1... ANITA

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Nunca sabemos cuándo nos va a sorprender la vida y la primera experiencia que viví dentro de mi taxi, fue en una de las primeras semanas en que salí a trabajar como taxista.

No es que el costo de la vida, haya estado dura, ni mucho menos mala, mala que digamos, porque de alguna manera necesitaba solventar algunos de mis gastos, como todo ser humano.

Pero también lo quería experimentar, era saber que se sentía manejar un taxi.
Pasar el tiempo conociendo distintas personas, distintas personalidades... Etc

En el sentido del dinero siempre he sido muy cuidadoso, sobretodo en el ámbito personal.
Siempre me ha gustado preocuparme de mis negocios, mi vestuario, mi físico... Etc

Todo comenzó en la calle José Manuel de Avellaneda con Lincoln.

Esa tarde noche no estaba buena, no tenía pasajeros.

Eran mis primeras semanas en el taxi.
Decidí pasar por José Manuel de Avellaneda, porque siempre veía personas en ese lugar esperando transporte urbano.

A lo lejos divise una persona y llegando al lugar, me detuve.
Era una joven de unos 25 años aproximadamente.
Cuando me detuve, ella no reaccionó.

Decidí bajar el vidrio derecho del taxi y preguntarle directamente si deseaba que la llevase a algún lugar.

Asentó con su cabeza diciendo que no...!!

Le pregunté una segunda vez si estaba segura, porque igual era un poco tarde, para estar sola en el lugar.
Aparte de eso tenía dos maletas a su lado.
Me pareció un poco extraño que estuviese sola a esa hora.

Le pregunté, siempre con palabras amables, es lo más destacable que tengo a mi haber.

Ella me miró y se veía un poco afectada, estaba llorando y sus mejillas rosadas la hacían ver peor aún a la tenue luz de unas farolas que iluminaban el lugar.

Bajé rápidamente del taxi y le pregunté en tono preocupado que le sucedía.
Alguien la asaltó?
la golpearon? le robaron..?

Qué le sucedió? le pregunté..!!

Ella me miró y me escaneó de pies a cabeza, como queriendo cerciorarse si realmente era de confiar.

Le expliqué que no era bueno en eso de contener a personas debidamente afectadas.

Le expliqué que eran mis primeros días trabajando como taxista y bueno algunas cosas me sorprendían, como por ejemplo encontrar a una joven a esas horas de la noche llorando y además con maletas.

Insistí una vez más.
Le pedí que por favor no tuviese miedo.
Que yo no era una mala persona.
Le pregunté si necesitaba ir a algún lugar y si no tenía dinero, que en una próxima ocasión me cancelaba el viaje.

Exactamente, no era lo que esperaba escuchar, pero me dijo que su madre la había sacado de casa.
La había mandado a la calle solo con lo puesto y un par de maletas con un poco de ropa y algunas cosas personales.

En ese momento sentí como se me apretaba el pecho al escucharla.
Se me iba la respiración poco a poco.
Podía ver a simple vista que ella era una buena persona.

Hay personas que a simple vista irradian bondad y ella era una de aquellas personas.

Yo pensaba en el corazón de piedra que debía tener esa madre para mandar a su hija a la calle a esas horas.

Yo no sabía cómo reaccionar, pero solo me acerqué a ella, le pedí que por favor subiera al taxi y me dijera donde la podía llevar.
Donde algún amigo, amiga o algún familiar cercano.
Pero ella me dice que no conoce muchas personas en esta ciudad.

HISTORIAS DE TAXI - relatos urbanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora