supiera qué es.
El resto de la semana fue igual, despertaba entre llantos. Sentía la necesidad imperante de buscarlo, pero no podía porque realmente no había perdido nada. De pronto, punzante e intenso, un dolor de cabeza acompañó mi viernes desde que desperté y no, no se trataba de Rogers.
- ¿Escuchaste que la señorita Potts entro en labor de parto? - comentó Sam junto a Steve al tomar asiento en nuestra mesa, era la hora de almuerzo y se nos había hecho costumbre juntarnos. Yo no presté mucha atención ya que mi semana había sido una mierda y no tenía fuerzas ni para levantar la cabeza. Estaba prácticamente tumbado sobre la mesa en medio del inmenso jardín, un área para descansar y relajarse.
- Ya se veía venir, ¿quién dio la clase entonces? - siguió el hilo mi amigo.
- Una maestra sustituta, Margaret Carter. Aquí entre nos, Steve está encantado con ella - susurró codeando a su amigo, el cual no hizo ni gesto como respuesta.
- Es una conocida, solo por eso la salude.
De pronto y sin razón alguna, tuve la sensación de que el aire no entraba a mis pulmones, algo había oprimido mi pecho y la sensación de vacío, que era como un hueco en mi estómago, fue peor. Estaba muriendo, tal vez.
Tosía y tosía hasta que una mano palmeó mi espalda con delicadeza.
- Tony, ¿estás bien? - esos ojos azules que aborrecía me miraban con real preocupación, ¿cómo era posible tanta amabilidad? Apenas y nos saludábamos por pura cortesía en nuestros encuentros fortuitos durante el día, que eran muchos a decir verdad. Tenía a Rogers hasta en la sopa.
- Tal vez necesita respiración boca a boca, Steve - bromeó Sam viendo con picardía al rubio, el que respondió con una mirada fulminante. Yo seguía en mi nota mientras tanto, la presión era insoportable y el contacto de su mano en mi espalda comenzaba a hormiguear en toda mi piel, como una ola expansiva. Presione mi mano contra mi pecho sin causar ningún cambio, así que levante la mochila para dirigirme a la enfermería ante la atenta mirada de los otros.
- Tony, espera. Déjame ayudarte - Steve salió a mi encuentro tratando de colocar mi brazo alrededor de su cuello para sostenerme, al inicio traté de apartarlo pero su agarre fue más fuerte. Increíblemente, comencé a sentirme más tranquilo, mi respiración cogió un ritmo normal y el vacío interno parecía lleno ahora, ¿qué carajo me sucedía?
Durante el pequeño transcurso por el pasillo, tuve tiempo para fijarme en su rostro. Su piel era totalmente blanca, casi sin imperfecciones y lechosa, sus cabellos al igual que las cejas sobre sus ojos eran rubios, un rubio dorado, y esos ojos eran tan azules que podías perderte en medio. Agite un poco mi mente, no quería seguir pensando en Rogers y mucho menos ahora que le debo la vida, ok no, pero le debo un favor. Ello me hacía odiarlo más.
- ¿Steve, qué pasó? - una mujer castaña de labios rojos nos recibió cuando entramos a la enfermería.
- Mi compañero no puede respirar - la cara de Steve al verla se iluminó, esa mujer trató de sentarme en la camilla y no me opuse, pues seguía incómodo.
- ¿Y la enfermera?
- Un niño se rompió la ceja durante el receso y lo tuvo que llevar al hospital. La estoy reemplazando mientras tanto, no tengo el título pero sabes bien que tengo algunos conocimientos básicos - la mujer respondió a Steve con tal familiaridad, Dios incluso le guiñó el ojo con una sonrisa cómplice. No solo era una conocida cómo había mencionado antes, ella era muy cercana a Steve, sabía algo de él que Tony no - Haber Tony, ¿cierto? Déjame...
- Ya me siento bien - Ella había intentado tocarme y yo comencé a sentirme mal nuevamente. Me levante y salí corriendo de la enfermería, no soportaba estar cerca de esa mujer que era amiga de Steve y no soportaba ver a Steve junto a esa mujer, siendo coqueto.
No había nadie en los pasillos, de seguro todos entraron a sus respectivos salones cuando tocó el timbre, el receso había terminado y eso era a mi beneficio. Así que, mientras corría sin realmente saber dónde ir, ni entender que me pasaba, noté que nuevamente estaba llorando y mis lágrimas corrían con un profundo dolor, me detuve para apoyar mi espalda contra la pared y deslizarme al suelo. Entonces, unos pasos y ahí estaba parado él, nuevamente con ese rostro de cachorro preocupado por su amo. Cómo lo detestaba.
