—¡¿Como es posible que la dejaras?! —Keiton grita por toda la habitación mientras esculca hasta el último lugar que le quede —Lo hiciste a propósito, cómo todo lo qué haces últimamente.
—Solo es una estupida almohada, hay miles iguales a esa.
—No compares mi almohada con la de los demás —Finalmente, dándose por vencido toma asiento a mi lado en la cama —No puedo creer que la dejarás tirada.
—Lo siento, estaba pensando en muchas cosas a la hora de la salida.
—Lo importante es que ya estás en casa. Dormiré mal pero nada me pone mas feliz que tenerte aquí —Deja un pequeño beso en mi frente ¿De donde han sacado a este chico? Mi hermano normalmente no es así de afectivo y mucho menos me dice que de mi salud depende su felicidad —No sabes lo mal que me ponía al saber que no te vería a media noche asaltando la nevera.
Suelto una pequeña carcajada y le doy un leve golpe que me deja sin fuerzas, mi hermano se da cuenta e inmediatamente su sonrisa se desvanece.
—No debería estar molestándote —Me observa por un tiempo como si en cualquier momento yo dejara de existir —Será mejor que te deje descansar.
—No —Lo tomó de la mano para que no se vaya —Necesito que me ayudes con algo. Es muy importante para mi y tu eres el único que puede sacarme de estas cuatro paredes.
—¿Sacarte? Estás loca, dijeron que no podías salir en una semana —Se suelta de mi agarre y camina hacia la entrada de mi habitación.
—Es urgente.
—Si claro —Habla con obvio sarcasmo —Como si ir a ver al animal de Blake fuera algo urgente.
—¡No le digas así! Ni siquiera le haz dado la oportunidad de que se conozcan.
Keiton se ve irritado, nunca me ha llegado a dar una buena explicación del porque odia a Blake. Y digo odia porque a leguas se nota su disguste cuando siente su presencia o simplemente escucha su nombre.
—No tengo que decirte todo para que al menos me creas, si te lo digo es por algo.
...
—Soy un idiota.
Le hecho una mirada por encima de mi hombro —No digas eso, solo tuviste que tomar la mejor decisión, era esto o que mamá se enterara.
—En algún momento tendrá que enterarse y el día en que se de cuenta tú también estarás en problemas.
—Como sea —Cierro la puerta del auto y saco mi celular para llamar a Blake, no quiero timbrar en esa entrada, la ultima vez que estuve aquí tuve la peor experiencia de mi juventud.
—¡Rápido! —
Estoy a punto de protestar pero la respuesta del otro lado del celular me lo impide.
—Aló
¿Como es que un simple saludo de un chico con voz adormilada puede acelerar mi pobre corazón de este modo?
—Buena forma de responder —Bromeó ya que se que aún no tiene mi número registrado, pues está es la primera vez que hablamos por celular y yo como buena enamorada que era, me las ingenie para poder tener su número de teléfono —¿Te olvidaste de mi?
—¿cookie?
Esto es imposible, mi corazón está a punto explotar en mi pecho. Blake me puso ese apodo días después de que sus visitas se volvieran más frecuentes en el hospital y desde entonces cada que me dice así siento que poco a poco me vuelvo mas especial para él.
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Mesa para dos ©
Teen FictionEn la universidad estamos acostumbrados a ver cómo las chicas prefieren estar con los deportistas más codiciados del lugar y que incluso muchas veces son recocidos por la mayoría de la ciudad; pero siempre hay un caso en particular que destaca por s...