1. Leo

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Ser un Omega nunca me pareció algo demasiado malo, tener un alfa que me protegiera y cuide era una idea que me atraía bastante... Hasta que mi padre se enteró.

Mi padre un hombre poderoso en el ámbito económico gracias a la compañía que mi abuelo le había heredado, un alfa respetado por su carácter estoico, paso toda mi niñez hablándome de que heredaria la compañía y sería un gran alfa como el, que era su orgullo... Pero eso no sucedió cuando se me diagnosticó que era un Omega a mis 13 años de edad, mi padre me desprecio diciendo que era una vergüenza, él siempre odio a los omegas, los consideraba personas inferiores que sólo servían para procrear y satisfacer al alfa, por lo que nos corrió de su casa.

Mi madre, era beta proveniente de un país extranjero por lo que su familia se encontraba muy lejos para poder apoyarnos, así que busco un trabajo cualquiera para que pudiéramos vivir, al poco tiempo consiguió un lugar para rentar, ya no sería la misma vida que antes, pero realmente eso no nos importaba, vivíamos bien, yo recibía una gran amor por parte de mi madre.

En cuanto a mí... oculte mi género, por miedo a encontrarme con otro alfa prepotente como mi padre. Me suscribí a un gimnasio y a varios clubes de deportes, poco me importaba si decían que un Omega era más débil, si yo creía que podía era suficiente, después de unos años de esfuerzo intenso logre aumentar mi complexión al igual que masa muscular al grado de que las personas realmente creían que yo era un alfa y a pesar de mi corta estatura logre sentirme bien conmigo. Conseguí un trabajo de cargador en una buena empresa de alimentos por lo que deje la escuela, sólo con la preparatoria terminada, junto con mi madre en un par de años logramos comprar un pequeña casa así mi madre ya no tuvo que seguir trabajando pues estar asi por años había deteriorado su salud y no me gustaba verla así, cada día mas gastada y con arrugas en su rostro.

Pero un quedaba un tema pendiente, mi sexualidad, había usado supresores para ocultar mi aroma o bien evitaba salir de casa cuando tenía mi periodo de celo por lo que nadie lo había notado, todos creían que yo era un alfa aunque nunca afirme serlo. Había logrado salir con varias personas Omega o betas pero la verdad ninguna lograba hacerme sentir mucho, les tenía cariño si pero era muy cercano a la amistad que a una relación romántica, incluso hubo un amigo Omega que se ofreció a tener sexo conmigo pero por más que intento excitarme no lo logro y vaya que insistió me práctico sexo oral por bastante tiempo sin embargo no sirvió más que para que se volviera mi mejor amigo. Por eso me rendí en tener relaciones con alguien más, tal vez algún día encontraría a alguien con quien realmente me entendiera como mi mejor amigo Johan que se tenía una hermosa relación con un beta muy apuesto, debo admitir que a veces sentí envidia de su relación pero me alegra por él y los tres éramos buenos amigos.

No me he presentado a pesar de que ya les conté parte de mi pasado, soy Leo y ahora les contaré la historia de cuando descubrí que un caramelo también te puede saber amargo.

Lo amargo de un carameloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora