Capítulo 6: Caras vemos, corazones no sabemos

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-Una disculpa, no sabía que tenía una reunión, pero creo que no llego en un buen momento -Comentó riendo con nerviosismo-

-Discúlpeme ingeniero, olvide nuestra cita. Bien señoras, vamos a dejar el tema hasta aquí por hoy y francamente espero que eduquen mejor a sus hijas -Caminó hasta donde el hombre más joven se encontraba y abrió más la puerta invitándolas a salir-

-Vámonos, Rebecca. No quiero estar más en esta habitación. -Tomo la mano de su hija llevándola casi a rastras-

-Vámonos Cristi -extendió la mano a su hija-

Cuando la menor tomo la mano de su madre empezó su caminata hasta la puerta, rogando a Dios que pudiera salir de esa situación tan incómoda, con las manos sudorosas y las piernas temblándole a cada paso que daba con sus elegantes tacones sobre el suelo de granito se acercaba a la puerta donde aún yacía parado el hombre que marco en su vida un antes y un después.

-Con su permiso, director -Paso por el lado de Sebastián sin decir una palabra-

-Que tenga buena tarde -Escucho de la boca del padre de su hija, esas palabras la hicieron pararse en seco-

-Igualmente -Susurro con la voz temblorosa aun manteniendo su postura firme evitando voltear-

-Disculpe... -caminó un par de pasos quedando a menos de medio metro de distancia de la castaña, - ¿Nos conocemos?

Ella volteo incrédula, con los ojos abiertos de par en par; sus miradas se cruzaron notando en él hombre una mirada mucho más suave que la guardaba en el fondo de sus recuerdos. ¿En verdad era posible que la olvidara en el transcurso de seis años? Bárbara sentía una parte de su ser hacerse trozos ante el olvido.

-No, supongo que nunca nos conocimos...-sonrió débilmente-

- ¿Esta segura? Tu rostro me parece demasiado familiar -hizo una mueca de decepción-

-Tengo un rostro muy común, nos vemos -murmullo, comenzó de nuevo su caminata en la que no habían dado más de tres pasos cuando escuchó un golpe seco atrás de ella, giró y encontró al hombre en el suelo colapsado- ¡Sebastián!

[1 hora más tarde]

En la habitación del hospital reinaba un silencio casi sepulcral, ambos adultos estaban solos pues la castaña llamo a su hermano para que se llevara a su hija y ella pudiera expresar todo lo que tenía que decirle al padre de su hija. En ese momento ella miraba al hombre dormir de una manera tan placida, comenzó a rememorar para encontrar alguna imagen que asemejara la que tenía en frente suyo en ese momento, pero no encontró nada.

-Todo paso tan rápido ¿no es así? -sonrió y acaricio su cabello el cual desprendió ese aroma que tenía tan grabado bajo la piel- Hay tantas cosas que quiero decirte, pero parece que no me recuerdas. Te fuiste sin decir nada, supongo que no fui importante para ti, pero para mí tu si lo fuiste-Tomo la mano del hombre entre la propia y recargo su rostro en ella-

La castaña miraba el apacible rostro de Sebastián, dándose cuenta que el sentimiento que tenía por él seguía ahí como una pequeña flama en una hoguera que solo necesita el soplo adecuado para arder de nuevo. Noto como el hombre había empezado a gesticular con el rostro, intentó apartar la mano, pero la masculina se aferró a la suya.

-Bárbara...-Susurro-

<< ¿Una pesadilla? >> Pensó en sus adentros. Acerco la mano que tenía libre a su rostro y lo acaricio con suavidad, en un intento por calmar el mal sueño que parecía estaba teniendo << Soy tan patética, estoy cuidando del hombre que rompió mi corazón hace años ¿puedo ser más estúpida? >> Suspiro luego de ese pensamiento melancólico.

Sueños Sexuales de una Virgen II: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora