Capítulo 2: Madre e hija

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La mujer al igual que la joven dejo caer una lagrima sobre su mejilla izquierda, empezó a creer lo que le habían dicho los médicos sobre el tiempo de su desaparición y que posiblemente su cerebro bloque muchos sucesos de su vida antes del accidente.

-Mi niña, estas hecha una mujer –tímidamente acerco su mano a la de su hija- ¿Cuántos, cuántos años tienes ya?

-Veintidós –sonrió- No se fueron mucho tiempo, tenía 18 cuando se fueron. –Noto que su madre bajo la mirada y se puso nerviosa ¿qué pensaría de ella al ver su vientre de casi nueve meses?-

-¿Estas embarazada? –Comentó sorprendida-

-Sí, pero esa es historia para otro día, mamá –Ricardo le acerco una silla para que pudiera sentarse- ¿Recuerdas algo de lo que paso?

-No hablare con ellos aquí –Señalo a los 4 varones y a la enfermera-

-¿Por qué no? Son tus hijos, mis hermanos. También les hiciste falta –Habló ella incrédula de las palabras de su progenitora-

-Pero solo quiero hablar contigo, ellos no hacen otra cosa que negarme verte y preguntar cosas que no puedo recordar –comenzó a levantar la voz-

-Perdóname Victoria, pero deberías entender que no puedo dejarte sola con ella y menos en su estado –Habló Jack- no puedes controlar tus ataques de pánico y no me arriesgare

-Salgan, estaré bien –Los miro- Yo la conozco mejor que todos ustedes juntos

Después de varias negativas de los mayores y un poco de convencimiento por parte de Oliver, las dejaron solas, la enfermera menciono que estaría cerca por si se requería su ayuda. Entonces solo ellas dos estaban entre esas 4 paredes blancas.

-Entonces ¿a mí me dirás que paso? –Sujeto su mano- Tal vez sea bueno para ti soltarlo

-Es difícil, un accidente de avión donde quedas varado junto a un montón de desconocidos y tienes que sobrevivir a costa de todo y de todos –Guardo un breve silencio y suspiro- Quizá de no ser por tu padre yo estaría muerta pero –Los sollozos de su madre no se hicieron esperar-

-¿Pero qué? –La ansiedad estaba tomando parte en su cuerpo, mantener la calma en esa situación era complicado pues toda emoción que ella sentía se multiplicaba en su estado- Mamá, por favor dímelo

-Yo. Por mi culpa. Tú padre. Oh dios –empezó a apretar las manos de su hija al punto que ella no pudo evitar una mueca provocada por el dolor- El mato a un par de muchachos.

Las palabras que ella había escupido eran complicadas de asimilar, si bien su padre era militar no es que fuese la primera vez que hubiese matado, después de todo él había ido a muchas batallas donde era él o el enemigo. Pero lo de gente inocente daba mucho que pensar.

-¿Porqué? –Murmuró-

-Él decía que era por nuestro bien pero yo sabía que no –la soltó las manos y se tomó el rostro entre las manos- No estoy loca, solo estoy asustada. Temo por lo que pueda pasarle a tu padre.

Bárbara estaba sin palabras, ella tenía razón. Los medios podían ser increíblemente rastreros y muy profesionales a la hora de manchar la imagen de una persona u organización pues ella y sus hermanos lo vivieron de primera mano cuando sus padres desaparecieron y realizaron acusaciones sin sentido. Por supuesto que iba a ser complicado para ellos reestablecerse en sus antiguas vidas y más con todo lo sucedido en aquel lugar

-Mamá ¿Cuánta, cuanta gente estaba con ustedes cuando los rescataron? –Victoria se levantó bruscamente y empezó a caminar por la habitación como si fuese un león encerrado y con mucha hambre- Mamá, responde. Si no me ayudas ¿Cómo puedo yo ayudarte? –Ambas se miraron y la tensión se sentía en el ambiente-

Sueños Sexuales de una Virgen II: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora