Prefacio

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Aquí en este prado del reino terrenal se encontraba él sin siquiera poder recordar cómo se respira, ¡ÉL! ¡Señor de los infiernos, comandante del pecado y mismísimo Príncipe de las tinieblas! Su negro corazón se detuvo al instante y no lograba decir palabra alguna, simplemente sin poder creer lo que aquellos ángeles le acababan de comunicar.

-Esto es imposible- dijo el demonio con la voz gruesa y tan ácida que parecía quemar su garganta mientras salía.

Aquella forma terrenal de Azrael le miraba compasivamente mientras el viento azotaba sus cabellos rojizos y su impoluta piel blanca, en cambio Remiel parecía querer fulminarle con sus ojos color ébano, tan oscuros como su piel.

-Lucifer...- habló por fin Azrael

-¡No me llames así!- le interrumpió con un grito colérico

-Ese es el nombre que padre te dio- dijo Remiel con mirada aún más severa.

-Y yo ya no soy la pequeña oveja de Yahveh- sentenció y de inmediato notó la ira en Remiel, aún sin acostumbrarse a que él llamara a su creador de tal manera- Mi nombre es Satanás y mi reino es el infierno...

-Eso nunca ha impedido que el muchacho te llame así- intervino Azrael casi desarmando sus barreras- A él se lo has permitido

-Eso no es asunto suyo...

-Lo es, y esto se debe arreglar pronto- dijo Remiel con el mismo odio en su mirada, de nuevo la compasión llegó por parte de Azrael

-Esto es una treta de Yahveh...

-¡Deja de llamarle así!- interrumpió Remiel- Y no, no lo es. Ni siquiera Él sabía cómo es que lograste esto, no hasta ahora

-Irónico viniendo de un "Dios" que se hace llamar a si mismo omnipotente- escupió el demonio ácidamente

-Él nunca ha hecho tal cosa y tú mejor que nadie conoce el alcance de su poder Luci... Satanás- terminó Azrael corrigiéndose a tiempo ante la mirada del otro

-Él. Es. Mío...- siseó el aludido, en su voz un deje casi imperceptible de desesperación

-Técnicamente, pero nunca debió ser así. Él nunca fue para ti- le interrumpió Remiel con una suave sonrisa y sin piedad alguna en la voz

-¡No me lo quitaran! – Estalló el demonio enfrentándole con fiereza- ¡Él es mío y yo soy suyo! Nadie, ni el mismísimo Yahveh lo alejará de mí...

-Aunque lo intentemos no podemos- continuó el otro- Pero a tu lado su alma está condenada. Si realmente sientes lo que dices sentir, sabes lo que debes hacer.

-No puedo...

-¡Puedes y lo harás! Termina con esta locura de una vez por todas

-No lo haré- siseó el ángel caído con furia en a voz y determinación en la mirada

-Que así sea- susurró Remiel y con un halo de luz desapareció. Con un último suspiro y sin nada que decir Azrael le siguió dejando al demonio solo en aquel lugar.

Satanás se quedó ahí meditando, no... Lucifer, su nombre era Lucifer y sibien alguna vez lo odió ahora lo aceptaba de vuelta con orgullo, pero jamáspermitiría que aquellos seres repugnantes que se hacían llamar angelicales levolvieran a llamar de esa manera, sólo aquel ser que realmente le amaba teníaderecho de hacerlo. Sintió su negro corazón acelerarse y su aura maligna seelevó, incluso él tenía derecho de amar y ser amado y nadie le quitaría eso, nodespués de por fin haber encontrado a su Goral.

Goral (גורל)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora