TRANQUILIDAD
Caminar desde la décima hasta la carrera tercera era toda una odisea. En cierto momento, la séptima se convertía en décima y luego en una avenida llena de vendedores ambulantes por lado y lado de la acera. Y detrás de ellos, edificios viejos, tan altos que sofocaban el aire del lugar. Justo encima de estas murallas se veía una delicada neblina negra. El cielo no existía en esa parte de la ciudad. Al llegar a la décima con Jiménez debían subir por todo el eje ambiental hasta la estrella y ahí la ruta que siempre tomaba a su casa. Ese eje ambiental era un río canalizado, a veces no existía y solo se veían a personas durmiendo en los estanques vacíos. Luego, como hoy, después de una fuerte lluvia, los canales estaban a rebosar. Y muchas personas lavaban cosas o se bañaban. El río, aunque atrapado no dejaba de ser útil. El mundo seguía su rumbo, las necesidades de una persona no iban a parar el tiempo, nada iba a parar ese ir que hacía a todo moverse hacia un mismo lado.
Caminaban sin hablar. Los dos se sabían el camino, así que nadie guiaba. Felipe aún seguía perdido con la hora ¿hace cuánto fueron las siete y media? Después de entregarle a Daniel una parte de su angustia, sintió cierto descanso en su pecho. Pero, de todos modos, sus pensamientos seguían apareciendo en su cabeza. La puerta de la casa donde vivía lo trajo al mundo de nuevo. En ningún momento se dio cuenta que habían llegado, estaba tan entregado a su mente que no notaba nada más. La mano de Daniel estaba extendida hacia él. El chico le entregó las llaves y abrió la gran puerta. Ante ellos el corredor oscuro que desembocaba en el mini patio interior de las casas antiguas. Entraron. Se escuchó el crujido al cerrar la puerta. Sin encender ninguna luz caminaron hasta el patio. Ahí la luz del cielo nublado, aunque tenue iluminaba lo que quedaba de recorrido. Unas escaleras los llevaban a su habitación.
-Dice Laura que yo le gusto – Felipe soltó esa frase sin pensarla. Ni siquiera se acercaba a sus verdaderos pensamientos. ¿por qué la había dicho?
-Esa Laura no puede guardar un secreto – habían llegado a la entrada de su habitación – pues sí, por algo me gusta pasar tiempo con usted.
-Pero pensé que le gustaban las mujeres.
-También. No tengo preferencias a la hora de decidir quién me gusta ¿cree que el sexo es crucial para eso? – Daniel se hizo en la baranda del pequeño pasillo. Se quedó mirando el patio abajo.
-Nunca lo había pensado. Yo siempre he tenido gusto por los hombres desde pequeño, eso sí, nunca le había dicho nada a nadie. Supongo que mi papá lo sabe, pero no tocamos el tema. De todos modos, no creo que le moleste.
-Así que es un gay común y corriente – dijo Daniel.
- ¿Gay común y corriente?
-Sí, de esas personas que no dicen que le gusta y que no, y se pasan su vida tranquilamente sin molestar a nadie. Pero no hacen nada para ayudar a los demás.
- ¿Tengo que ayudar a los demás gays? – Felipe no se había planteado eso. Simplemente vivía su vida sin molestar a nadie, así nadie se metía con él.
-No es que tenga, pero creo que deberíamos. Muchas personas no tienen voz en eso, aunque seamos afortunados en no recibir críticas por lo que nos gusta, hay otras que su forma de ver la vida no es aceptada – Daniel seguía mirando el patio – y tampoco quiero ser la voz de la conciencia... es muy aburrido cuando le dicen a uno que debe ir a marchas y ser orgulloso de lo gay que es. Yo estoy en un punto de no querer decir si soy esto o lo otro, pero no me molesta, me gusta esa ambigüedad. Es divertido conocer a personas sin pensar en sus genitales.
- ¿Entonces cómo se puede ayudar a los demás?
-Eso no tengo porque decirlo. Cada uno encuentra su manera. Es bueno saber que en esta vida podemos serle útil a otros, así sea con un consejo – Daniel volteo a mirar a su amigo – no se vaya a desanimar, usted no es mala persona, solo que no nos han educado para entender a los demás, eso nos toca a nosotros solitos.
-Siempre trato de entendernos, pero somos tan complicados.
Daniel soltó una risa para luego taparse la boca con las manos, podría despertar a alguien. Se acercó a Felipe si, somos tan complicados y le dio un beso en la frente. Abrió la puerta de la habitación y se perdieron en la penumbra.
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Abordo de mí mismo
General Fiction"Hay cosas que la mente humana no puede entender así como así"... Se dice Felipe, un joven estudiante de derecho que, al caminar por las laberínticas calles de la caótica capital de Colombia, descubre una ciudad profunda, muy diferente al lugar dond...