Amor

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Apenas los rayos cristalinos de la luna, atravesaban la ventana hasta tocar los cabellos rubios de Emma, le daban una imagen tan angelical, ya dormía pero, eso no impedía que a Regina, aquello le pareciera tan hermoso. Se encontró sonriendo, por milésima vez en esa noche, esa rubia le había hecho tanta falta y ahora, estaban ahí, acercó una de sus manos hacia el rostro de la blonda y acarició con dulzura su rostro. Emma era real, podía tocarla, podía abrazarla, podía oler su perfume, una mezcla entre su antiguo olor a canela y su actual perfume a lavanda. Recogió con delicadeza, y para no despertarla, un mechón de cabello que caía sobre su rostro sereno y lo pasó con amor, tras su oído. Miró sus ojos, cerrados por el sueño pero serenos por esos momentos, sus recuerdos que formaban, pasó su mirada por todo su rostro hasta detenerse en sus labios. Instintivamente se mordió los suyos, había robado tantos besos esa noche que aún, apesar de ello, seguía con la tentación de un beso de parte de la rubia. Entonces, con sumo cuidado, recorrió su cabello largo, tras sus oídos y agachó su rostro, apenas unos centímetros del rostro de Emma. Suspiró levemente, sin despegar su vista de los finos labios de la rubia que tanto amaba y sin pensarlo o meditarlo más, fijo sus labios sobre los de Emma, apenas un roce, uno siquiera perceptible para ambas, pues momentos después, la rubia despertó.

- lo siento - bajó su mirada, algo apenada y joder! Que linda se miraba así, quien hubiese conocido alguna vez a Regina, como la reina malvada, jamás se creería que ahora mismo, después de besar a Emma Swan, ella estuviese colorada y mucho menos apenada.

- no tienes porqué disculparte - su voz sonaba algo ronca, quizá por el tiempo que llevaba dormida. Los ojos de la morocha viajaron por el hermoso rostro, somnoliento de la rubia y simplemente sonrió.

- necesito decirte algo Emma - con algo de rapidez, la blonda se incorporó sobre la cama, mirando atentamente a Regina. No es que estuviese asustada de lo que le fuese a decir pero, la seriedad con la que le mirada su morena denotaba que aquello que estaba por decir, era sumamente importante para ella.

- te escucho - tomó las manos de la rubia y entrelazó sus dedos en un suave movimiento. Necesitaba decir aquello, expresar todo lo que no había podido antes de su "muerte".

- aquella noche que te conocí, supe que ibas a ser un punto importante en mi vida y por primera vez, tuve miedo... - sin que la morocha se diese cuenta, su pulgar acariciaba el dorso de su mano con dulzura. - tuve miedo y no de qué robaras a mi hijo, no de que me quitarás su amor y te lo llevarás lejos - una pequeña sonrisa floreció en ambos labios. - sabía que jamás harías algo como eso para lastimarme, al menos tú no lo harías. - cogió una bocanada de aire y se dedicó a mirar el mar de color cambiante que no despegaba su vista de ella. - te quedaste, confiaste y me amaste, a pesar de lo ciega que yo estuve en un principio, así fue - su pulgar limpio con premura, una pequeña lágrima que se había escapado de las joyas color chocolate. - te quedaste a mi lado, tomaste mi mano y me protegiste, ante todo y todos, incluído nuestro hijo - las hormonas traicionaron a la rubia, quien también, estaba en vuelta en lágrimas pero, sin apartar su mirada en ningún momento de Regina. - diste tu vida por mí y cuando pensé que te había perdido... - hizo una breve pausa para poder tomar aire y no soltarse a llorar. - aquello solo hizo que nuestro hijo, se alejará aún más de mi. Tus padres, quienes vieron mi dolor ante tu partida en aquella batalla, fueron los únicos que pudieron ver más allá de la reina malvada que habían conocido y me cuidaron. Me incluyeron de nueva cuenta en su familia y me alojaron bajo sus alas de protección pero... - su mirada se agachó unos instantes. - aún me faltabas tú, aún me sentía vacía sin ti y ahora, aquí estás y, no sabes cuan feliz me hace tenerte de vuelta. Aún no me la creo pero mientras te estado abrazando y te e besado, e sentido como ese vacío se a ido llenando y se, que no eres un sueño, que eres real y que aún hay un futuro al cual debemos avanzar - su mano se posó con amor, sobre el pequeño y apenas abultado vientre de la rubia. A penas un roce y la magia surgió, haciendo a Regina sonreír al saberse también amada por ese pedacito de vida que crecía dentro de Emma.

- Regina, mi amor... - el sonrojo en el rostro de la morena, no tenía precio. Si Emma pensaba desde el inicio que Regina Mills era una hermosa mujer, ahora estaba segura de que era una Diosa latina que incluso en sus momentos de enojo, se veía tan SEXY. - cuando Zeus me concedió la oportunidad de volver a vivir y te ví en aquel espejismo, supe cuál era mi propósito, mi meta a seguir en cuanto volviera - río levemente mientras se pasaba una mechón de cabello tras a oreja. -  jamás me imaginé que en cuanto volviera, Henry me reconocería al instante pero - sus ojos volvieron a encontrarse. - es nuestro hijo y, creo que ni siquiera una maldición podría separarnos de él. Después te encontré, aún más hermosa que cuando te había dejado tras morir en batalla contra Pan. Desde que volví, ¿jamás te mencioné que me encantaba tu nueva imagen? - volvió a reír dulcemente. - pues déjame decirte que si ya te había visto con aquellos uniformes ejecutivos con faldas a tubo y el cabello corto, pues, ahora con estos trajes y el cabello largo, te ves aún más hermosa, mi diosa latina - la sonrisa postrada en los labios carnosos, que eran adornados por la pequeña cicatriz sobre estos, no tenían precio alguno. Emma se prometió cuidar esa sonrisa, esa brillante curva en sobre los labios morenos y carnosos. 

Entonces los besos surgieron, en principio simples y efímeros roces, hasta volverse una lucha por quien dominaba a quién con Regina quedando sobre Emma mientras sus brazos estaban sobre su cabeza , aprisionados por las manos de la morocha. Entre besos, uno que otro gemido ahogado, caricias y palabras subidas de tono, así se pasó la noche en la habitación de la mansión.

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2019 ⏰

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La bella durmiente.[pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora