Capítulo 9: Papá

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A veces conseguir dormir era una odisea, antes solía dormir casi nada a causa de sus noches locas con mujeres, era bastante irresponsable consigo mismo pero nunca con su trabajo, si bien hacía lo que quería la mayor parte del tiempo era bastante limitada su libertad. Recostado sobre una cama king size con sabanas verdes miraba el techo de mínimo tres o cuatro metros de altura, estaba en casa lejos de su progenitora, suspiró pesadamente, no la odiaba, sabia que ella había tenido que hacer muchos sacrificios por él, pero nunca espero que tratara de cobrarle hasta la vida siendo su madre.
Si la veías, no dirías que era una mujer fría y manipuladora que fuera capaz de herir al hijo que tanto decía adorar, recordaba a su padre, quien se fue a quiebra cuando tenia la misma edad que su hija, no había sabido nada de él desde entonces, su madre caso con el socio que ayudo a levantar la empresa de la cual era uno de los dueños, pero murió hace pocos años de maneras poco convencionales, quedando su madre a la cabeza de todo. Sintió un agudo dolor en su cabeza, un vago recuerdo de cuando tenía cuatro años golpeo su cerebro.
Estaba en el jardín de una modesta casa, jugaba con otro niño, el cual no podía recordar quien era mientras su madre estaba gritando dentro de la casa, las palabras no eran muy claras, recordaba que estaban involucradas el termino de “apuestas, otra mujer, otro hijo, dinero, sacrificio, odio y mas dinero” acompañados de gritos agresivos.
Se quejó bajo, odiaba que las memorias llegaran, eran literalmente, un dolor de cabeza. Miro en dirección a la mesilla de noche que estaba a su lado, tenía una foto enmarcada donde estaba el ingresando en la universidad para la carrera de medicina, a su lado una joven de cabello rubio dorado, con blanca piel llena de pecas, labios delgados y rosados, nariz fina, ojos ambarinos, largas pestañas, su figura era perfecta para sus 1.70 de altura.

-Lo lamento, Sofía. No pude hacer nada por ti, solo te traje problemas. -Murmullo en la oscuridad de su habitación. Suspiró profundo y se sentó en la cama.
Sentía su vida como un rompecabezas al que le ponían y quitaban las piezas a voluntad, sin considerarlo. Era estresante y en menos de dos días había tenido suficientes emociones como para querer escapar de nuevo a la seguridad de la ignorancia de muchos huecos de su memoria, simplemente lo odiaba pero ya no era el mismo imbécil que vivía su vida al máximo sin importar las consecuencias, era un hombre dispuesto a cargar con sus errores y a enfrentar al monstruo que lo había engendrado.
Un mensaje llegó a su móvil, lo leyó y sintió el agotamiento treparse por su espalda.
“Necesito que hagas otros envíos, ya sabes el procedimiento, mi amado hijo.”
Le costaba creer que durante años no solo se dedicaba a hacer lo que menos le gustaba, si no que además tenía que hacer lavado de dinero para su madre, ¿de dónde sacaba tanto dinero y para que? Su empresa era sólo eso, una maldita empresa fantasma en la que si, usaban parte del dinero para “buenas obras” justificando gastos era increíblemente tedioso hacerlo, lo peor es que el hospital que estaba en construcción era uno de esos “actos de caridad para evadir los impuestos” era repugnante toda la situación, el reloj estaba por marcar la famosa hora cero, aunque cansado no lograba conciliar el sueño con nada, mañana se encargaría del favor a su madre, a su vez también necesitaba que Bárbara aceptara estar bajo el mismo techo, eso le daría paz mental para con ellas y le permitiría resguardar a su hija de la arpía que acechaba cada segundo de sus días. Pensó por un momento en ellas y en que habría pasado si no hubiera tomado el auto y salido a la carretera, si no hubiera tomado una alternativa, si no hubiera usado el corazón de la castaña para hacer que le abriera los muslos a su entera disposición, era una completa mierda o al menos a si se sentía, como escoria pero ¿Qué mas opciones tenía ahora? Si no las mantenía bajo su ala posiblemente acabarían muertas y no deseaba perder a nadie más.
Las tres de la mañana marcaron en el reloj así que busco un cigarrillo en la gaveta de la meda auxiliar, se estaba volviendo un muy mal habito pero en algo ayudaba, simplemente continuaría pero añadiría sus reglas al juego.

Algunas horas mas tarde ya había mal desayunado y hecho llamadas desde temprano, su asistente ya le había mandado un correo confirmando las transacciones al igual que sus juntas, iría a trabajar con normalidad para luego visitar a su madre en su oficina.

Sueños Sexuales de una Virgen II: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora