Capítulo 7: Una parte del rompecabezas

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Su piel siendo acariciada la estaba haciendo sentir viva de nuevo, como si su cuerpo hubiera sido esculpido solo por y para él, sus labios encontrándose en un beso pasional mientras sus cuerpos se acoplaban salvajemente, escucharlo llamarla estremecía su ser de maneras que no recordaba podía ser, sus uñas aferrándose a la espada de SU hombre, marcándolo como suyo mientras gemía su nombre, llegar a un clímax mutuo donde ambos terminaban agotados. Sí, un buen sueño.

La mujer se despertó con las mejillas sonrojadas y sintiendo la necesidad de satisfacer sus deseos carnales, pero tenía que controlarse, ya no era la misma joven que tenía la libertad de una casa para ella sola y podía satisfacerse en cualquier rincón. Perezosamente se levantó de la cama y se dio una ducha donde el agua caliente solo alteró más el deseo de lujuria que estaba atravesando cada célula de su cuerpo. Al salir a la cocina se encontró con una nota de su mellizo sobre la mesa del comedor.

"Buenas tardes bella durmiente, es tu día de descanso pero por esta vez me llevare a la niña a la escuela y de ahí la llevare a donde ella quiera, usa la tarde para lo que necesites hermanita ;)

Pd: ¡Protégete!"

La castaña entorno los ojos, solo había una persona que durante esos años se había encargado de apagar esos fuegos internos que tenía la mujer. Saco su celular, realizo una llamada para poco tiempo después de alistarse, salir rumbo al centro de la ciudad. Al llegar al sitio donde acordó su cita tocó el timbre del edificio, subió las escaleras hasta el quinto piso donde toco la puerta y un joven de lentes le abrió la puerta.

-Hola Jack –sonrió-

-Hola mi reina, adelante pasa –Se hizo a un lado para dejarla pasar, la mirada del hombre era amable- ¿Entonces cuál es el plan para hoy?

-Oh, tu sabes cuál es plan –sonrió con coquetería mientras acomodaba un mechón de su cabello-

Jack se acercó con paso de depredador hasta quedar frente a Bárbara, la diferencia de alturas era algo notoria, el perfume floral inundo las fosas nasales del hombre, despertando bajos instintos; la tomo por el cabello enredando sus dedos en la corta melena y forzando a su cabeza ir hacia atrás, dándole así espacio para besar su cuello. Un gemido escapo de los labios de la mujer al sentir los besos en su cuello, por instinto colocó sus manos en el pecho del hombre quien ahora usaba la otra mano para sujetarla por la cintura y mantenerla cerca, poco a poco se dejó llevar acariciando el definido cuerpo de su amante por encima de la ropa, se percató de que Jack no tenía mucho de haber salido de la ducha pues aun sentía la fragancia de su gel de baño, un aroma salvaje y masculino que desde los últimos años la volvía loca, por un momento dejo de sentir el calor de su compañero para luego sentir como él la levantaba del suelo y la colocaba en la mesa del comedor, por rutina abrió sus piernas para darle más espacio al contacto, gustoso se acomodó en medio de sus muslos y atrapo los labios femeninos entre los suyos, era un beso completamente pasional y para fortuna o desgracia ella nunca perdió el hambre de experimentar cosas nuevas, ese día había optado por usar una lencería muy ligera bajo su vestido de estilo veraniego. Las manos de Jack masajeaban los tersos muslos en suaves y provocativos movimientos que se acercaban a sus glúteos.

Entre besos y caricias en algún momento la camiseta de Jack había desaparecido de su vista para dejarle apreciar su abdomen, si bien no era un hombre musculado si era definido y lo suficientemente varonil para que su entrepierna palpitara por el ansia de sentirlo todavía más cerca, él bajo hasta quedar con la cabeza entre sus muslos, no pudo evitar morderse los labios al sentir como su lengua humedecía el interior de sus muslos acercándose hasta su vulva cubierta aun por las bragas, chillo cuando la mordió y se recostó al sentir el calor de su boca en la zona exacta, los gemidos que emitía aun no eran suficiente para su amante que probo a explorar un poco más dentro haciendo a un lado las finas bragas para juguetear con su interior, el joven estuvo satisfecho con su trabajo cuando sintió un orgasmo invadir el cuerpo de la fémina. Al subir de nuevo hasta quedar de pie la miro sobre su mesa, indefensa y sonrojada, se percató de que no llevaba sostén pues sus pezones se marcaban traviesos bajo el vestido amarillo, metió sus manos por debajo del vestido acariciando su cintura hasta llegar a sus senos, los cuales masajeo haciéndola gemir de nuevo y arrancando un par de lágrimas de placer cuando pellizco sus pezones, harto de no ver su cuerpo en plenitud le quito el vestido y lo arrojó al suelo, con un movimiento hábil también se deshizo de las bragas.

Sueños Sexuales de una Virgen II: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora