Capítulo cinco

23 2 0
                                    

El joven enfermero llegó a casa después del trabajo, dejó sus cosas en el recibidor y se dirigió con paso lento y cansado a la cocina para comer algo, apenas trozos de fruta y un té, un pequeño trozo de pan y fue lo único que logro convencer a su estómago a aceptar para no morir de inanición, caminó con rumbo al cuarto de baño donde se desvistió con calma para observarse en el espejo de cuerpo completo, al mirarse suspiró con pesar, sus músculos antes visibles ahora eran apenas una sombra insinuante, no importaba la mejoría con respecto a hace unos meses, seguía sin agradarle lo que veía. Se metió a la regadera con la intensión de que la tibieza del agua lavara todos sus pesares, pero obviamente eso no sucedió. Mientras cerraba la corriente de agua escuchó ruidos en la habitación, con una suave sonrisa secó su cuerpo y se cubrió para salir.

Sentado en la cama reflejando completa comodidad se encontraba una imponente figura de piel rojiza, a su lado una charola con un vaso de té helado y un club sándwich.

-Haz llegado temprano- susurró al demonio

-Los infiernos estuvieron excepcionalmente tranquilos hoy- le contestó con sorna

-No lo puedo imaginar- murmuró mientras se vestía, en cuanto tomó asiento a su lado el demonio empujó la charola hacía él- Ya comí...

-¿Llamas a eso comer?- susurró molesto

-¿De qué hablaremos hoy?- cuestionó Nahúm desviando el tema

-No harás que me olvide de esto... - murmuró- Tan sólo la mitad o no te contaré nada el día de hoy.

-Está bien- suspiró el joven acercando el plato- pero a cambio quiero que me cuentes sobre ESE día.

-No hay mucho que no te haya contado- contestó mientras le veía dar la primer mordida al sándwich- El día de mi caída fue el más doloroso de mi existencia, no puedo imaginar dolor físico o espiritual mayor a ese, pero es también el día que más orgullo me ha brindado...

Y así el ángel caído continuó con la narrativa de día de su rebelión, el humano, contrario a lo que pudiera creerse le escuchaba con suma y delicada atención mientras comía, maravillándose con cada palabra y detalle que le brindaban. Un mes ha pasado desde que el demonio le había informado que eras almas gemelas, "Goral" es como le había llamado y desde ese día y sin falta Satanás aparecía por la tardes para platicar de todo y nada hasta que el sueño vencía al moreno. Nahúm siempre despertaba solo por lo que creía que en cuanto se dormía el demonio se retiraba a su mundo.

-... Y con el tiempo comenzaron a crecer de nuevo, pero sin plumas y tan pesadas que volar resulta difícil y doloroso- terminó agitando ligeramente sus negruzcas alas

-¿Por qué?- cuestionó con curiosidad mientras hacía a un lado el resto de la comida

-Es parte de mi castigo, crecen "tan grandes como el dolor y la maldad en el mundo"- musitó haciendo comillas en el aire

-¿Alguna vez te has arrepentido?

-Nunca- contesto contundente- Ese día me demostré que yo les amaba más que el mismo Yahveh...

-¿Amabas a Yahveh?

-Yo... - el demonio gruñó molesto- Si, yo le amaba, pero nunca fui un hijo ciego de amor, veía sus injusticias y no siempre estuve de acuerdo con él

-¿Fue Él quien te cambió el nombre?- cuestionó sin darse cuenta de cuan cerca se encontraban ahora, tanto que podía sentir el calor que el otro irradiaba

-No, fue la humanidad- siseó- ellos eligieron a su Dios a pesar de lo que perdí a causa de ellos, al final me convertí literalmente en Satanás, "el adversario" "el que desvía del camino correcto". Y lo acepté, mi antiguo nombre fue un presente de supuesto amor y ya no había cabida para eso en mi existencia...

Goral (גורל)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora