Isla Ballena es una extensión de tierra cubierta, en su mayoría, por una innumerable vegetación y de verdes montañas.
Como todo sitio, esta isla contaba con relatos y leyendas que relacionaban cosas paranormales con la realidad; Gon, en particular, conocía una advertencia basada en las creencias que tenían los adultos mayores desde hace ya varias generaciones:
"Aquél que entre a lo más profundo del bosque de la montaña, jamás en su vida regresará".
La abuela Abe solía contar a su amado nieto, que el Dios de la Montaña era el protector del bosque, y dado esto, ordenaba a todos los espíritus alejar a toda persona que pertubara la paz de su hogar, aún si esto significaba eliminarlas.
Gon, asombrado por todas esas historias, no pudo resistir el ir a comprobar si todo lo que le habían contado era real. Él era un niño chiquilloso, muy curioso y sobretodo, tenía mucha determinación si se trataba de alguna misión especial que se inventaba en su mente.
Al fin y al cabo, era tan solo un nene de siete años.
Cierto día, decidió aventurarse solo por la Montaña más cercana a la casa de su tía Mito, dejando marcas en los árboles para evitar perderse, era pequeño pero también astuto, sin embargo, en dado momento cuando iba a culminar su exploración, no supo hacia donde ir.
--A ver... Se suponía que había dejado una marca por aquí, ¿se habrá borrado? --, cuestionó al aire el azabache, pasando sus delgados dedos por la corteza de un árbol que le resultó familiar.
Todavía guardaba la calma a pesar de estar pérdido.
--Mito-san se va a preocupar si no llegó antes de cenar --. Caminó y caminó por aproximadamente una hora a través de los árboles, sintiendo cada vez sus piernas más pesadas hasta que ya no pudo más.
Se sentó en el suelo, y a todo pulmón, pudo soltar un fuerte grito de ayuda. Mas nadie vino, incluso después de esperar un rato.
--La abuela Abe tenía razón, este bosque es malo --. Con la voz quebradiza, el ojimiel abrazó sus piernas, hundiendo su barbilla entre ellas.
No tardaron en caer lágrimas de sus decaídos ojos, estaba devastado, muy asustado, y, lo peor de todo, se encontraba completamente solo.
--Ey, niño --. O eso pensaba.
El infante, sorprendido ante el repentino llamado, buscó con su mirada al dueño de la voz, quien se trataba de un adolescente, que tenía cubierto el rostro por una máscara de zorro.
--¿Estás pérdido? --, preguntó el desconocido, sin moverse ni un poco de su posición, pues estaba apoyando un hombro en el tronco de un árbol.
--Sí --. Con temblorosa voz, Gon se incorporó lentamente del suelo, puede que se haya topado con una persona, pero, ¿qué tal si se trataba de un asesino enmascarado? Ging le había enseñado a no confiar de todo de los milagros, porque podrían ser engaños.
--Podría llevarte a la salida del bosque, claro, solo si tu quieres.
La voz del muchacho sonaba muy tranquila, como si no le inmutara estar entre la fría y cruel naturaleza en su peor momento.
Esto, por algún extraño motivo, brindó seguridad al menor, nunca había tenido el honor de conocer a alguna persona que se viera y escuchara así.
--Me gustaría conocer primero quién eres --, propuso casi ordenando Gon, sin perder de vista al que parecía que tenía los cabellos albinos.
--¿Quién soy? De acuerdo, mi nombre es Killua, y soy un espíritu en esta montaña.
--Un... ¿Un espíritu? --.El azabache, en lugar de irse corriendo, estaba a nada de explotar de la emoción, no todos los días conoces a un ente de este tipo mientras estas pérdido.
Killua no pudo dar una respuesta ante la duda de Gon, debido a que este último trato de pasar su mano por el estómago ajeno, quería comprobar si era un fantasma o algo de ese estilo, no obstante lo único que consiguió fue un golpe en la cabeza gracias a una delgada pero dura rama.
--Ay... cierto, eres un espíritu, ningún humano se atrevería a golpear a un niño de esa manera --, dijo entre lamentos el ojimiel, sobándose su cabeza y cerrando sus párpados.
--No deberías de tocarme, o podría desaparecer --, comentó el enmascarado, poniéndose de cuclillas frente al nene de siete años.
--¿A qué te refieres con eso? --, preguntó Gon incrédulo.
--Tengo una piel muy frágil, si un humano me toca, inclusive si es tan solo un roce, yo dejaré de existir. Esa es la maldición que me ha impuesto el Dios de la Montaña.
Parecer una persona común y tener el impedimento de tocar a sus iguales. Era el día a día de Killua. O al menos cuando ve algún sujeto deambulando por los bosques.
--Te dije que te llevaría a la salida, así que vamos... --. Deteniendo su oración, el espíritu prosigió--. ¿Cuál es tu nombre?
--Me llamo Gon, Gon Freecss.
~◇~
Era de esperarse que cambiara parte de la trama, en fin, espero que les haya gustado el capítulo. 💖
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La Noche de las Luciérnagas (KilluGon)
FanfictionGon suele visitar Isla Ballena cada verano, un lugar rodeado de montañas llenas de misterios y leyendas sobre la existencia de espíritus que vagan por los frondosos bosques en busca de alguna presa. Sin embargo, a veces un espíritu albino con máscar...