- ¿Vienes a burlarte de mi desgracia? - pregunté porque Steve era consciente de lo mal que me caía y yo estaba seguro que no podía existir personas tan amables en este mundo, en especial para mi que era el destinado a la soledad. Él me miró atónito y cómo si comprendiera que me sucedía se acercó para sentarse a mi lado.
- No, jamás haría eso. Sabes, cuando tenía tres años me diagnosticaron asma y al ser un niño tan debilucho pensaron que no iba a sobrevivir o que por lo menos debería tener muchos tratamientos y restricciones. Así fue mi infancia, con la constante sensación de no poder respirar y muchos días internado en un hospital. Nunca hice amigos verdaderos, a Sam lo conocí durante la secundaria, muchos años después. Mi madre estaba tan desesperada porque tuviera una vida normal que gasto sus ahorros en médicos y especialistas. No había solución para mi, hasta que conoció a un científico que estaba realizando una especie de experimento sobre las células para mejorar el organismo. Por lo que me hicieron unos estudios y apliqué para el proyecto, tenía ocho cuando pasó y la verdad que ya estaba en un estado deplorable, había hecho una extraña resistencia a los medicamentos y mi corazón estaba tan debilitado que en cualquier momento podía sufrir un paro cardíaco. Mi madre, más desesperada aún, fue a buscar al científico, el doctor Erskine, y rogarle que procediera pronto con el tratamiento milagroso. Sin embargo, el doctor le explicó que solo tenían un inconveniente, el procedimiento requería ser realizado durante el proceso de la marca y si bien es cierto deducían sería pronto por mi edad y los estudios positivos realizados en mi cuerpo, le advirtió que habría un terrible efecto secundario. Ella no lo pensó dos veces, aceptó.
Pasaron tres días para que de pronto sintiera un terrible dolor en mi brazo izquierdo, ardía, quemaba y cuando levante la pijama de hospital pude ver mi piel achicharrándose. En ese instante entró la enfermera y me dijo que era momento de aplicarme el suero, me rodearon muchos médicos, incluido el doctor Erskine, y me sujetaron mientras con una máquina me aplicaban un suero con miles de agujas, era un dolor insoportable, pero que finalmente resultó - retuvo la respiración unos segundos antes de continuar - El efecto secundario de dicho procedimiento fue perder mi marca, apareció unos instantes durante el procedimiento, pero luego se borró instantáneamente, como si nunca la hubiera tenido. Perder el nombre de mi alma gemela fue el costo a pagar por este cuerpo.
Al terminar su relato, dejó de mirarme y se dirigió al frente a un punto fijo pero incierto, miraba el vacío mientras una lágrima corría por su mejilla. Yo no sabía que responder, mis ojos se habían secado durante esos minutos. Él suspiró y continuó.
- Ella es Peggy, una conocida de mi madre. Luego de pagar tan costoso tratamiento, tuvo que trabajar horas extras en el hospital y ahí la conoció, Margaret estaba haciendo un voluntariado y se ofreció a cuidarme durante mi recuperación. Yo estaba desconsolado por la pérdida de mi marca, no entendía bien que significaba pero aún así no mandaba en mi corazón. Ella me ayudó a levantarme, me dio ánimos para utilizar esta nueva oportunidad para el bien, es por eso que me esfuerzo tanto. Ella me dio esperanzas para con mi alma gemela, me dijo que no necesitaba una marca para tenerla, solo necesitaba mucho amor para recibirla cuando llegue el momento.
- ¿Po-por qué me cuentas todo esto? - finalmente pude soltar, aunque solo fue un susurro que tal vez no había escuchado el rubio sino fuera por su respuesta.
- Porque estoy seguro que tú tampoco estás destinado a la soledad, algún día mirarás a alguien y sabras que es esa persona, tu alma gemela - un terrible calor subió a mi rostro, había dicho esto último mirándome directamente y con una amplia sonrisa, tenía ganas de tirarle esos perfectos dientes a puñetazos, pero no hice nada. Me quede frío y sin palabras.
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Soulmates | Stony
RomanceTony no tenía un alma gemela. Se había resignado a una vida solitaria y estaba bien. Steve tampoco tenía un alma gemela, pero tenía una perspectiva diferente al respecto. Ello le sacará canas verdes al castaño. 26/06 - #24 soulmates 13/08 - #28 soul...