HISTORIAS DE TAXI - relatos urbanos

8... ALEXANDRA

Después de una larga y extensa noche solo deseaba un merecido descanso.
Una buena ducha y un buen café para pasar el impenetrable frío que calaba los huesos hasta lo más profundo.

Una intensa y acogedora lluvia se hacía presente a ratos.

Un clima muy cambiante y poco hostil.

Según los meteorólogos algo raro ocurre con el planeta Tierra.
Según sus reportes, dicen que llueve pero en realidad cae nieve.

En otro momento habrá un sol radiante, pero en verdad es un frío infernal.
Alguien está jugando con ellos. Alguien está moviendo los hilos, mucho más allá de las estrellas.

Según la biblia, allí se encuentra el creador de toda la existencia, de toda la creación en si.
Noticias van, noticias vienen.

Pero yo tan solo espero volver a ver a la chica que día por medio toma mi taxi.
Siempre dispuesto a la coquetería, pero eso no va conmigo.
La timidez me impide ser el galán aquel, que llevo escondido dentro de mi ser.

Ella tiene una sonrisa dulce, una mirada tierna, unos ojos color marrón que no pasan desapercibidos ante nadie.

Tiene una boca pequeña, que hace buen juego junto a su poco llamativo labial color fresa.

Pensando en ella, acomodo la almohada dispuesto a soñar.

A llegado la mañana, uno de esos días más esperados de la semana.

Ella, estará presente como cada día en la avenida principal esperando el transporte que la llevará hasta su trabajo.

En el momento que cambia de color el semáforo de la calle anterior.
Algo no está bien en la siguiente calle.
Se ve gente correr, gritar, gente agolpada hacia la derecha de un Hotel donde buscan refugio.

Se escucha mucho ruido alrededor y los autos se comienzan a movilizar rápidamente de allí.
Algo caótico se ve venir.

Algo que no tenía en los planes.
Veo algo que me causa escalofríos.
A simple vista puedo ver qué es un asalto en el Banco Central que se encuentra en la esquina de la avenida.

Dos hombres armados se encuentran custodiando la entrada.
Se escuchan disparos desde el interior, al momento que se genera un silencio que estremece cada latido, cada segundo que pasa.

Avanzo sigilosamente y estaciono mi taxi en la siguiente esquina.
Camino a paso lento y seguro.

No hay presencia de policías en el lugar.

Las personas comentan que hay muchos rehenes dentro del banco.
Se han oído más disparos.

Yo como medida de protección, tengo mi arma 9 milímetros, debidamente inscrita. Pero solo la puedo usar dentro de mi casa en caso de algún robo.

Llevo mi arma escondida bajo mi chaqueta en la cintura, dispuesto a disparar en caso de que tenga que proteger una vida o la mía.

Tras cada paso todo se torna confuso.

Hoy sería un día distinto, pero jamás pensé que fuese de esta manera.
Algo me dice que no abandone el lugar.
Tengo una sensación extraña.

Comienzan a salir los asaltantes armados y cada uno trae un rehén.
Otros unas maletas negras donde posiblemente lleven el dinero robado.
Veo 7 asaltantes en total, suben rápidamente a una camioneta tipo furgón color negra.

Huyen del lugar con el dinero, con rehenes y en dirección desconocida.

Lo importante es que se han marchado. Camino rápido hacia la entrada principal del Banco Central. Allí se ve desolación, pena, personas llorando pidiendo ayuda.