Secretos

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Yuan nunca había estado de acuerdo con las costumbres de su supuesta "familia", pues a su corta edad y siendo solo un chico de 17 años ya contaba con un harén de cuatro mujeres y un chico que era la última adquisición de su "padre" para él. No era de extrañar la presencia de chicos en los harem debido a que eran hombres especiales que podían engendrar vida en su interior.

Era ese hermoso joven el que lo tenía encantado, con esos  movimientos de cadera y esa mirada feroz mientras bailaba vestido como si fuera una chica más. Hasta ese momento solo ese chico había logrado captar su atención y no porque las demás jóvenes no fueran atractivas, sino porque ese chico tenía algo que no permitía que apartara la vista de su cuerpo. 

Cuando el chico terminó de danzar para él, Yuan se puso de pie y salió del salón, no sin antes ordenar que llevaran al chico a sus aposentos. 

No habían pasado más de cinco minutos cuando llamaron a la puerta y al abrirla se encontró con esos hermosos ojos, los cuales parecías dos grandes y preciosos topacios imperiales. 

— Pasa – ordenó y cerró la puerta cuando el chico entró.

— Tú debes ser Lan Yuan –dijo mientras se sentaba en la cama y clavaba la mirada en él. 

— No, mi nombre es Wen Yuan –respondió. 

— A mi no me engañas, realmente eres Lan Yuan– insistió.    

El chico ya no quiso corregirlo pues por la forma en la que lo miraba, no dudaba ni un segundo que aquel joven quisiera golpearlo, aunque no estaba de más decir que realmente deseaba que las afirmaciones de ese chico fueran ciertas y ser un Lan en lugar de un Wen, pero eso eran simples y tontos sueños. 

Ese día solo había podido saber el nombre del hermoso joven. Jin Ling...

A partir de ese día Jin Ling y él pasaban mucho tiempo juntos, ya fuera paseando por el pueblo, en el jardín sentados bajo un frondoso árbol o simplemente conversando en la terraza de su habitación, como en esa ocasión.

— Tú eres hijo de Lan Zhan y de Wei Ying– dijo el chico con un tono de voz firme que no dejaba cabida para replicas ni dudas. — Ni Wen Chao es tu padre, ni Wang LingJiao es tu madrastra –Yuan lo miró confundido y a la vez con atención por si decía algo más. — El maldito de Wen Chao se obsesionó con tu madre, pero al ver que se casó con Lan Zhan y después se embarazó, su enferma cabeza pensó en hacerlo pagar por haberlo rechazado, así que un día mientras Wei Ying paseaba por el pueblo  contigo en brazos fue atacado. Lo último que vio antes de perder la consciencia fueron las espaldas de los hombres que se llevaban a su bebé – contó. — En ese entonces tú no eras más que un bebé de dos años.

Por alguna vez razón sentía que esas palabras eran ciertas, pues siempre se había sentido ajeno a su "familia". 

— ¿Por que no me buscaron? – preguntó en un susurro. 

— Lo hicieron, pero nunca dieron con tu paradero, además que por mis padres supe que incluso tu madre sospechó de Wen Chao y cuando vino a buscarte, sólo encontró a la primera esposa de ese maldito, la cual le dijo que no tenían idea de lo que hablaba, que ella y otras de las mujeres del harén le habían dado hijos al Wen y los cuales tenían tu misma edad, incluso le ofreció mostrárselos, pero tu madre creyó en la mujer y volvió junto a tu padre – narraba.  

Tras esas confesiones y después de que Jin Ling saliera de la habitación, Yuan se tiró en su cama y comenzó a recordar cada uno de los tragos amargos que había pasado junto a la esposa principal -en ese momento- de su "padre" . Wang LingJiao. 

Ahora que lo recordaba, en varias ocasiones la mujer no había perdido la oportunidad de decirle cosas crueles como: "que no era hijo de Wen Chao", "que era hijo de una zorra", "que sólo por ser hijo de quien era, recibía demasiada atención por parte de Wen Chao", entre otras cosas.

Pequeñas miradas al pasado y  presenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora