La noche de las luciérnagas

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A veces me he preguntado, si existen personas como yo.

Personas que suelen enamorarse a simple vista, jugar en su mente con una historia romántica, derramando de sus ojos sólo una brisa de ensoñación.

Contextualizaré mejor mi duda para ti:

¿Algunas vez has amado a alguien con todo tu ser?

🌅🌅🌅🌅🌅

El verano visitaba una vez más a Isla Ballena, a pesar de ser la mejor estación del año, en esta ocasión, todo se sentía melancólico, perder tu vista en el mar te mortificaba, el aire transmitía tristeza, la naturaleza lloraba en silencio, perdiendo sus lamentos en la nada y, por supuesto, no había quien lo notara.

Excepto alguien.

-Gon -, musitó Killua con una ligera vergüenza-. ¿Tienes planes para esta noche?

-¿Uhm? Creo que no, ¿por qué la pregunta? -, consultó el moreno un tanto distraído, recoger dientes de león le arrebataba por completo su concentración hacia el ajeno.

-Verás, hoy habrá un festival de verano, aquí en el bosque, y me encantaría que fueses conmigo.

La petición, además de ser repentina, fue todo una explosión de emociones en el interior de Gon, así que no pudo evitar que un pronunciado sonrojo cubriera su rostro.

-¡Ah, claro! ¡Seguro! Sería todo un placer pasar un festival contigo -, aceptó alegremente el ojimiel.

-¡Genial! Entonces te esperaré en la entrada de la montaña esta noche -, regocijó Killua, con tono contento.

Desde siempre ellos han tenido "citas", salidas amistosas específicamente, pero en esta ocasión se percibía diferente, como si un vaivén de sensaciones distintas desataran un frenesí en las almas de cada uno. ¿Era amor? ¿O temor tal vez?

Lo que tenían en claro era sólo una cosa: iban a estar juntos.

Transcurrió el día con normalidad, a mitad de la tarde Gon decidió volver a la casa de su tía para pedir su permiso. Lo consiguió con facilidad, él era un muchacho de 15 años después de todo, podría cuidarse ante los peligros de la noche.

Con total emoción, Gon buscó entre la ropa vieja de su padre algo lindo que ponerse, no estaba preparado para una invitación de este tipo, así que lo echó a su suerte; agradeció al mismísimo Dios de la Montaña de que Ging haya dejado en esta casa una vieja yukata, bastante empolvada pero en buen estado.

El mundo estaba de su lado este día.

Durante el resto de la tarde se dedicó a perfeccionar cada detalle de la yukata, después de lavarla hizo brillar el estampado de lunares blancos entre toda la tela de tonos negros y azules marinos que la decoraban, indudablemente este vestuario le encantó, su padre tuvo buen gusto al escoger el traje.

Sin perder su entusiasmo, decidió ducharse para luego vestirse, no pudo evitar pensar que se veía muy bien, mucho mejor de lo que imaginaba.

En sus ojos solo se asomaba un hermoso brillo inmarcesible, ni con la peor de las noticias se podría erradicar esa resplandeciente luz de su ser.

Todo estaba perfecto.

Antes del anochecer, Gon emprendió su camino hacia la montaña, con un paso lento seguía el compás de una melodía cálida que le susurraba el viento en sus tímpanos, su cuerpo se sentía ligero, flotaba enamorado, no literalmente. Su mente iba y venía, su alrededor se fue nublando hasta dejar solo el sendero del arbolado.

La Noche de las Luciérnagas (KilluGon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora