Between Drinks [KOOKV]

66 | Final

—¿Qué es este lugar? —Preguntaba Taehyung, mientras caminaba con cuidado y mantenía sus brazos extendidos por si chocaba con algo—. Tengo mucho miedo.

—Relájate —pidió Jungkook entre risas, con sus manos cubriendo los ojos del contrario y caminando detrás de él—. ¿Qué te imaginas?

—No sé, nos bajamos en un parque pero… ¡hemos caminado por mucho rato! —Alegó.

—Espero valga la pena. —Sonrió y se detuvo frente a un lago levemente oscuro debido a la noche. Era casi imposible ver lo que se encontraba al frente.

—¿Ya? —Preguntó con curiosidad.

—Tengo recuerdos claros en mi cabeza, ¿sabes? Y no podría considerar que son los mejores —admitió y sonrió para él mientras pensaba con mayor cuidado sus palabras—. Vivimos momentos espantosos, momentos que quisiera grabarlos en una hoja y romperlos con mayor desdén con mis propias manos.

Taehyung se quedó en silencio, apretó sus labios debido a lo que empezaba a surgir en su corazón y para calmarse, intentó soltar un suspiro suave.

—Me mantuve en una posición de cobardía, una posición que se esmeraba por cumplir el perfil solicitado por otros que… en ningún momento fueron capaces de ver tras de mí, tras de aquél telón que únicamente expresaba apatía. Ese telón que me encerraba en un oscuro salón y que hizo mucho daño. —Respiró profundamente al sentir que sus emociones lo estaban sobrepasando. —Lo-lo siento… Siento haberte hecho pasar por todo esto. Si-siento no haber cumplido todo lo que te prometí en su momento, Taehyung. Yo…

—E-está bien —musitó con una voz levemente rota.

—Ahora… lo único que intento hacer con esto, es hacerte ver las miles de cosas, recuerdos y situaciones que podríamos obtener si… optamos por empezar desde aquí. —Al final decidió descubrir los ojos de Taehyung y justo en ese instante, muchos árboles cerca a ese lago empezaron a iluminarse con luces artificiales. Eran tantas, que era lo suficientemente claro, como para apreciar el semblante ensimismado del azabache.

Lleno de muchos sentimientos desbordantes, sentimientos que podrían hacerlo ver como a un niño lleno de ilusiones que podrían ser descabelladas para externos que terminasen enterados de ellas.

—¿A qué… te recuerda este lugar? —Preguntó, soltó otro suspiro y prefirió mirar con atención al castaño, el cual se encontraba igual o peor que él.

—Nuestra… Nuestra boda. —Sonrió levemente y prefirió empezar a limpiar sus ojos con sus puños, los cuales temblaban levemente.

—¿Qué es lo diferente? —Volvió a hablar el menor.

—Es… casi el mismo escenario. —Rió levemente al pensarlo. Sintió sus piernas con poca fuerza y decidió sentarse en el frío pasto mientras admiraba con mucha dedicación el paisaje. —Pero… ¿sabes?