El trafico de la ciudad a las 6 de la mañana no era algo agradable, pero si muy común. El sonido de las bocinas sonando por que el conductor de enfrente es lento o por que un peatón se atravesó cuando no debía, era tan cotidiano que se había acostumbrado a vivir con ello.
-Mamá -La voz de una pequeña sentada en el asiento especial en la parte de atrás de la camioneta llamo a su madre que cambiaba de estación de radio-
-Dime, cariño -levanto la vista para ver a su hija quien llevaba un uniforme escolar, se le notaba nerviosas a ambas-
- ¿Mi papá no me quiere?
Una pregunta tan inocente y llena de tanta expectativa la hizo tambalear, había sido difícil vivir estos años evitando la pregunta sobre el paradero de su padre. Los niños tienden a ser directos y muy curiosos.
<< ¿Cómo le explico que su padre ni siquiera sabe que existe?>> pensó.
- ¿Mamá?
-Papá te quiere mucho, cielo -dijo nerviosa, mientras conducía con precaución-
- ¿Por qué nunca viene a verme? Mis amigos son recibidos por sus papás ¿Por qué yo no? Yo, yo quiero ver a mi papá.
Su corazón se encogía ante las palabras de su hija, que al mirarla era el vivo retrato del hombre por el que preguntaba, guardo silencio el resto del camino; Cristina hizo lo mismo, sabía que una vez su madre no respondía algo era por que estaba pensando seriamente en ello. Al llegar al colegio y ayudarla a bajar se agacho para poder mirarla a los ojos.
-Te llevare a papá, solo espera ¿sí? -toco con la punta de su dedo la respingona nariz de su hija-
- ¡Si!
Acompaño a su pequeña hasta la entrada del colegio, era su primer día en primaria. Ambas estaban con los nervios a flor de piel, la castaña miraba a su hija esperando un berrinche o algo que le indicara que no quería entrar, pero se llevo una completa sorpresa cuando su hija sonrió.
-Me voy, mami -sujeto su mochila con ambas manos y tomo su camino hacia el patio de la escuela-
- ¡Mucha suerte Cristina! -alzo la voz para que su hija la escuchara, en eso recibió una llamada la cual atendió sin mirar antes el numero- ¿Diga?
-Licenciada Herreros, soy yo Natasha.
- ¿Qué sucede? -sonrió por última vez a su hija quien se despidió con su mano antes de que cerraran la puerta de entrada-
-La junta con los directivos de la empresa de modelaje se pospuso para el medio día, El jefe dijo que quiere verla en su oficina en cuanto termine sus ocupaciones.
-Gracias, Natasha. Dile a mi hermano que necesito tratar unos asuntos importantes antes de que tengamos la junta al medio día así que llegare un poco tarde a verlo.
-Por supuesto señorita, que tenga buen camino a la oficina
Luego de eso la llamada fue cortada por la castaña, camino de regreso a su camioneta donde se aseguro que todo estuviera en orden antes de arrancar y adentrarse de nuevo al trafico que estaba apunto de dominar la calle entera, condujo en dirección contraria a donde debería haber ido.
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Antes de llegar al destino que buscaba empezó a comerse la cabeza con pensamientos que en algún momento de su vida le causo un gran estrés, pero no pudo enfrascarse mucho en eso pues llego a la calle donde estaba su antiguo hogar, ahí se veían ambas casas que fueron testigos de sus momentos más íntimos, el tonteo constante entre ella y su vecino.
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Sueños Sexuales de una Virgen II: Reencuentro
Romance-Vuelve conmigo -Dijo en un hilo de voz- -¿Porque debería? -comentó ella mientras sonreía con incredulidad- -Porque te amo, nena.